Con su engendro durante noches al otro lado del sueño
Para escapar del enemigo que lo tenía acorralado
Volver a matar a la ballena pero esta vez no en sueños...
carlos perrotti
1020. “Ya les hemos presentado a Gerardo Deniz.
Hace dos años lo entrevistamos para nuestro número de la Ciencia Extraña, pero
ahora es momento de celebrar su cumpleaños número 80. Él es uno de nuestros
poetas consentidos, porque a él no le importan los temas obesos de la poesía
como el amor, la muerte ni esas chorradas. Él escribe de travesuras, del
fastidio del trabajo, de calles, pelas, seres mitológicos, música,
distracciones, momentos históricos más o menos vergonzosos, desvelos, vino,
nenas, nenes y, lo que no es menos importante: de gatos. Más que escribir de
ellos, los entiende. O quizás los gatos son tan listos que saben que para
conquistar al mundo primero tienen que apoderarse del lenguaje, y por lo tanto
de los poetas verdaderos como Deniz, T.S. Eliot, Borges, Margaret Atwood, Patti
Smith… ¡Feliz cumpleaños, Gerardo Deniz! Porque en sus poemas, más que escribir
de gatos, los entiende.” (Fragmento de la nota de la poeta gatera Xitlalitl Rodríguez
Mendoza del 14 de agosto de 2014 en vice.com para celebrar el 80 cumpleaños del
escritor mexicano de origen español Juan Almela más popularmente conocido como
Gerardo Deniz)
1019. «¿Sabías que la creencia de que los gatos
tienen varias vidas procede del Antiguo Egipto? Según la mitología egipcia el
Dios solar Atum formó junto a las deidades Shu, Tefnut, Nut, Geb, Isis, Osiris,
Neftis y Seth la llamada “Enéada”, también conocida como “los nueve”. Atum tomó
forma de gato para viajar a los inframundos dotándose de nueve vidas, una por cada
divinidad. El hecho de que el gato fuese considerado sagrado en el Antiguo
Egipto y la habilidad del mismo para
esquivar la muerte propició la creencia de que estaban dotados de nueve vidas,
como referencia a Atum. Este número sigue utilizándose en muchísimos lugares
(entre ellos los países anglosajones) pero a nosotros nos llegó como que el
gato tiene siete vidas debido a la simbología que tiene en nuestra cultura el
número 7 y que ha acabado aplicándose para infinidad de cuestiones: la
superstición de los siete años de mala suerte si se rompe un espejo, las notas
musicales, los pecados capitales, los brazos del candelabro Judío, los chakras,
los arcángeles…» (Imagen del sarcófago del gato que fue mascota del príncipe
Tutmosis, hijo del faraón Amenhotep III. Encontrado en
http://nuncajamascocker.blogspot.com)
1018. “Los gatos nunca me dan la sensación de
dormirse ante el peligro / Donde haya carne o líquido y lento sudor / Se tragan
la voluntad de la Palabra / Qué culpa tengo yo de este sueño que se origina
antes de mí / Ante la duda de saber qué sonrisa me hizo / Los gatos musculosos
me acechan queriéndome sin ropas y con frío en sus tejados / Escribiendo sobre
cosas felinas confusas / Imitando sin dibujar sus saltos / “en los que la
locura duerme íntegra y sin resquicios…” (Poema de la malograda poeta brasilera
Ana Cristina Cesar)
1017. “En la película estrenada en 2012 ‘Out-Takes
from the Life of a Happy Man’ (Tomas descartadas de la vida de un hombre
feliz), compuesta por breves tomas rodadas entre 1960 y 2000, se ve el piso en
el SoHo de Manhattan donde el cinesta vanguardsta Jonas Mekas vivió junto a su
familia integrada por su esposa Hollis Melton, sus hijos Oona y Sebastian, y
sus muchos gatos y muchísimas plantas, y todavía más libros y pilas de latas de
películas. La cámara de Mekas filma a sus hijos a contraluz, a sus gatos brincando
entre los rayos de luz que se filtran por las ventanas, a su mujer sonriendo…”
(https://gatosyrespeto.org/)
1016. “Atrás quedaron los sonidos de los landós
que pasaban / los gatos en el cobertizo / los cipreses meciéndose suavemente a
mediodía / las ventanas francesas abiertas / las telarañas en las ramas / el
cielo nunca tan azul / también los días de calor agobiante / incluso el más
leve de los parpadeos / las potrancas dirigiéndose al establo mientras el
crepúsculo descendía /esas tardes claras y templadas / el salón lleno de
charlas entre amigos / acostarse temprano / el abrazo y el beso en la frente /
