lunes, 14 de octubre de 2024

Bolsa de Gatos 1171/1180

 




1180. "El simple hecho de tenerles a mi lado echándose la siesta me hace sentir acompañada. Se llaman Molly y Otis 'por culpa' de Miley Cyrus y Rob Zombie. Siempre he sentido un amor profundo por los perros, pero un día apareció un gatito que necesitaba casa y me enamoró. Era 2015 y yo trabajaba muchas horas, prácticamente todo el día, en un home studio que había montado en una pequeña habitación de un piso en el centro de Madrid, así que después de convivir ya tanto nos entendemos a la perfección, sabemos darnos nuestros espacios, hablamos mucho. Molly suele despertarme por las mañanas para que le dé su comida, aunque podría no hacerlo, ya que tienen un comedero automático que les da la ración correspondiente. Otis es muy cariñoso, le encanta estar calentito, suele pasar el día asomado a la ventana tomando el sol y puede estar 30 minutos ronroneando sin parar”. (“Los gatos de Bely Basarte”, artículo encontrado en https://www.infolibre.es)





1179. Disco de Dave Van Ronk, Inside. Nacido en Brooklyn, Van Ronk (1936 - 2002) se mudó a Greenwich Village en su adolescencia para en 1957 grabar baladas, viejos blues y spirituals. Ya tenía un puñado de grabaciones para el legendario sello Folkways de Moses Asch cuando conoció a Bob Dylan a comienzos de los 60's. Van Ronk fue particularmente prolífico en esa década grabando y lanzando más de una docena de álbumes como parte del círculo de artistas folk que incluía al propio Dylan, Ramblin' Jack Elliot, Phil Ochs y varios más. En la tapa de este disco que hoy evocamos aparece un gato saliendo de un bar como símbolo de lo que fue su vida real en la que siempre tuvo un gato cerca. De hecho, en la película “Inside Llewyn Davis” de los Hermanos Joel y Ethan Cohen que evoca los días de folksinger de Van Ronk en el Village, donde lo apodaban "El Alcalde" de MacDougal Street, lo hacen ir y venir atravesando el gélido invierno de Nueva York con su gato, teniendo que pasar las noches en apartamentos prestados y dando conciertos en bares para lograr algún reconocimiento.





1178. "La inundación de Biesbosch en 1421", obra de 1856 del pintor holandés Sir Lawrence Alma-Tadema. Esta pintura retrata una historia conmovedora y por qué no heroica ocurrida durante la inundación de la región de Biesbosch en los Países Bajos, un desastre natural histórico que azotó ese lugar en el siglo XV dejando cientos de muertos. Según la leyenda holandesa, mientras las aguas arrasaban todo a su paso, un gato blanco y negro fue avistado entre las aguas turbulentas manteniéndose a flote sobre el respaldo de una cama para salvar a un bebé plácidamente dormido. El gato, en un acto de extraordinario temple, balanceaba su cuerpo para equilibrar el respaldo y así poder evitar que el bebé cayera al agua. Esta historia es parte del folklore local y ha sido transmitida de generación en generación como símbolo de esperanza y valor ante la adversidad.





1177. La escritora argentina Cecilia Palmeiro, una de las fundadoras del movimiento feminista latinoamericano ‘Ni Una Menos’, comparte su vida con gat@s desde hace 25 años. Cuenta que convivir con ell@s la volvió antiespecista y vegana. Dice: “L@s gat@s nos recuerdan la parte sujeto de todos los seres vivos y su derecho al buen vivir. Para las feministas, l@s gat@s son el índice de insubordinación de quienes no se someten ni aceptan el dominio humano egologofalocéntrico colonial capitalístico. Son la fuerza de la naturaleza en rebeldía, la promesa de redención y sanación del mundo. Tal vez por eso l@s gat@s fueron masacrados durante la quema de brujas junto con sus compañeras humanas, atribuyéndoles poderes satánicos. L@s gat@s no registran el antropocentrismo y desprecian las normas del mundo humano, volviéndolas extrañas para nosotres mismes. En ese sentido, l@s gat@s, como especie que fue deviniendo de compañía, nos permiten ensayar una salida de la relación de dominio con la naturaleza y vivir nuevos vínculos de horizontalidad creativa y colaborativa para la vida en común”. (Extractada de https://www.pagina12.com.ar)





