Finjo reconocerme
En el espejo
Miradas, rostros reflejo
Que me desenmascaran
¡Muchas gracias siempre!
1130. “Los gatos son príncipes callejeros,
aristógratas refinados de entre casa, finas bestias aún en la pelea y en la
noche. Es un privilegio para los seres humanos gozar de compañías de tal
sofisticación. Tener un gato es aprender a vivir más sensualmente” postula el
escritor y filósofo argentino Alejandro Rozitchner, en la foto con su gato
Father.
1129. En la portada del segundo número de la
revista chilena “La gata de Colette”, título que homenajea a la célebre
escritora francesa devota de los gatos, se anuncia que la ex ministra de
cultura Paulina Urrutia explica cómo fue que aprendió a enfrentar la pérdida en
compañía de sus gatos. Ramón Griffero, que acababa de ser nombrado director del
teatro nacional, cuenta sobre Miau, su gato, y comparte su mirada sobre el arte
y su evolución. Ramón Díaz Eterovic, autor de la famosa saga policial del
detective Heredia, habla de su trayectoria, del gato Simenon, de sus gatos y de
los gatos en general. (Pueden leer online los sucesivos números de esta imperdible revista
gatuna de colección en www.lagatadecolette.cl)
1128. “Convivir con un gato significa convivir con un filósofo del tiempo. En muchos sentidos son nuestros maestros. Hay tanto que aprender de ellos. Yo creo que los gatos, en el fondo, sienten lástima de los humanos. Les da pena que seamos una especie inferior y menos evolucionada. Comparados con ellos, carecemos de su elasticidad, su capacidad de salto, su indolencia, su agudeza visual, su gestión impecable del tiempo, su infinita elegancia, su maravilloso sistema nervioso, que les concede el privilegio de relajarse a voluntad… Y tantas y tantas virtudes más. Escritores y gatos mezclan bien, estoy de acuerdo con eso. Se ha dicho muchas veces que el gato es una criatura literaria. Lo es, porque comparte con nosotros la necesidad de aislamiento, el carácter furtivo, el apego por las cosas silenciosas y las mesas llenas de libros y papeles. Y aunque su fama de ariscos les precede, lo cierto es que, al menos en mi caso (no me atrevo a generalizar), mi gato es una criatura cariñosa, muy necesitada de mimos, juegos y caricias, hasta que de vez en cuando, sin saber por qué ni venir a cuento, me da un zarpazo o me muerde; quizá para recordarme, por si se me había olvidado, que el amor también duele...” (Fragmento de “Mi gato”, escrito por el cuentista y ensayista español Eloy Tizón)
1127. “Los perros son absolutamente sumisos, lameculos,
serviles. Uno no puede imaginarse tirándole un hueso quinientas veces a un gato y
que venga babeando con el hueso. Los gatos van
completamente a su aire. Son seres libres, son muy domésticos. Se ponen en un
rayito de sol como si lo hubieran inventado ellos al sol. Ocupan la casa de una
manera que terminas siendo un siervo de ellos y mendigando que te quieran un
poquito. Son absolutamente superiores” dice Joaquín Sabina en su cuenta de
Instagram divulgando su libro “Garagatos”. Todo empezó cuando los médicos le
aconsejaron que cuidara su voz entre actuaciones. Sabina tomó entonces nota,
pero no quiso quedarse quieto. Así empezó a recurrir a cuadernos y anotadores
en los cuales volcar su creatividad, y así en camerinos o en habitaciones de
hotel durante sus viajes y giras, agarraba lápices y rotuladores y escogía
colores y empezó a dibujar gatos, princesas, más gatos, playas soleadas, viejos
amores y amigos y gatos, siempre sus amados gatos... (En la imagen vemos a algunos
de sus gatos y su libro "Garagatos" sobre la mesa)
1126. “Así son las cosas con un gato, ya sabes,
cualquier gato. Les importa un carajo la disciplina, no pueden evitarlo, así
son ellos. Pero, si lo miras mejor y eres justo, no se trata de
insubordinación: esa no es una palabra que se aplique a un gato. De ninguna
manera. Un gato nunca es esclavo, siervo o sirviente de nadie, y no puede
serlo, no está en él serlo: puesto que es la única criatura en el cielo, en la
tierra o en cualquier lugar que no puede obedecer a nadie, incluidos los
ángeles, lo cual lo coloca por encima de todo el asunto, lo coloca en una clase
aparte. Él es independiente. ¿Entiendes lo que es? ¿Lo grande de su tamaño?
Siempre hay alguien a quien incluso un rey tiene que obedecer: ya sea su
ramera, un sacerdote, un anillo, una nación, una deidad o lo que sea, pero no
es así nunca con un gato. Él será tu amigo si quieres, si lo respetas, ese será
el límite: igualdad de condiciones también, ya seas rey o zapatero; no puedes
jugar a 'soy más que vos' con un gato. ¡No, señor! Será tu amigo pero si lo tratas
como un caballero, no en otros términos…” dice en el "El refugio de los
abandonados" Mark Twain, en la fotografía jugando con dos de sus gatos.)
1125 “El comisario Kostas Jaritos se aburre.
Recientemente fue dado de baja y se recupera de una delicada operación luego
que, durante la investigación de un caso, le dispararan en el pecho. Para
distraerse recibe la visita de sus compañeros policías, lee los periódicos,
mira la televisión y como ya no soporta a su jodida mujer termina yéndose a la
plaza donde pelea territorio con un gato callejero que no lo quiere por
allí...” (Así plantea su novela “Suicidio Perfecto” Petros Márkaris, escritor y
guionista griego reconocido por su saga de historias policíacas protagonizadas
por el comisario Kostas Jaritos en las que nunca faltan gatos.)