un prado con la hierba alta atrapado en una brisa aislada / esas noches solo en
la cocina / los lejanos paseos hacia el otoño…” “Alphonse de Lamartine regresa
a la casa familiardespués de más de dos décadas”, poema de Gerard Malanga,
poeta y fotógrafo norteamericano, gatófilo asistente de Andy Warhol en The
Factory en los 60’s)
1015. En https://runrun.es/ Rafael Cadenas,
ganador del Premio Cervantes 2022, contestó a la pregunta ¿Qué es para usted la
poesía?: “Como la vida. La encuentro de mañana cuando estoy al sol o cuando veo
a mi gata a mi lado o a las bellas mujeres en el mercado, o a los niños de tres
o cuatro años que siempre me conmueven, sobre todo cuando me miran o sonríen o
me saludan. La poesía como escritura tiene que ver con el intelecto en el
sentido antiguo de esta palabra, como traducción de «nous», que tiene muchos
significados, pero me gusta el de espíritu. Imagínate que el libro de términos
griegos en filosofía le dedica dos páginas. Al cabo llegamos a lo que dicen los
poetas: la poesía es indefinible, como la existencia misma.”
1014. Cierta vez Jânio Quadros, Presidente de
Brasil, de visita en casa del escritor y diplomático João Guimarães Rosa,
preguntó al ver la sala principal llena de gatos: “¿Por qué tenés tantos gatos?
Normalmente la gente prefiere a los perros” a lo que de inmediato Guimarães
Rosa respondió: “Porque los gatos son mucho más sinceros. Los perros, en
cambio, se parecen a algunos diplomáticos y mueven la cola sumisos ante
cualquier autoridad”.
1013. En su inclasificable libro “1913”, editado
por Salamandra con la traducción al español de Paula Aguiriano, el escritor
alemán Florian Illies traza un mosaico de anécdotas protagonizadas por las más
importantes personalidades de la imponente cultura europea de entonces (Proust,
Stravinsky, Kafka, Joyce, Musil, Rilke, Walser, Mann, Wittgenstein, Picasso,
Braque, Schmitt, Jünger, Schönberg y tantos más) donde destaca la escena de una
curiosa gata colándose y arreglándoselas para hacerse un hueco en el
sancta-sanctorum de Sigmund Freud. “Una gata se cuela en el número 19 de la
vienesa Berggasse donde Freud tenía su despacho, sitio donde además solía
reunirse la Sociedad de los Miércoles. Se trata de la segunda visita femenina sorpresa
en muy poco tiempo: a finales de otoño la poeta y musa Lou Andreas-Salomé se
unió a la reunión de caballeros, que en un primer momento la miraron con recelo
y más tarde la idolatraron sin reservas, y tras ella, célebre autora de varios
libros sobre la inteligencia y el erotismo antes de ser introducida en el
psicoanálisis por el mismísimo maestro allí presente, se coló una gata que en
seguida fue a pasearse entre el legendario diván y las esculturas y
antigüedades que apasionaban a Freud, quien al principio se enojó, él era más
de los perros, aunque de pronto, viendo la curiosidad que demostraba la gata
entre las vasijas griegas y relieves romanos se enterneció y pidió que le
dieran un poco de leche, pese a lo cual la gata siguió mirándolo con cierta
desconfianza, tal como Lou Andreas-Salomé cuenta: «A pesar del cariño y creciente
admiración que él le profesaba la gata no parecía apercibirse de ello,
limitándose a clavarle las frías pupilas oblicuas de sus verdes ojos como si fuese
un objeto cualquiera; si él quería obtener de ella algo más que su ronroneo
egoísta, narcisista, debía bajar el pie que tenía cómodamente apoyado en el
diván y captar su atención hechizándola con ingeniosos movimientos de la punta
de su bota.» A partir de entonces la gata fue admitida semana tras semana en la
reunión y, cuando empezó a sufrir achaques, incluso se le permitió tumbarse en
el diván de Freud. Luego pasó a la historia como la gata que sedujo a Sigmund
Freud. (Ilustración de Maria Luziano)
1012. “Mi familia vivía en un barrio céntrico de
Valencia. Recuerdo cierta ocasión, siendo muy pequeña, en la que me cogí un
berrinche tremendo con una gata que había abandonado a su gatito. No sabía por
qué lo había hecho puesto que el pequeño estaba enfermo, e hice bajar a mi
madre a la obra en donde se encontraba el gatito, pero el pobre no vivió mucho.