1176. A Timo Berger, quien recaló en Buenos Aires hace unos años vaya a saber cómo, le encantan los gatos (pese a que le tiene alergia a su pelaje) y tanto le atraen que para exorcizar su trauma escribió “Katzentagebuch” o “Diario de gato” en el que empieza relatando: “Carola de Tirol encalló acá, vive en una pensión, en una pieza húmeda con una mesa plegable, con cucarachas y gatos a cagar. El inodoro siempre está tapado, por todos lados hay goteras..." Un libro escrito en el lenguaje de los pibes con los que el autor alemán se juntaba por las noches en cualquier calle porteña, un libro divertido para ser leído sin parar, un libro que merecería tener masividad aunque con suerte lo encontrarán en las mesas de saldos y ofertas, un libro en cuya solapa la editorial reseña: “Timo concibió especialmente su libro como un diario para los amantes de los gatos. Contiene un año repleto de vivencias entre gatos; son 190 páginas de anécdotas para recordar en cualquier momento.”





1175. "Si usted quiere concentrarse profundamente para escribir, o incluso para hacer algún trabajo de papeleo, tiene que tener un gato. A solas con el gato en la habitación donde trabaje invariablemente lo verá subirse a su escritorio. La luz de la lámpara le proporcionará calor y  gran placer. El gato se acomodará y se quedará quieto, con esa serenidad que escapa a toda comprensión y que gradualmente lo invadirá a usted mientras todos los elementos movilizadores o inquietantes que le impiden la concentración se irán apaciguando hasta devolverle a su mente el autodominio perdido. No hará falta que mire al gato todo el tiempo. Su simple presencia será suficiente. El efecto que tiene un gato en la capacidad de concentración es extraordinario y muy misterioso" asegura la novelista británica Muriel Spark.





1174. “Hoy me distraje mirando a mi gato. Con decoro, porque él es distante, discreto y sabe callar. En verdad, le anduve alrededor y recordé a Lord Byron: ‘el gato posee belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, coraje sin ferocidad; todas las virtudes del hombre sin sus vicios.’ Una semblanza menos cínica que la de Ambrose Bierce: ‘Gato. Suave autómata indestructible preparado por la naturaleza para recibir patadas cuando las cosas van mal en el círculo doméstico.’ Al mirarlo entiendo que los gatos se vuelvan invisibles cuatro veces al día, y si ellos quieren nadie puede verlos de guardia baja, empobrecidos de lluvia y madrugada. Al tiempo de atenuar su exhibición cualquier gato se hace etéreo, inatacable, y su corazón late en una verdad lejana y superior. Ya deberíamos saber ese misterio. Mi gato se llama Fidel y revive al escuchar música en mi falda; sigilo al distenderse, sutileza ajena a la gravedad, reflejo de mi espejo, cuerpo imperceptible. Al oir el Pugliese yumbeado de ‘Negracha’ o ‘La Cachila’ Fidel conmueve su pelaje y pierde su mirada lejos. Eso me anima un poco, aunque al Piazolla de ‘Verano Porteño’ mi gato no lo disfruta. Fidel, es música con esencia y te hace ver a Buenos Aires desde el cielo, le digo pero él ni se entera. Y me apena porque aún no aprendió que el tango es una catarsis nostalgiosa y absurda, que de pronto irrumpe cabalgando un silbido para hablarnos muy quedo, despacito, de nuestras plenitudes, sin testigos. Porque el tango es el vino a solas, el sueño demolido, la mirada de esa piba que a ráfagas retorna y a contraluz de todo pensamiento se adueña del momento. Fidel, el tango es en voz baja. Nos trabaja por adentro su rasguido de viola misteriosa si los gnomos del recuerdo nos llegan de costado, versallescos, o cuando los olvidos olvidados retornan de rebrote y se apropian al fin de nuestro cuerpo. Por eso el tango en alta voz y teatralero es una grosería de recién venido; sin una confesión a solas cada tanto o deschavarle a otro un ‘vos sabés cómo fueron las cosas’, sería una música más, carnestolenda. En cambio, siempre nos vuelve el tango y no perdona... Aunque ¿cómo contarle a un felino sin necesidades el enigma tanguero de los derrotados, cigarrillo de lenta ceniza meditada, reloj de insaciable desgarro? En cambio, oyendo el ‘Concierto Número Cuatro de Mozart’ Fidel se hace una fiesta. Levita leve y ligero, gato definitivo que se convierte en dos sílabas sin cuerpo y vuela oyendo el sólo de corno de Dale Clevenger. Y ya es bueno decirlo sin jactancias: mi gato tal vez sea un atigrado cualunque cabezón y sin prosapia pero su gusto musical lo diferencia. Cualquier felino puede ser un amante a hurtadillas, merodeador de habitaciones sin apenas proyectar su sombra, clandestino de hacer silencios a su antojo y llevar en sus ojos el secreto de la libertad, aunque sin pedantería, ninguno supera a Fidel para disfrutar a Mozart en mi bemol mayor.“ (“A mi gato le encanta Mozart”, gran relato de Eduardo Pérsico, jubilado autónomo y escritor argentino, con siete libros publicados, como él gustaba presentarse.)





