Un iris de luz
Ronda el cañaveral
Espía dentro
Huye la tarde
Mientras el sol anida
Entre las ramas
Arde el aire
Suena el crepúsculo
En carne viva
Ahí el monte
Suena el crepúsculo
En carne viva
Ahí el monte
Echado en silencio
Es un animal
Caen las sombras
Envueltas en un velo
Azul de bruma
La noche pinta
El lienzo estrellado
Que es el cielo
Y entre la matas el cielo lloraba
ResponderEliminarla pasión interna
que ese lugar albergaba...
Oye, tú has nacido para el haiku. Sin desmerecer lo demás, claro.
ResponderEliminar"Huye la tarde
Mientras el sol anida
Entre las ramas"
Qué bueno!
Gracias, siempre generosa e inspirada Mucha...
ResponderEliminarGracias, Juan. Así salió, inspirado en esas fotos, imágenes no muy gancheras, pero no sabía con qué ilustrarlo.
ResponderEliminarEstá perfectamente ilustrado.
ResponderEliminarSe agradece.
ResponderEliminarComo siempre una belleza Carlos, no se porque imaginé a Vincent entre esos cañaverales,pintando con fragor... aunque en su paisaje el haya visto espigas y girasoles.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
También leí tus otras entradas, incluyendo gaterío, me encantaron, da gusto pasear por tu Blowin...
ResponderEliminarBesosssss.
Con los haikus llegó la calma:)
ResponderEliminarHe visto en esos cañaverales (escondiditos), a Lorca y a Van Gogh.
"Ahí el monte
ResponderEliminarEchado en silencio
Es un animal"
Como el que tenemos aquí al lado: un "León Dormido" Ahora está nevadito.
Gracias, Adriana, nuestro querido Vincent. Alguna vez me gustaría hacer un poema de haikus para él. Ojalá me salieran. Gracias también por leer las entradas anteriores. Da gusto que pases por aquí...
ResponderEliminarGracias, Marian. Ojalá también me salgan haikus para Federico... Tuve esa imagen como de un monte visto desde arriba echado como un animal. Y así salió. Qué gusto que te guste.
ResponderEliminarDestilan sosiego.
ResponderEliminarAgradecido y sin palabras, Marian.
ResponderEliminarComo estaba bajo mínimos, cada vez que entraba, leía estos haikus y escribía algo, lo tenía que borrar al instante y cerrar el ordenador.
ResponderEliminarA veces (en esas veces) es mejor callar que hablar por hablar.
Ahora, que resurjo de mis cenizas (como todos lo hacemos de cuando en vez) ya puedo comentar sin parecer catatónica y admirar esa forma de decir tanto en tan poco espacio de palabras.
Por fin arde el aire en carne viva.
Gracias, Ning. Algo percibía pero, por lo que sea, recuerda que "el invierno nunca deja de convertirse en primavera".
ResponderEliminarTranquilo, que tengo un batiscafo a prueba de bombas que me hace emerger cuando sale el sol ;)
ResponderEliminarAsí me gusta.
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