Quizás fue en ese momento cuando supe que amaba a los gatos, y que tenía que
dedicarles mi atención y cuidados. Desde esa época siempre fueron mi locura los
gatos, soñaba con ellos, hacía redacciones sobre gatos, a los Reyes Magos les
pedía gatos. Por las noches, cuando rezaba con mi abuela, le daba las gracias a
Dios y mi abuela me decía ‘pide salud’ y yo le pedía gatos”, le contó la
escritora española Luz Gabaldón a Cat&Dog Tank en una entrevista.
1011. En 2009 Iris Grace Halmshaw era una niña a
simple vista saludable. Quienes la veían jugar con Thula, su gata, no sabían
que entre ambas existía una relación diferente; tampoco siquiera sospechaban
que Iris era autista y que su conexión con el mundo exterior se la debía a su
inseparable gata, que fue quien incluso la estimuló para que Iris empezara a
hablar y para que entrara a la bañadera, lo cual le provocaba un pánico incomprensible
para sus padres. Iris vivía en su acogedora casa en Market Harborough,
Leicestershire en Reino Unido donde jugaba, nadaba, andaba en bicicleta y
pintaba junto a su gata. Antes de que Thula apareciera en su vida la habilidad
pictórica de Iris se mostró tan evidente que Arabella Carter-Johnson, su madre,
le compró todos los materiales para animarla a pintar, de ahí que muy pronto
las pinturas de Iris se exhibieron y empezaron a venderse en las redes sociales,
y fueron los seguidores de Iris en los Estados Unidos quienes le insistieron a
Arabella que consiguiera un gato de raza MaineCoon para que le hiciera compañía
a su pequeña hija. "Thula desde el primer momento fue algo más que un
animal en la vida de Iris, estuvo a su lado desde el primer día y durmió en sus
brazos desde la primera noche como su ángel guardián. Si Iris se abstrae, Thula
sabe de inmediato qué debe hacer y le lleva con la boca un pequeño juguete y se
lo deja al lado. Cuando los médicos nos diagnosticaron que Iris tenía autismo
severo, dijeron que quizá nunca hablaría, que tal vez nunca tendría posibilidades
de desarrollar relaciones con otros niños... pero cuando trajimos a Thula todo
cambió" concluyó Arabella Carter-Johnson en una entrevista emitida hace
unos años por la BBC.
1010. En su libro ‘Céline secreto’, la viuda del
autor de ‘Viaje al fin de la noche’ recuerda a Bébert, el gato que acompañó a
la pareja en su huida de Francia en tren: “Bébert nos salvó la vida. Me sentía
tan desolada que me hubiera dejado morir sólo para que mi gato viviese. Era él
quien nos creaba un pequeño hogar, un corazón que latía”. Céline había firmado
panfletos antisemitas durante la Ocupación y huyó a Dinamarca donde alternó la
cárcel con viviendas precarias hasta que pudo regresar a su país. En algún
momento adoptó un perro y solía escribir con él atado a su cintura para que no
devorase a Bébert, que siempre estaba vigilante. “Bébert vivio con nosotros ese
pedazo de historia, totalmente inmóvil en la mochila, sin pedir comida ni
bebida, como abstraído dentro de sí mismo pero en contacto directo con la
atrocidad del mundo”, cuenta la viuda de Céline. En estos momentos, otros gatos
(en Gaza, en Siria, en África, en Ucrania) contemplan con sus ojos esa
atrocidad y ofrecen a sus dueños algo parecido a un hogar en la intemperie”
concluye Patricio Pron en su artículo para https://elpais.com/ (En la foto
Louis-Ferdinand Céline con Lucette-Destouches y Bébert)
1009. “El gato Cascabel lo acompaña en casa los domingos que Antonio López pasa pintando. «Yo vivo el domingo en los demás, en mis hijas que nos visitan, en mis nietos que no van a la escuela» cuenta con sencillez y parsimonia el Maestro mientras acaricia a un gato al que nos presenta como Cascabel y al que le dedica todo el rato apelativos tiernos y cariñosos, como Mini. «Los animales no hacen cosas distintas los domingos, sólo el hombre lo ha reglamentado así, porque el hombre necesita poner orden en el tiempo», reflexiona.” (Fragmento de un artículo sobre el gran pintor hiperrealista y escultor español Antonio López García aparecido en https://www.abc.es/)