1124. Eartha Kitt estuvo en la inaguración del
“Meow Mix Café” ubicado en pleno corazón de Manhattan. Los gatos, sus dueños y
admiradores pueden ahora disfrutar del sofisticado establecimiento para fe-linos,
el primero en abrir sus puertas en Nueva York en octubre de 2017. Los primeros
clientes ya dieron su aprobación, devorando hasta el último bocado del menú
gatuno especial compuesto por variedades de pescado, higado y pollo. La
inauguración contó además con la presencia de la actriz, cantante y madrina del
establecimiento Eartha Kitt, la recordada Gatúbela de Batman, icónica serie de
televisión de los años 60’s quien, ante los flashes y requisitoria periodística
se jactó, confirmando que sigue siendo toda una gata: “La diferencia en mi labor
en la serie, en comparación con las demás excelentes actrices que hicieron de
Gatúblea, fue que los gatos en el set venían a mí y no necesitamos siquiera
ensayar nunca nada. Con las otras hubo anécdotas de toda clase, la que no era
alérgica gustaba más de los perros o les tenía desconfianza. En fin, entienden
de lo que les hablo?”
1123. “El precio que pagamos por ser fieles a nosotros mismos vale la pena.”(Eartha Kitt)/ Mala, quería ser mala, / fugarse con sangre y piel en las uñas, / atrapando luces en el aire. / Mala, gata mala. / Ir hacia las miradas con sigilo, / acariciando muebles, paredes, espaldas, / lamiéndose con su lengua de serpiente de agua. / Ser peligrosa, una pradera de leonas. / De sus amantes coleccionar costillas. / Vomitar algodón, escupir tachuelas, / orinar las esquinas, andar desnuda. / Toda dueña de su cuerpo. / Ella libre, ella mala.” (“I Want To be Evil”, poema del escritor y poeta venezolano Fedosy Santaella Kruk dedicado a Eartha Kitt)
1122. “La verdad es que en el principio fue un
Gato llamado Eduardo Torres que soñaba que era un Gato llamado Augusto
Monterroso que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un provinciano
amante de las letras llamado Eduardo Torres que soñaba que era un Gato. Cuando
en una portada o contraportada de un libro atribuido a Augusto Monterroso que
reúne estudios o entrevistas sobre un autor así llamado vemos a un señor afable
de gorrita de pana, mirada un tanto burlona y sonrisa apenas insinuada
sosteniendo entre los brazos a un gatito inofensivo y un poco asustado, blanco
y negro, lleno de bigotes y pestañas, retratado de perfil y que mira asombrado
con un solo ojo hacia un punto invisible para nosotros donde se encuentra sin
duda el objeto de su asombro que es sin duda un espejo (porque los gatos sólo
miran tan consternados cuando lo que miran es o tiene las cualidades de un
espejo), no hay duda: la fotografía que estamos viendo es el revelado de un
negativo que es el sueño de aquel personaje que se sueña soñado por Augusto
Monterroso. El asombro del gatito fotografiado es explicable porque lo que le
devuelve el espejo invisible es otro gato inquietantemente parecido a él mismo
y ese personaje ausente de la foto es el responsable de todo: del inocente
gatito blanco y negro que hace como si fuera el gato de Monterroso, de un tal
Eduardo Torres que hace como si fuera el personaje de un escritor que suele
firmar Augusto Monterroso y del hombre de la gorrita, que hace como si fuera el
dueño del gatito y el inventor de un personaje ficticio llamado Eduardo Torres
y que para todos esos efectos y otros tales como dedicar a sus amigos libros
llamados “Movimiento perpetuo” o “La oveja negra y demás fábulas” hace como si
fuera Augusto Monterroso. Yo antes creía que Tito amaba a los gatos. Ahora sé
que los gatos aman a Tito como uno ama a sus sueños. Lo aman porque lo han
inventado. Porque el Gato ausente de la fotografía, el gran responsable es
todos los gatos, o mejor acaso el Gato entelequia, el Gato platónico, el Gato
más gato de todos los gatos, el Gato arquetípico. Y al inventar a Tito ese Gato
que es todos los gatos lo hizo, como Dios al hombre. A su imagen y semejanza.
O, como describía un contemporáneo de Huysmans el talante felino del autor de
“A rebours”: «distraídamente atento, con una mirada de benévola malicia»:
tierno y juguetonamente cruel, curioso, entre próximo y distante, entre
amistoso y solitario. Todo ello por causa de esa arcana sabiduría que les viene
a los gatos y a Tito, como bien lo advirtió Théophile Gautier «al seguir con
los ojos, con una extremada intensidad de atención, escenas invisibles para los
simples mortales». (Escrito de Julieta Campos sobre Augusto Monterroso,
escritor hondureño nacionalizado guatemalteco y exiliado en México, considerado
uno de los maestros de la minificción y el microrrelato)
1121. Zviad Gogolauri nació en Rustavi (Georgia) en 1969 y se graduó en la Academia de Bellas Artes en 1994. Desde 2003 es miembro de la Comunidad de Artistas de Tiflis. Su obra tiene un trazo vitalista. Los personajes femeninos retratados miran vívidamente al espectador, no hay rostros sombríos, no hay muecas aciagas. Lo naif es folclórico en sus lienzos que nos recuerdan a los de Nedelchev... Y gatos, siempre pinta gatos acompañando a sus modelos, «porque lo femenino es íntimo de los felinos», asegura.