Un tango surreal
Eterna instancia entre lo que ves y lo real
Atisbo de la inmensidad inherente
Que todo en vos lo contiene
Maldita soledad indiferente
Turbia cadencia de arrabal
Puta ciudad final
Donde el amor te odia
Y la vida te duele
Mientras bufa un bandoneón
Con el aire estrangulado
El recuerdo desalmado te hiere
Y el mañana que no se anima a venir
De una vez por todas
Ya no sabe adónde ir
Y se pierde
Para Gato (si los hay)
Haberlos haylos, hubiese dicho tu abuelo gallego. Lo que no sabría él, ni ningún otro gallego, y mira que son suspicaces, es lo agradecidos que son dependiendo con quién y en que circunstancias.
ResponderEliminarUn abrazo y a lo dicho...
Sigo en la condena con cadenas cada día mas fuertes.
Abrazo y refrendo, condenado y engayolado como diría el tango que tanto amaba mi abuelo gallego.
ResponderEliminarAhí te he visto...
ResponderEliminarAhí te he visto...
ResponderEliminarTu poema, recitado con un fondo de bandoneón, tiene que ser impresionante.
ResponderEliminarYo ya le estoy escuchando...
ResponderEliminarGracias, Marian, salió así ni bien leí un mail del Gato, pero habría que pulir sus versos para que pueda acompañar dignamente el sublime sonido de un buen bandoneón, lo que sería un honor. Ninguna modestia.
ResponderEliminarClaro, Gato, por ejemplo el verso "Y el mañana por no animarse a venir" tal vez suene mejor "Y el mañana que no se anima a venir..." Pero tu sabrás. Seguro.
ResponderEliminarUna vez con los músicos, la letra viene sola.
ResponderEliminarYeah.
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