1008. “¿Por qué inventé ese personaje y por qué
mi fascinación por los animales, específicamente los gatos? La respuesta es de
índole autobiográfica. Amo a los gatos y no me fue muy difícil construir ese
personaje, ni siquiera su psicopatía. Una colega me dijo que la presencia de
los gatos en la novela es una suerte de homenaje a los felinos, y a mí me gusta
esa idea. De hecho, empecé a escribirla cuando murió una gata que adoraba. Si
bien había amado a muchos animales, el dolor que me produjo me impactó en
varios sentidos y, como me sucede a menudo, para huir de un dolor o de un
miedo, me sumerjo en la escritura.” (Fragmento de una entrevista a la escritora
Romina Doval sobre su novela “Presa suelta” en https://www.agenciapacourondo.com.ar/)
1007. “El Sr. Lear se hizo de un gato que entró de cabeza por la chimenea /en una fría tarde de invierno mientras dormían las caléndulas / Como un rayo se tiró en el sillón esparciendo muchas cenizas /¿Será el nuevo deshollinador? / No veo el escobillón. Pensó Lear / Quien raudo salió hacia la iglesia a preparar el bautismo / llevando una liebre y un mirlo para salir de padrinos / El Sr. Lear lo bautizó Foss y ni él sabe bien porqué / Tal vez porque es parecido al resoplido de un tren / Así fue que este gato loco le trajo buena fortuna / mientras cuida las cenizas hasta después del panqueque con mermelada de tuna / Es que una noche tormentosauna centella le quemó la cola / Ya no puede espantar mosquitos y se parece a una ampolla / Ocurre que ese golpe eléctrico lo iluminó de por vida / escribiendo sobre las cenizas con su cola como pluma extrañas rimas caseras / tales como: ‘una vieja de Corfú se tragó una linterna / y ahora ella es como un faro que ilumina Ciudad del Cabo / Esta eléctrica vieja de Corfú’ / Cuando el Sr. Lear vio eso no entendió ni un pepino / pero en un cuaderno lo copió y con tinta china lo ilustró / Todos los días sobre cenizas anotaba nuevas rimas /Entonces Lear le asaba un arenque o una corvina / Para escribir tonterías había que estar mal de la cabeza /pero entre arenque y arenque publicó un libro el Sr. Lear / Tuvo un éxito inmediato / los niños adoran los disparates / Así es que fueron famosos viajando por todas partes / Foss nunca se molestó en perseguir un ratón / Dormita sobre un almohadón y come lucio con jamón / Ni Lear ni Foss tienen idea de lo que escriben y publican / Todo sea por un arenque y bollos de mantequilla” (“Todo por un arenque (Foss)”, poema del poeta de Venado Tuerto Marcelo Ajubita, incluido en su libro inédito "Los gatos estrafalarios” y encontrado en http://campodemaniobras.blogspot.com/)
1006. Además de la música John Cage tenía otras
dos pasiones: las setas y su gato negro Losa. Se sabe que tuvo otro gato negro
antes, llamado Skookum, pero un operario que arreglaba algo en su piso lo dejó
escapar. El compositor se lo tomó tan mal que un amigo suyo llegó a decirle que
debía quizás volver «a la escuela zen». Losa, de nombre completo Losa Rimpoche
Taxi Cab, y Cage disfrutaban asustando a las visitas primerizas. Losa se movía
por el ático con una caja de cartón que Cage le ponía encima y el invitado
exclamaba inevitablemente: «¡Tiene miedo, no puede salir!» Pero Losa instantes
después alzaba el borde de la caja, salía por debajo y le lanzaba una mirada
desdeñosa a la visita antes de retirarse a un lugar tranquilo a descansar…
(Extractado de un artículo en https://gatosyrespeto.org/
