domingo, 1 de junio de 2025

Bolsa de Gatos 1251/1260

 




1260. Banjo fue un siamés amigo del gran actor Anthony Perkins quien, en una entrevista, descarto de plano: “No soy insociable. La presión que vivo en mi trabajo no me deja mucho tiempo para sociabilizar o hacer otras amistades”, aunque enseguida admitió “tampoco considero que sean definitivamente necesarias ya que vivo muy bien rodeado de verdaderos confiables amigos, mis gatos.”





1259. “Por dentro las montañas se estremecen / Cualquier roca o  pensamiento / Una flor, una luz, un gato, una estrella / Un cuenco de arroz o una flecha / Déjalos fluir / Nada nunca deja de estremecerse” (Poema de Lenore Kandel (1932-2009), poeta de la beat generation y la contracultura hippie)





1258. Lo ames o lo odies al polémico Howard Stern debes saber que junto con su esposa Beth son amantes y protectores de los gatos en serio. Han criado ya a más de 1200 gatitos con necesidades especiales y les han dedicado un ala entera de su confortable residencia. En un día cualquiera promedio reciben como si nada a 20  gatos que les lleva la gente, encontrados en las calles o en los parques o debajo de los puentes. Howard ya sabemos es una existosísima personalidad por sus shows en la radio y televisión estadounidense. De modo que está siempre muy ocupado pero por celular supervisa las actividades de Beth, quien es la portavoz de “North Shore Animal League”, además de utilizar sus plataformas para abogar ante sus oyentes y espectadores por el rescate y la adopción de gatos, particularmente los gatos con discapacidades que desafortunadamente no son adoptados tan asiduamente y son en cambio sacrificados con demasiada frecuencia. Para adoptar (y esto es muy real) envíenles un correo electrónico a Howard Stern y a Beth a bethsternfosters@gmail.com y verán.





1257. "Me increpó un gato mientras comía un pedazo de pastel. Su pequeño hocico apareció repentinamente entre los arbustos y parecíamos los dos sorprendidos, por un momento. Era un gato robusto, de un color anaranjado descolorido, con las orejas masticadas y la mirada dura de viejo guerrero que sobrevivió a incontables batallas. Me miró de cerca y sin dudarlo empezó a lamerme la cara. No caigo aún de ese afecto repentino. Todavía tenía rebanadas de pastel de amapola en mis mejillas y mentón, pegoteadas entre mis lágrimas. Claramente estaba en eso, pero no me importaba. La sensación de esa cálida y áspera lengua en mi cara me trajo una sonrisa inesperada. Cerré los ojos y me di el gusto. En ese momento no me importó lo que había detrás de esos gestos. Lo que importaba era que una cara amistosa y una lengua cautelosa daban allí todas las apariencias de ternura y compasión. No necesitaba más para ser feliz. Cuando terminó de limpiarme me sentí mejor, como si el mundo de repente me volviera a ofrecer posibilidades y amistades que no podía ignorar. El gato me frotó ronroneando y traté de imitar su ronroneo. Ambos compartimos ese sonido reconfortante y él parecía entender. Saqué las sobras del pastel que tenía en mi bolsillo y se lo ofrecí. El gato olfateó interesado, puso su nariz en la mía y su cola rígida señaló su aprobación. Así me arrancó un poco de oreja con un mordiscón y fue en ese momento que me di cuenta: valía la pena vivir de nuevo. Unos minutos después, salí de mi choza, con las manos en los bolsillos silbando, con el gato siguiéndome fielmente. Siempre he pensado que si quieres ser amado verdaderamente mejor te guardes unas sobras de pastel entre tus cosas.” (Romain Gary, autor de la novela “Promesa al Amanecer” en la que se basó la película homónima dirigida por Jules Dassin y protagonizada por Charlotte Gainsbourg y Pierre Niney)





1256. Jim Davis es el creador de la historieta del gato perezoso amante de la lasagna que con el nombre de Garfield adquirió fama en 1978 y desde su aguda perspectiva felina discurrió de forma burlesca respecto de las más acuciantes problemáticas mundanas, diríamos, como la existencia de los días lunes o de las dietas, por ejemplo. Desde la tira de historieta Garfield luego eclosionaría en la televisión en 1982 con su programa “Aquí viene Garfield”, el que que se convertiría en 1988 en “Garfield y sus amigos”, instalándose definitivamente como personaje animado independientemente de las modas y tendencias del negocio televisivo.





