Escribió tan excelsa prosa en papel de arroz
Impregnado de rosas
Y lo olvidó durante siglos dentro de un cofre
Entre flores de cerezo
Que sólo le dieron su fragancia y apenas eso
Toda su prosa huele
A cerezo y rosas
Pero es su poesía
La que acaricia el aire
Rimando bendiciones y desaires
La que te enciende la piel
Paladeando tu íntima dulce hiel
La que rasga tu coraza en carne viva
Ávida de esa ternura subversiva
Cincela el fuego de tu mirada
No pide permiso ni pide nada
Descarría la titubeante virtud
Salpica tu impecable pulcritud
Desordena tus pocas certezas
Maldice a la horrenda belleza
Te babea toda y todo el cuello
Y no es degenerada por ello
Y acalla cualquier habladuría
Con su inescrutable poesía
De aroma a cerezo y rosas
Lo que no es poca cosa…
Escribió su prosa y la ordenó como poesía
Era todo lo que se proponía
Retruécanos y tautologías…
(inconcluso. mil novecientos ochenta o noventa y algo)
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