1005. El 13 de abril de 1963, a bordo del 'Louis Lumiére', Pepe Fernández emigra definitivamente a París. Durante años las noticias de Juan Rodolfo Wilcock le llegan desdde lejos. Pero sabe que en Italia su amigo se ha convertido en un personaje sorprendente. Escribe en italiano, ha adoptado a un chico, Livio Bacchi Wilcock, y ha estrenado una obra de teatro, ‘Brasil’, en el Festival de Spoleto. Una princesa ha dado para él una recepción en su palacio y Wilcock ha llegado con su gato en brazos diciéndole al lacayo que no puede quedarse porque no tiene con quién dejar al animal, cosa que se comprende porque ese gato se las trae. En sus memorias, ‘Un gran porvenir detrás de mí’, Vittorio Gassman cuenta que cierta vez Gigi Proietti fue a Velletri a visitar a Wilcock en su casa vacía casi sin muebles pero "llena de pequeños misterios". Wilcock era el traductor de Ricardo III de Shakespeare puesto en escena por Luca Ronconi y Proietti quería hablarle de una traducción del Fausto de Marlowe. "Wilcock exponía sus ideas con voz calma -escribe Gassman- cuando un gato cruzó la habitación diciendo claramente: `Me voy porque ustedes me aburren´, mientras el escritor continuaba hablando imperturbablemente. Al cabo de un instante, Gigi no pudo más y preguntó estupefacto: `Pero, acabo de ver pasar un gato, ¿no? Sí, sí, es mi gato. Me imaginaba pero, ¿habla?... Y Wilcock dijo secamente: Sí, pero no siempre..." (El país de Juan Rodolfo Wilcock. Extractado de La Nación–Cultura del 29 de junio de 2003)
1004. El gran poeta romántico ingles John Keats,
autor del Endymión (1818), es el primero de los convocados a esta antología
sobre poetas amigos de los felinos domésticos. Keats es autor además de una oda
repleta de un intenso e irónico humor inglés dedicada al gato de la señora
Reynolds, madre de su amigo y también poeta J. H. Reynolds. Sus versos, que lo
muestran pleno de conocimientos y empatía con los gatos, se publicaron diez
años luego de su muerte. Se dice, y no es una leyenda urbana porque infinidad
de fotografías lo prueban, que desde entonces en el cementerio romano donde fue
sepultado se ven gatos cuidando la tumba del joven autor del Hyperión (1819)
fallecido de tuberculosis el 23 de Febrero de 1821 con apenas 26 años. A
continuación la obra en cuestión: Oda al Gato - "¡Gato! Tú que has dejado
atrás el gran climaterio / a cuántas ratas y ratones habrás exterminado en tu
vida! / ¿En cuántos bocados? / Contempla con tus lánguidos y brillantes ojos
verdes / aguza tus aterciopelados oídos / pero, te ruego, no me claves las uñas
que ocultas / y enaltece tu dulce maullido / contándome tus embates sobre
tantos peces, tiernos polluelos, ratas y ratones / No, no bajes tu mirada / no
te lamas tan delicadamente las garras / porque a pesar de tus ronroneos y
resuellos / y de que hayas perdido ya tu cola / y que las criadas te hayan
corrido a patadas / tu pelo sigue tan suave / como el día aquel cuando tan
joven penetraste la ventana / y quedaste por completo salpicado de astillas de
vidrio.” (Extractado de https://www.catanddogtank.com/)
1003. Louis Coulon, apodado 'Padre Coulon', fue un trabajador de Montluçon y representante del sindicalismo francés amante de los gatos. Fue popular por tener una de las barbas más largas del mundo (3m 35cm) además de ser una figura icónica de la fotografía de principios del siglo XX.
1002. La periodista Gabriela Carchak cuenta “me
pasé la vida diciendo que los gatos eran unos seres inmundos, hasta que
aparecieron ratones en mi casa y le tuve que tocar el timbre a mi vecina
pidiéndole con mi peor cara de asco: ¿Me prestás el gato? Encima, soy alérgica
a su pelo. Así llegó Jazmín a casa, pero me inmunicé en 15 días. Yo, que odiaba
a los gatos, ahora duermo con ella, que se lleva bárbaro con mi golden
retriever. Sólo una cosa tiene en contra: ¡Cuando no estoy en casa la extraño
un montón!” (Encontrado en http://divinosgatos.blogspot.com.ar)
1001. Cuentan que Bohumil Hrabal (1914-1997)
falleció tras caer por la ventana de la habitación del hospital donde había
sido internado mientras (dicen algunos) estaba dándole de comer a unas palomas,
aunque hay quienes perjuran que eran unos gatos del tejado, como fuere, sólo
una sensibilidad como la suya pudo destinarlo a una muerte así, entregado a la
humana honda tarea de amar y cuidar a los animales. Hrabal fue un novelista tan
extraordinario como diferente, a quien el éxito jamás se le subió a la cabeza.
