1200. “¿Qué es lo que meditas? / cuando me ves
así tumbado en el sofá / diagonal al espacio donde me siento / ¿fingiendo no
mirarte? / ¿En qué piensa tu cuerpo elástico, alargado / pronto a venir hacia mí /
¿si te lo pido? / Las orejas contenidas en recovecos / las patas que reculan /
lo que atraviesa ahora el blanco de tus ojos: / luna en cuarto creciente / ¿un
prado claro? / Y cuando duermes, como en otras horas / qué sueños te
transportan: / a la madre, la caza, la mano suave, el salto / perfecto y alto,
muy delgado / Donde: la noche sin frío / que nos abrigará un día / y que será
(sólo puede ser) igual” (‘Desnudo: estudio de la conmoción’, poema de Ana Luísa
Amaral, poeta portuguesa ganadora del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana
de 2021, a quien la literatura, la igualdad de géneros, la ecología, los
Derechos Humanos y los gatos mantuvieron siempre ocupada. Traducido por Nidia
Hernández para https://tuplanetavital.org/)
1199. Yuri Knorozov fue un lingüista soviético
que descifró la escritura maya tras varios años de trabajo en 1953. Yuri
siempre tenía la costumbre de incluir a su gato siamés Asya como coautor de
muchas de sus obras; sin embargo, sus editores siempre eliminaban esa mención.
Yuri también solía usar esta imagen con Asya como su foto oficial de autor para
ser publicada en sus trabajos, y se molestaba cada vez que sus editores la
eliminaban. Según Yuri, su siamés Asya lo inspiraba, estimulando en él un
estado de ánimo ideal para facilitar la concentración y captar de alguna manera
telepática sus concretas intuiciones e instrucciones. Eso decía Yuri pero nadie
le creyó. Sin embargo, el mundo científico tuvo que caer a sus pies tras su
gran logro. Descifrar la escritura maya fue extremadamente difícil porque no
había una 'Piedra Rosetta' para proporcionar traducciones a otros idiomas. Los
únicos rastros que quedaban eran de estelas mayas (monumentos de piedra) que se
repartieron sobre varias ruinas diferentes. Yuri Knorozov trabajó en
condiciones de aislamiento en la Unión Soviética e hizo grandes avances sin
poner un pie siquiera en América Central. Su descubrimiento fue rechazar la
noción de que los glifos mayas se basaban en un alfabeto sino en un silabario
de un conjunto de personajes escritos que representan sílabas. Cuando Yuri
publicó su trabajo fue atacado y rechazado por varios académicos prominentes de
la época, especialmente J. Eric S. Thompson, un erudito británico que creía que
la escritura maya era antifonética y se basaba en principios ideográficos.
Tampoco ayudó que Yuri publicara su investigación durante el apogeo de la
Guerra Fría, cuando los eruditos occidentales se apresuraron a rechazar las
obras de los eruditos soviéticos por el prejuicio de considerar que estaban
contaminados por la ideología marxista. Le llevó décadas a Yuri Knorozov
finalmente conseguir el reconocimiento que se merecía. Uno de sus primeros
partidarios y defensores fue un profesor de antropología estadounidense en Yale
llamado Michael D. Coe, quien más tarde escribiría: "Yuri Knorozov, un hombre
que estaba muy distante del establishment científico occidental y que, antes de
finales de los 80, nunca había visto una ruina maya ni tocado una inscripción
maya real, sin embargo, contra todo pronóstico, hizo un magnífico descifrado
moderno de la escritura jeroglífica maya.”
1198. “6 de noviembre pasado. En Villa Gesell
ocho días pasaron sin aplausos. Los últimos y únicos, que acompañaron un
rescate con vida, se habían oído diez horas después del derrumbe del Apart
Hotel Dubrovnik. Fue cuando sacaron de entre los restos de la torre a la única
sobreviviente, María Josefa Bonazza. Esta mañana las palmas, condicionadas por
la uniformidad de espesos guantes, volvieron a chocar repetidas veces sobre los
escombros para celebrar el hallazgo de una gata, atrapada entre hierros y
mampostería, con lesiones, pero en buen estado. Más sobrevivientes seguían
buscando cuando escucharon ya no maullidos, sino tibios quejidos. Los bomberos,
después de varios días de recuperar cadáveres, se reencontraron entonces con
señales de vida. Y tras despejar pedazos de ladrillo encontraron a la gatita,
que se llama Kiara, según trascendió.
Era la gata de Nahuel Stefanic, de 25 años, una de las siete víctimas
fatales que tiene hasta el momento este siniestro que mantiene todavía a una
persona desaparecida: Dana Desimone de 28 años…” (Extractado de una reciente
crónica periodística.)