1255. “La anécdota que más me impresionó de James Dean fue aquella en la que relató cómo se preparaba para sus respectivos papeles, cómo se mentalizaba tanto para subir a un escenario como para estar frente a la cámara. Fue cuando dijo que estudiar a los gatos lo ayudaba a relajarse y concentrarse. Para él, los gatos eran los animales más relajados. Exteriormente tranquilos pero, en su interior, pura energía, tensión, introspección, nervios y contemplación. De ahí que se proponía imitar los movimientos de los gatos, su parpadeo, por ejemplo. Los seres humanos parpadeamos rápidamente, los gatos lo hacen muy lentamente. Traté de poner algo de todo eso en mi Garfield”, dijo Jim Davis, creador del exitoso gato de historieta. (En la imagen vemos a James Dean con Louis XIV, el siamés del fotógrafo Sanford H. Roth, gato adorado por el actor)





1254. “No voy a dejar que la tristeza me venza. Anoto la frase con mi mejor caligrafía llena de arabescos en una tarjeta color hueso, poniendo especial atención a la letra Z, una criatura peligrosa. Dejo la nota sobre la mesa, apoyada contra el frutero frente al que desayuno cada día. Ahí descansa durante dos semanas. La miro cada día, y cada día asiento al leerla como si cada día leyese algo nuevo en ella. Luego, una mañana, la sostengo a contraluz, la hago danzar entre mis dedos y la rompo en cuatro pedazos, antes de salir a la calle a buscar respuestas en la brutalidad sin concesiones de la ciudad. No hay que inventar nada, comprendo, todo ha sido escrito en sus adoquines, no queda ningún camino que no haya sido recorrido ya mil veces, ninguna historia que no haya sido ya contada hasta la extenuación. ¿En qué punto de esas historias me perdí?, ya no importa, nunca ha importado: la vida necesita de nuestra sumisión, no de nuestra comprensión. Cierro la puerta de casa como el condenado que sabe que no podrá regresar y allí, en la escalera que desciende a la plaza, me encuentro con el gato negro. Me observa lleno de curiosidad, una criatura imperturbable, sin miedo y convencida de su lugar en el mundo. Nos quedamos quietos, desafiándonos con la mirada. No estoy seguro de si quiere bloquear mi camino, o si pretende que lo siga para mostrarme el mapa del laberinto en el que se enredan mis días y cuya salida no encuentro porque camino con los ojos pegados al suelo. Se trata de un gato, concluyo, pueden ser las dos cosas al mismo tiempo… o ninguna de las dos.” (“El gato negro”, prosa y fotografía publicadas el pasado 2 de abril de 2025 por Beauséant en su impecable muy recomendable blog https://www.elartistadelalambre.net/)





1253. Cuenta el escritor y periodista Antonio Dal Masetto: “Una noche estábamos en un bar del Bajo y el gordo Soriano se puso serio de golpe. ‘Antonio, te tengo que decir algo’. ‘¿Qué pasa, Osvaldo?’ ‘A vos no te va a ir bien con los libros’. Y yo me quedé mirándolo: es lo peor que se le puede decir a alguien que pretende escribir. ‘¿Por qué me decís eso, Osvaldo?’ ‘Porque en tus libros siempre hay un gato maltratado’. Lo miré alarmado. ‘¿Y ahora qué hago? Porque ya está todo publicado’. Bueno –me dice–, mirá, vos sos un tipo al que le gusta andar por los bares, volvés tarde a tu casa, y de noche siempre hay gatos por ahí que andan deambulando. Cuando veas uno, trata de hacerte amigo. ‘¿Y cómo?’, le digo. ‘Acercate despacio, hablale, tratá de acariciarlo’. Lo que me estaba diciendo era que si yo lograba captarme la simpatía de un gato o dos en la comunidad internacional de los gatos se iba a correr la bola de que finalmente yo no era un tipo tan terrible sino que era una buena persona y por lo tanto por ahí me daban piedra libre para que los libros funcionaran. Al principio me costó aceptar la idea de ponerme a hablar con los gatos vagabundos de mi barrio. Pero esa misma madrugada, regresando al departamento, apenas me crucé con un gato me detuve y ensayé el primer acercamiento. Y seguí probando en las noches siguientes. Y en los meses siguientes. Y todavía lo hago. Seguramente ya no para hacerme perdonar mi falta sino para intentar con los gatos un diálogo que nos devuelva durante un rato la querida imagen de Osvaldo Soriano.”