Cuando el régimen prosoviético que gobernaba Checoslovaquia le censuró sus
publicaciones a raíz del éxito de sus “Trenes rigurosamente vigilados” de 1964,
él se limitó a seguir concentrado en su tarea dde escritor sin preocuparse del
vanitas vanitatum de publicar, mientras en un cajón iba acumulando sus grandes
obras maestras: “Yo que he servido al Rey de Inglaterra”, “Una soledad demasiado
ruidosa”, “Personajes en un paisaje de infancia” y varias más que iban y venían
pasando de mano en mano en ediciones piratas. Fue cuando el Club Pen lo animó a
presentarse tras el cambio que Hrabal rechazó la iniciativa y respondió que
bastante tenía ya con cambiarse a sí mismo como para intentar ponerse a cambiar
el mundo. Bohumil Hrabal fue un humilde y tierno hombre amante de los animales,
muy particularmente de los gatos, a los que les dedicó un libro imprescindible
en su literatura “Mi gato Auticko", editado en 2016 por Galaxia Gutenberg
con la deliciosa traducción al español de Monika Zgustova.
1000. Ella me enseñó a amar a los gatos, ella me
enseñó tantas cosas que en su momento no valoré como ahora lo hago. En esta
fotografía de 2001 se la ve enseñándole a su nieto Lautaro a amar a Suri, uno
de nuestros gatos. Lo que son las cosas, ella falleció un 30 de marzo de 2017 y
esta entrada número 1000 de mi Gaterío corresponde editarla también un 30
de marzo. Rara confluencia de hechos que se concatenan para que le dedique esta
entrada a Dora Francisca Bavio de Perrotti, mi Querida Vieja.
999. “El estilo es la respuesta a todo. / Una
manera desenvuelta de afrontar algo aburrido o peligroso. / Hacer algo aburrido
con estilo es mejor que hacer algo peligroso sin estilo. / Hacer algo peligroso
con estilo es lo que yo llamo arte. / Torear puede ser un arte. / Boxear puede
ser un arte. / Amar puede ser un arte. / Abrir una lata de sardinas puede ser
un arte. / No muchos tienen estilo. / No
muchos pueden conservar el estilo. / He visto perros con más estilo que
hombres, / a pesar de que no muchos perros tienen estilo. / Los gatos lo tienen
en abundancia…” (Fragmento de “Estilo”, poema de Charles Bukowski)
998. “Pronto, la carne que la tumba se devoró /
Volverá a ser parte de mí / Seré otra vez una mujer sonriente / Apenas tengo
treinta años y, como los gatos / He de morir siete veces / Esta será la tercera
/ Qué desperdicio / Eso de aniquilarse cada tanto…” (Fragmento de “Lady
Lazarus”, poema de la malograda gran Poeta amante de los gatos Sylvia Plath)
997. Entre los objetos personales que la poeta
Sylvia Plath dejó tras su muerte aquel 11 de febrero de 1963 se encuentra este
dibujo epigrafeado: “Gato francés curioso”. En su enigmática mirada habitan las
preguntas que nunca se responderán, las encrucijadas que jamás se resolvieron,
el sufrimiento que no se redimió. La frágil cabecita de este gatito se asoma
queriendo saber lo que pasa de este lado de la pared o de la puerta; sin embargo,
no proyecta sus ojos en nosotros sino hacia algo que parece estar a nuestra
izquierda, tal vez junto a nuestro cuerpo, algo que ni siquiera sabemos lo que
es, algo indescifrable, que queda en sombras. (Epígrafe encontrado en la web)
996. En el lujoso Hotel Algonquin de Nueva York,
en cuyo bar desde 1919 se reunían los miembros de la famosa Mesa Redonda del Algonquin,
entre los que se encontraban Dorothy Parker, Alexander Woolcott y Harpo Marx,
vivía un gato. Cuentan que en los años treinta un minino bastante desaliñado
entró en el hall en busca de comida. Frank Case, que entonces era el dueño del
hotel, estuvo a la altura de su reputación de perfecto anfitrión y le dio de
comer. El gato se instaló y se convirtió en el primero de una larga lista de gatos
residentes en el hotel. Se le bautizó como Rusty, pero la leyenda cuenta que el
actor John Barrymore, que en aquella época interpretaba a Hamlet, decidió
llamarlo como el célebre príncipe danés. Hasta la fecha ha habido en el hotel
siete gatos machos llamados Hamlet y tres hembras de nombre Mathilda. La
residente actual es Mathilda III, una preciosa rag-doll rescatada de la North Shore
Animal League, la mayor protectora animal del mundo. Primero ella se instaló en
las oficinas del hotel, pero no tardó en pasarse al lobby hasta apropiarse,
como se puede ver en la foto, de una butaca de la Recepción. Cada año el Hotel
Algonquin celebra el cumpleaños de Mathilda. En 2002, cuando cumplió siete años
y ante un centenar de invitados, Mathilda saltó encima de su tarta de
cumpleaños y se alejó dignamente dejando un rastro de crema sobre la alfombra.