1197. Oliver Reed mimando a su gatito tabby
(atigrado) al que le dio el nombre de su pieza musical predilecta,
"Jardins sous la pluie", del compositor impresionista francés Claude
Debussy. El célebre actor había encontrado a su gatito en la calle en una tarde
lluviosa, de ahí el nombre que eligió para él. Cuentan que cuando murió en sus
brazos la tristeza fue tan honda que canceló por una semana su participación en
el filme para el que lo habían contratado.
1196. Behemot o
Beguemot, también popularizado como Popota, es un gato siniestro que pertenece al
séquito de Woland, protagonista de 'El Maestro y Margarita', la novela de
Mijail Bulgakov. Beguemot (hipopótamo en ruso) es un gato diabólico que responde
perfectamente a la imagen oscura medieval del gato sirviente del demonio según
la tétrica mitología cristiana contra los gatos, depravado y enorme, negro como
el hollín o como los cuervos, sarcástico y pendenciero que gusta mofarse de
todo y de todos, y al que mejor sería perderlo que encontrárselo. (En la foto
vemos el monumento que los evoca en un banco de plaza en Járkov, Ucrania -sitio
que esperemos aún exista- con lugar en el centro para quien desee sentarse
entre el autor Bulgakov y Behemot, su gato maldito.
1195. Mijail Bulgakov (15 de mayo de 1891-10 de
marzo de 1940) fue un autor y dramaturgo soviético. Se inició como médico, pero
abandonó la medicina por la literatura. Muchas de sus obras fueron críticas de
la sociedad comunista y acabaron siendo prohibidas o sus ediciones
desaparecidas. En 1930 directamente se le prohibió publicar y también se le
negó la solicitud para abandonar la Rusia soviética. Bulgakov murió joven por
una enfermedad renal y no llegó a ver ninguna de sus obras publicadas sin
censura. Su novela más renombrada es 'El Maestro y Margarita', de la que se
publicaron "partes corregidas" en la revista Moscú en 1966 y fue
recién en 1969 que se la publicó completa una editorial de Frankfurt. 'El
Maestro y Margarita' se considera una comedia negra satírica. En sus páginas El
Diablo llega a la Unión Soviética, se presenta como el Profesor Woland,
acérrimo crítico del libre pensamiento, junto a su cohorte satánica entre
quienes destacan su asistente Fagoto y su gato negro parlante Behemoth, un
enorme gato malvado que puede caminar en dos pies, declamar arrogante, y al
cual le encantan las armas, jugar ajedrez, viajar en tranvía y beber vodka o
coñac, sintiéndose un lord inglés. Se piensa que Bulgakov tomó simbólicamente
el nombre para su gato de la figura bíblica Behemoth, la bestia del Libro de
Job, monstruo creado por Dios en alusión a la eterna lucha entre el bien y el
mal. La novela empieza narrando un sinfín de inconcebibles misteriosos episodios
mientras el protagonista advierte que ha arribado a una época y lugar donde ya
nadie cree ni en Dios ni en el Diablo. 'El Maestro y Margarita' es una de las
cumbres narrativas del siglo XX. En sus páginas el autor logró plasmar sus
ideas sobre el sentido de la vida y la historia, la libertad y el arte, el amor
y la muerte. La novela es una denuncia tan genial como feroz sobre el régimen
soviético de entonces.
1194. “Allí estaba el camión de la fruta, bajo
una solanera de mucho cuidado, y desde el tejado estaba yo bajo la sombra del
emparrado, con un ojo abierto y otro cerrado. Inés, era una joven chiquilla muy
apañada, le gustaba hacer los recados para ayudar a su abuela y ese día, como
muchos otros, con su bolsa se acercó al frutero. Vi como compraba uvas,
plátanos, melocotones y una gran sandía, si casi era más grande que ella, pero
el joven sé la puso en otra bolsa, le sería más fácil llevar toda la fruta de
una vez. Di un salto para caer a su lado, cuando de repente observe que ella en
un descuido la sandía dejaba en el suelo y está corría calle abajo. La pequeña
Inés ni se percató de ello, yo aunque maullaba repetidamente, ella no me
entendía, solo me acariciaba, por más que mis ojos cerraba y abría la niña solo
reía. Cuando se dio cuenta de que su sandía había desaparecido corrió calle
abajo como poseída, regresó toda compungida, sin saber dónde había ido a parar
su rosada sandía. Me puse a pensar, algo he de hacer para que ella vea que la
sandía en aquella esquina de la calle quedó escondida. Si mis maullidos no va a
entender, tendré que hacer algo que juré a la bruja Herminia que jamás haría,
pero creo que es un buen momento para saltarse esa regla y contentar a mi joven
amiga. Cuando creí oportuno, me puse a sus pies y
mientras acariciaba mi buen lomo, le dije con voz de barítono… —Inesita, no te
asustes, tu sandía está en el rincón de la tía Anita, allí la podrás encontrar,
baja rápido a ver porque si alguien al pasar la rescata ya jamás la verás.