1173. “Si les parece familiar es porque lo es“ aseguró Sarah Jessica Parker cuando los periodistas en conferencia de prensa le preguntaron por el gatito llamado Shoe en la serie “And Just Like That”, secuela de “Sex and the City”, ya que corría el rumor de que la afamada actriz, confesa loca por los gatos, se había llevado “sin permiso” del set donde filmaban al mencionado gatito para luego, rebautizado como Lotus, presentarlo junto a sus otros dos gatos, Smila y Rémy, como nuevo integrante de la familia Parker-Matthew Broderick, con quien ella está hace tiempo felizmente casada.





1172. “Jueves, 16 de agosto de 1946. Querido letrado: Como me dijo usted el otro día ‘la persecución de los escritores es la historia de Francia’.  En efecto, es nuestro deporte nacional, como la guerra es la industria nacional de los alemanes. He señalado algunos nombres de escritores exiliados, ahorcados, flagelados, etcétera, por diversos pretextos. (Nunca faltan pretextos.) Villon (fue ahorcado); Rabelais (¡escapó de la hoguera por un pelo!); Voltaire (padeció exilio); Chénier (la guillotina); Chateaubriand (fue condenado a muerte y posteriormente exiliado); Descartes (exiliado y muerto en Suiza); Béranger (fue encarcelado); Émile Zola (exiliado); Jules Vallés (exiliado); Romain Rolland (exiliado); Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, Flaubert (recibieron diversas condenas); Chamfort (suicidado antes de la ejecución); León Daudet (condenado y posteriormente exiliado); por último, Calvino (¡exilio en Ginebra!); ¡y otros cien más de menor renombre! Le recomiendo encarecidamente a mi pobre mujer Lucette y a mi adorado gato Bébert, Querido letrado. Nada, salvo la muerte, debe separarnos. Yo soy menos digno de pena que ellos en verdad. ¡Por caridad! Su fiel Destouches”, escribió Louis-Ferdinand Céline (Destouches) en sus “Cartas desde la cárcel”.





1171. María Dolores Rivero Hernández, conocida cariñosamente como "Lolita Pluma", fue una señora muy querida por toda la gente de Las Palmas de Gran Canaria que se convirtió en un personaje popular, "La loca de los gatos" la llamaban, lo que para ella era un orgullo. Había nacido en 1904, su escuela fue la calle; nunca se separaba de su vieja caja de cartón siempre repleta postales y de chicles Adam's americanos de varios sabores para venderles a los turistas; también vendía flores multicolores de papel y vivía rodeada de gatos que jamás la dejaban porque les procuraba alimento y los colmaba de cariño y ternura, y hasta veterinario les conseguía. Vivió en el Parque Santa Catalina dándoles de comer a cientos de gatos hasta convertirse en una verdadera atracción coincidiendo con el boom del turismo. Su imagen viajó por toda Europa, tanto que hoy sus fotografías reposan en miles de albumes familiares junto a sus inseparables gatos. Lolita Pluma falleció el 21 de febrero de 1987 y causó tanta pena que pronto el pueblo la extrañó, por lo que le levantaron su estatua junto a sus amados gatos, sitio obligado de los turistas hoy para fotografiarse. (Extractado de http://historiascanarias.blogspot.com.ar)


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