Como un dato de color les contamos que a pesar de tener siempre un gato
residente desde casi principios del siglo pasado el Algonquin jamás aceptó el ingreso
de pasajeros con animales. (Extractado https://gatosyrespeto.org/)
995. Cuenta en https://www.ultimahora.com/Dirma
Pardo de Carugati: “Es bien conocida la afición por los gatos que tenía doña
Josefina Plá. Esta anécdota la ilustra bien. Una tarde estábamos conversando en
el corredor y se aproximaba la hora de dar de comer a sus protegidos. La señora
se levantó de su sillón y comenzó a cortar en pedacitos unos trozos de carne
que tenía sobre su misma mesa de trabajo. Los gatos empezaban a acercarse
lentamente, casi diría con respeto; ninguno se abalanzaba sobre las raciones
que ella distribuía. Doña Josefina entonces dijo en voz alta que no quería más
gatos, que era todo un presupuesto mantenerlos, pero que no iba a echar a
ninguno, pues se había enterado que "unos despenseros orientales del
barrio" se alimentaban de carne gatuna. En ese momento golpearon las manos
delante del portón. Eran cinco escolares de guardapolvo blanco. Doña Josefina
los dejó pasar creyendo que venían -como era costumbre- en busca de datos de
literatura para sus tareas. Pero en realidad los niños venían con tres gatitos
recién nacidos, encontrados en la calle, y como ellos sabían que a la señora le
gustaban los gatos, se los traían de regalo. "Pobres animalitos de
Dios", fue su comentario, mientras los ubicaba en una caja de cartón, y agregaba:
"Tendré que ponerles nombres". Por supuesto, allí quedaron para
siempre los nuevos huéspedes: Corbata, Bigotes y La Bella.” (Josefina Plá fue
una gran escritora, poeta y artista paraguaya de origen español, considerada
una de las principales representantes de la innovadora Generación del 40 y una
de las precursoras del feminismo en el Paraguay)
994. «Tengo un animal curioso, mitad gatito,
mitad cordero. Es una herencia de mi padre. En mi poder se ha desarrollado del
todo; antes era más cordero que gato. Ahora es mitad y mitad. Del gato tiene la
cabeza y las uñas, del cordero el tamaño y la forma; de ambos los ojos, que son
huraños y chispeantes, la piel suave y ajustada al cuerpo, los movimientos a la
par saltarines y furtivos. Echado al sol, en el hueco de la ventana, se hace un
ovillo y ronronea; en el campo corre como loco y nadie lo alcanza. Dispara de
los gatos y quiere atacar a los corderos. En las noches de luna su paseo favorito
es la canaleta del tejado. No sabe maullar y abomina de los ratones. Horas y
horas pasa en acecho ante el gallinero, pero jamás ha cometido un asesinato. Lo
alimento con leche; es lo que le sienta mejor. A grandes tragos sorbe la leche
entre sus dientes de animal de presa. Naturalmente es un gran espectáculo para
los niños. La hora de visita es los domingos por la mañana. Me siento con el
animal en las rodillas y me rodean todos los niños de la vecindad. Me plantean
entonces las más extraordinarias preguntas, que no puede contestar ningún ser
humano: Por qué hay un solo animal así, por qué soy yo su poseedor y no otro,
si antes ha habido un animal semejante y qué sucederá después de su muerte, si
no se siente solo, por qué no tiene hijos, cómo se llama, etcétera. No me tomo
el trabajo de contestar; me limito a exhibir mi propiedad, sin mayores
explicaciones. A veces las criaturas traen gatos; una vez llegaron a traer dos
corderos. Contra sus esperanzas no se produjeron escenas de reconocimiento. Los
animales se miraron con mansedumbre desde sus ojos animales, y se aceptaron
mutuamente como un hecho divino. En mis rodillas el animal ignora el temor y el
impulso de perseguir. Acurrucado contra mí, es como se siente mejor. Se apega a
la familia que lo ha criado. Esa fidelidad no es extraordinaria; es el recto
