Marilyn Monroe
Uno escribe siempre lo mismo
Hasta que logra concebirlo
Uno escribe sobre lo que puede ver
Aunque todavía no es
Escribe para que finalmente sea
Lo que aún no puede ser
Escribe piezas dispersas de una maquinaria que alguna vez
Tal vez pueda poner en marcha
Para lo cual, conviene lubricar los encastres de cada letra
Limar cuidadosamente las asperezas de los bordes de las rimas
A menudo insurrectas
Y que a veces suenan burdas, patéticas
En su afán de sonar perfectas
Conviene también afilar las comas y los puntos
Que en el trayecto del texto se van oxidando
Y los acentos que, caídos del cielo
Terminan acumulándose
Como la hojarasca, tapizando el fértil suelo
En el que se enmarañan las metáforas
Que van y vienen y crecen por ahí sueltas
Y a las que suele resultar imposible
Tenerlas ordenadas y, sobre todo, que se estén quietas
Y ni hablar de los pleonasmos, obcecados
Tan testarudos ellos
O los sintagmas que rondan por todos lados
O los oxímoron, a veces invisibles
Pero a menudo perceptibles
A los que sólo hay que poder captarlos
Pretenciosos, ampulosos, para nada morosos
Más bien todo lo contrario
Y que suelen hacerse evidentes
Cuando uno juega con las palabras
O las da vuelta
Y descubre que ellas, todas sin excepción
A la larga se desmienten
Ya que albergan contradictorios significados…
De modo que uno escribe con la ilusión de lograr
Escribir libros libres de palabras
Versos universos
Atiborrados de vacíos a llenar urgentemente
Uno escribe desde los inescrutables confines
Del mismo poema de siempre
Escribe tratando de enmarcar
La eternidad del instante presente
Vaya uno a saber