310. “Desde los días en que recitaba junto a sus tíos en la sinagoga de
su abuelo, Leonard Cohen ha sido siempre un buscador espiritual: 'Catolicismo
romano, LSD, budismo, cualquier cosa que funcione...' dijo una vez, hasta el
día de hoy que se la pasa navegando religiones y filosofías en la web o
escuchando disertaciones de Yanov Leib Hachaim, un cabalista convertido primero
en el islam, luego al catolicismo y después al hinduismo, desde su casa en las
montañas de San Bernardino, en donde vive junto a sus cuatro gatos y dos Pit
Bulls guardianes…” (Fragmento de un artículo aparecido en The New Yorker en
octubre de 2016)
309. 'Lo que ciertamente distingue al gato del resto de los animales es
que demuestran una mayor eficacia a la hora de corregir su postura durante una
caída para poder aterrizar sin hacerse daño. Un gato que cae de poca altura
tiene mayores probabilidades de hacerse daño que uno que cae desde una altura
mayor y tiene por lo tanto más tiempo para corregir su postura. En un artículo
titulado “El síndrome del edificio alto en los gatos”, publicado en 1987 en el
Journal of the American Veterinary Medicine Association, consta que «a medida
que se incrementa la altura de una caída para un gato es posible advertir que
tanto las lesiones severas como el índice de mortalidad disminuyen». La
hipótesis es la siguiente: el gato se pone tenso al comprender que la caída
tendrá un recorrido corto, por lo que su capacidad de absorción del impacto se
debilita. Pero al caer de una altura mayor comprende que tiene tiempo
suficiente, por lo que logra relajarse, aumentando su elasticidad natural para
así poder aterrizar absorbiendo el impacto de la mejor manera…’ (La foto
corresponde al artículo "El secreto de la caída del gato" aparecido
en la revista científica Nature en 1894)
308. “Lastima o mortifica siquiera a uno de mis gatos y verás…” (Joe
Dallesandro, modelo fotográfico y actor de las películas de Andy Warhol y Paul
Morrissey en la Factory)
307. La cantante pop Taylor Swift ama a sus gatos tanto como el actor
John Cleese a los suyos. Sólo que el comediante miembro de Monty Python se
permite bromear con ellos. Juntos estuvieron el año pasado en el programa de
Graham Norton en la televisión británica y mantuvieron un fuerte altercado
cuando John osó preguntarle a Taylor si su gata Olivia Benson había quedado así
después de un accidente: “¿No estará necesitando una cirugía estética?” tras lo
cual Taylor estalló de furia y comenzó a insultarlo para minutos después excusarse:
“Puedo soportar cualquier ataque personal o crítica, pero jamás una agresión,
ni siquiera una broma de tan horrible gusto para mis gatos…”
306. Cuenta Guillermo Cabrera Infante en una entrevista que desde niño
amó a los animales, con excepción de los gatos, por los que siempre sintió una profunda
instintiva desconfianza, hasta que llegó Offenbach, un siamés regalo del ex
beatle George Harrison, transformando por completo su apacible vida
londinense y todo lo demás...
305. Era un gato callejero cuando apareció en el jardín de la que sería
su nueva familia hace 26 años. Al principio Nutmeg se hizo amigo de Spice, el
gato de la casa, y fue por esa razón que la familia decidió cobijarlo. Se sabe,
si los gatos no se pelean por el territorio podrán convivir. Y así fue que los
dueños de casa lo llevaron al veterinario para hacerle controles y darle las
vacunas correspondientes y averiguar acerca de la edad que podría tener, a lo
que el facultativo respondió tajantemente que como mínimo 5 años. Eso fue en
1990 y el tiempo fue pasando y a Nutmeg en 2016 le festejaron sus 31 años, por
lo que se convirtió en el gato más viejo del mundo, y así lo anotaron en el
Libro Guinness de los Récords, con más del doble de la edad promedio que viven
los gatos domésticos, es decir 15 años.
304. Anthony Hopkins dijo sobre Hannibal Lecter: «Un día mi
agente me llamó y dijo que tenía un guión que podía cambiarme la vida. Cuando
escuché el título creí que era algo para chicos. Pero cuando me contó sobre mi
papel comprendí que era tan bueno que sentí que debía rechazarlo. Son cosas que
te pasan alguna vez en la vida. Pero luego, apenas empecé a leer el guión
comprendí cómo debía perfilar a este asesino, dosificando muy bien su energía y
ocultando sutilmente el poder que emana detrás de sus modales elegantes,
refinados, y pensé entonces en un animal, como cada vez que pienso un
personaje, si fuera un animal, qué animal sería, y se me reveló un gato, sí, el
doctor Lecter tenía que ser un gato, tenía que ser un personaje sensual y a la
vez distante, alguien capaz de encadilarte pero sin parpadear, alguien tan
radiante como hipnótico. Había aprendido eso de sir Lawrence Olivier, me
refiero al ejemplo del gato, cuando dice en sus memorias: “En el momento
crucial el actor debe saltar a escena con la suficiencia propia del gato que se
pasea con su ratón entre los dientes…”»
303. El poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas dijo en su testamento:
“Mis dos gatos, Poe y Mur, pasarán a ser posesión del señor Róger Barberena
Garay. Sólo él sabrá darles el amor y el devoto cuidado que yo en vida les doy.
Ellos, lo siento así, y siento decirlo así, son los únicos seres vivos, impotentes
animalitos, que van a sufrir mi falta, su inconsciencia me desgarra el alma,
como lo harían sus uñas o sus afilados dientes, pues, mientras ellos pasan
enseñoreándose por la casa, yo ya los veo en inválida orfandad animal, a merced
de la bestial brutalidad humana, maullando tras mi solícita sombra ausente…”
302. Frank Stefanko, fotógrafo personal de Patti Smith, ordenaba la
sesión cuando uno de los gatos de Patti se metió en la foto. Stefanko dijo: “Espera
ahí, no te muevas, espera que saco al gato...”, lo que causó la ira de Patti,
ya molesta con tanta foto: “Toma de una vez la maldita foto, Frank ‘Ste-fuck off’, y
deja en paz a mi gato. ¿No te das cuenta que él va a ponerle el arte a tu
instantánea…?”
301. “Lentos / por las aceras / inmóviles / en las repisas / aovillados
/ en los sofás / nos miran / nos observan / nos escrutan / Llevan / miles de
años / haciéndolo / Y siguen / marcando / las distancias… (Los Gatos, poema de
Karmelo C. Iribarren, ilustrado con una pintura de 1863 del artista finlandés
Adolf von Becker)