instinto de un animal, que aunque tiene en la tierra innumerables lazos
políticos, no tiene uno solo consanguíneo, y para quien es sagrado el apoyo que
ha encontrado en nosotros. A veces tengo que reírme cuando resuella a mi
alrededor, se me enreda entre las piernas y no quiere apartarse de mí. Como si
no le bastara ser gato y cordero quiere también ser perro. Una vez —eso le
acontece a cualquiera— yo no veía modo de salir de dificultades económicas, ya
estaba por acabar con todo. Con esa idea me hamacaba en el sillón de mi cuarto,
con el animal en las rodillas; se me ocurrió bajar los ojos y vi lágrimas que
goteaban en sus grandes bigotes. ¿Eran suyas o mías? ¿Tiene este gato de alma
de cordero el orgullo de un hombre? No he heredado mucho de mi padre, pero vale
la pena cuidar este legado. Tiene la inquietud de los dos, la del gato y la del
cordero, aunque son muy distintas. Por eso le queda chico el pellejo. A veces
salta al sillón, apoya las patas delanteras contra mi hombro y me acerca el
hocico al oído. Es como si me hablara, y de hecho vuelve la cabeza y me mira
deferente para observar el efecto de su comunicación. Para complacerlo hago
como si lo hubiera entendido y muevo la cabeza. Salta entonces al suelo y
brinca alrededor. Tal vez la cuchilla del carnicero fuera la redención para
este animal, pero él es una herencia y debo negársela. Por eso deberá esperar
hasta que se le acabe el aliento, aunque a veces me mira con razonables ojos
humanos, que me instigan al acto razonable». (“Una Cruza”, cuento de Franz
Kafka incluido por Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero en “El Libro de los
Seres Imaginarios” y editado en 1967)
993. Jorge de Cascante, editor de “El gran libro
de los gatos” (magnífica edición que reúne algunos de los mejores relatos,
ensayos y poemas de la literatura gatuna universal, escritos por autores
gateros de la talla de Ursula K. Le Guin, Charles Baudelaire, H.P. Lovecraft,
Anne Brontë, William Burroughs, Jorge Luis Borges, Patricia Highsmith, Carmen
Martín Gaite y varios más) publicó en su Twitter el 23 de julio de 2020, en un
nuevo aniversario del fallecimiento de la gran escritora española fallecida en
2000, esta fotografía junto a "su amistad más cercana", su gato.
992. Crookshanks, el gato de Hermione Granger
(Emma Watson) en la saga de Harry Potter, es un Kneazle. Según la autora J. K.
Rowling los Kneazle son criaturas mágicas felinas, mascotas preferidas por los
magos por su inteligencia, sagacidad, espíritu independiente y sensibilidad, además
de estar innatamente capacitados para percibir e identificar a las personas
ladinas o con segundas intenciones, atributo que los revela aptos para custodiar
la seguridad de los hogares.
991. Emma Watson tiene dos gatos, Bubbles y Domino, y en su papel más recordado, el de Hermione Granger en la saga de Harry Potter, tuvo un fiel gato persa de color anaranjado llamado Crookshanks . Emma toda la vida ha tenido gatos y cierta vez, rodeada de gatitos en el set durante una entrevista para la estadounidense BuzzFeed respondió algo que se viralizó de inmediato: “Me estoy derritiendo de amor entre estos gatitos recién nacidos y vos haciéndome preguntas. Es imposible que logre concentrarme. Muy mala decisión de tu producción traerme a un set repleto de gatitos para hacerme un reportaje.” Otra divertida anécdota gatuna con Emma tiene como co-protagonista al reconocido pastelero argentino Damián Butelar quien contó que “una vez trabajando en hotelería le hice unos macarons con forma de gatitos, porque Emma es fanática de los gatos, y se volvió directamente loca de contenta.” De manera que no se trata de una pose de estrella: a Emma Watson los gatos la vuelven sencillamente loca.