1252. El pasado 31 de Marzo un incendio arrasó el refugio Happy Cat Sanctuary que Christopher Arsenault había construido con tanto esfuerzo y pasión. Chris, en otro acto más de coraje y amor incondicional, se adentró entre las llamas para salvar a los seres que más amaba: sus gatos... El refugio albergaba a más de 300 gatos de los cuales aproximadamente lograron salvarse 200. Lamentablemente Chris también perdió la vida adentrándose en el fuego. Él no sólo fue un rescatista sino también un ejemplo de entrega y compromiso con sus sentimientos y convicciones. Esta historia nos duele muy profundamente, pero también nos inspira a seguir luchando. Su legado vive en cada vida de cada gato que protegió y en cada corazón que hoy lo recuerda con respeto y admiración. Desde aquí nos unimos al dolor de todos los que lo conocieron y supieron valorarlo. Descansa en paz, Christopher Arsenault. Tu vida fue un gran acto de amor. (Texto replicado por todos los grupos y asociaciones protectoras de gatos de Facebook)





1251. Con profundo dolor y nuestra admiración de siempre queremos rendir homenaje a Christopher Arsenault, fundador del Happy Cat Sanctuary de Long Island, Nueva York, quien fervientemente dedicó los últimos 15 años de su vida a una misión noble y conmovedora: dar hogar, amor y dignidad a todos sus gatos rescatados de las calles. (Homenaje replicado por todas las asociaciones protectoras de gatos en Facebook)


10 comentarios:

  1. Deliciosa esta entrada gatuna,donde los humanos rinden homenaje y dan amor a los mininos.
    Y vos, con tu narrativa fluida y sensible le das el tono necesario para la emoción. (Y tanta información)
    Gracias!
    Enorme abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Los gatos son mimosos y cuando les das ese mimo normalmente te lo corresponde. Una buena entrada. Besos.

    ResponderEliminar
  3. Cuantas historias, pero la de Chris y la de Dal Masetto son pura emoción, hermosas vidas gatunas.

    mariarosa

    ResponderEliminar
  4. Conmovedoras historias.
    Especialmente me mueve el corazón todo lo que tenga que ver con refugios para animales.

    Abrazo, Carlos.

    ResponderEliminar
  5. Creature meravigliose, che adoro!
    Ciao Carlos

    ResponderEliminar
  6. Tengo prohibido leer, es decir, cansar la vista con pantallas electrónicas...
    Necesito de las vacaciones de verano...
    ¡Que todo te vaya bien, Amigo Carlos.
    ~~~~~~~

    ResponderEliminar
  7. Carlos, otra gran bolsa. En esta ocasión, con algunos de los fragmentos que por milésima vez demostrado que los gatos nos despiertan los más nobles sentimientos y "acarician" nuestras vidas. Ya vez, alguien murió por salvarlos de un incendio, alguien recoge gatos y destina parte de su casa para ellos.
    Muy sensible el final de lo que cuenta Antonio Dal Masetto.
    ¡Amo a Garfield desde siempre!
    Te cuento, con tu permiso espero, que estoy leyendo "Te receto un gato" ¡Sin desperdicio!
    Otro abrazo nevado yendo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vuelvo a leer y ¡se me lastima la vista!: "ya veS" y de paso corrijo también: no es "demostrado", quise escribir: "demuestran"

      Eliminar
  8. Toda la Bolsa espectacular.
    Particularmente me ha gustado ver a Beau y su gato negro en foto y relato por aquí. Le acabo de avisar de esta publicación.
    Y lo que has publicado sobre Dal Masetto y Soriano (¡qué grande el gordo, por favor!) no se puede creer.

    Empecé a leer "La Peste" de Camus y hay una escena con gatos, pero maltratados. Luego te la comento, pero no creo que te haga mucha gracia el personaje.

    Abrazazoooo

    ResponderEliminar
  9. Madre mía, que honor haberme metido en medio de tan selecta bolsa de gatos.. Muchas gracias, y gracias Frodo, por avisarme. Estoy en medio de esos días llenos de apatía y me cuesta hasta acercarme a las redes sociales...
    Me ha gustado mucho el 1253, por arrancarme una sonrisa y por recordarme a mi, que voy hablando con cada gato que me encuentro. Qué decir de la 1251, hay pocas personas que lo den todo por una idea, una convicción, por suerte son pocas, pero mueven mucho el mundo.

    Un abrazo y gracias, mil gracias por sacarme una sonrisa, precisamente hoy que andaba escaso.

    ResponderEliminar