Inés, ni se inmutó, me dio un beso en el hocico y corrió, tanto corrió que casi
pierde su coletero, y cuando vio la sandía solo supo decir: Mi sandia, Mi
sandia, se parecía a E.T. Este gato parlanchín tendría su castigo por saltarse
las normas, pero mereció la pena ver a la pequeña sonreír subiendo la cuesta
con la sandía entre sus brazos. (“Un gato y una sandía”, lo escribió y aportó la
foto de Cesar, su bello gato, Campirela en su recomendable fantástico blog https://campivampi.blogspot.com/)
1193. En 1983 Sam, el hijo de nueve años de Helen
Brown, autora de varios libros sobre (sus) gatos, fue atropellado por un
automóvil en una carretera de Wellington. “Días antes de su muerte Sam había
quedado fascinado con una gatita negra nacida en casa de una vecina. ¿Puedo
tenerla para mi cumpleaños? La llamaré Cleo”, cuenta Helen que exclamó su hijo,
feliz. “Nuestras vidas se vieron destrozadas, nuestra devastada familia no
tenía futuro, hasta que una semana después del funeral de Sam, la vecina
apareció en la puerta de mi casa con la gatita que él había elegido en brazos y
Rob, hermano mayor de Sam, la reconoció de inmediato y dijo ‘es la gatita que
quería Sam, bienvenida a nuestra casa Cleo!' Desde ese momento de inflexión nos
fue imposible imaginar cómo nuestra vida, pese a la ausencia de Sam, iba a
comenzar a recomponerse y a sanar. De hecho así titulé mi libro de 2009: «Cleo,
de cómo una pequeña gatita negra ayudó a sanar a una familia”» que ha sido
traducido ya a 18 idiomas y vendido más de 2 millones de copias.”
1192. Ai Weiwei es un artista chino apasionado
por los gatos. Tiene varios, “nunca me son suficientes”, rescatados de aquí y
de allá, y lo acompañan constantemente en su trabajo e incluso suelen convertirse
en protagonistas de sus obras. “Mis gatos se saben importantes”, le dijo hace
poco en una entrevista al New York Times. “Siempre quieren dormir en medio de
la cama o sentarse sobre mi hombro. Es que me alegran tanto la vida”. Su amor
por los gatos es reflejo de lo que ha vivido: “Mientras yo crecía en Shihezi,
China, en los años 60, no se veían familias con ‘sus’ mascotas, porque por
supuesto el comunismo está en contra de cualquier clase de propiedad privada, y
cualquier tipo de integración compasiva de un animal se consideraba censurable.
Los animales sólo se valoraban como instrumentos de productividad, como en el
caso de burros y caballos, o por su carne. Además, nadie tenía suficiente para
alimentarlos… Pero con el tiempo los controles cedieron y para cuando construí
mi estudio en Pekín en 2000 lo primero que quise fue que hubiera algo de vida
allí, por lo que me conseguí un gato, y luego fui dejando mi puerta abierta a
cuanto gato suelto anduviera cerca.”
1191. ¿Sus gatos son lindos o feos?... Son, para
no ser tan subjetivos si no precisos, inclasificables, y tan únicos como lo es
cualquier gato, y no te dejan indiferente además. Es imposible aquí mostrar la
infinidad de gatos que ha creado. Googleen a Lola Dupre y sus gatos y verán.
Fue muy difícil elegir uno para ilustrar esta entrada. De hecho, creo que se merecería
una Bolsa de Gatos entera. Lola es una artista nacida en Argelia y radicada en
Glasgow, Escocia, una maestra del collage y la manipulación gráfico-ilustrativa.
Utilizando diversas técnicas crea retratos surrealistas y distorsionados de
animales, personas y objetos, combinando elementos grotescos un muy fino
sentido del humor. Ella comenzó su trabajo apenas con tijeras y pegamento PVA
para cortar y volver a ensamblar meticulosamente imágenes fotocopiadas y
fotografías antiguas en composiciones en capas. Más recientemente ha incorporado
variadas herramientas digitales para perfeccionar aún más sus diseños y las
personalísimas expresiones que logró en los mismos. Influenciada tanto por el
dadaísmo como por la época victoriana y el Art Nouveau, Dupre explora la
fluidez de la personalidad, la naturaleza fragmentada de la gestualidad y la
complejidad humana en sus tiernas obras sobre gatos.