1100. “Ahora, en esta larga despedida apuñalada
de incertidumbres, descubro que jamás te he dedicado un poema. Quizá porque te
he sentido tan parte de mí, tan inmóvil en este mundo cambiante, que no soy
capaz de imaginar una oscuridad en la que no resalten las diminutas linternas
amarillas de tus pupilas. Y ya ves, Luna, incluso hoy se me agota la poesía
cuando te recuerdo y pienso que la muerte te ha arrebatado de mi lado, igual
que se ha llevado a todos los que he querido, a quienes me han querido a mí, dejando
el mundo más frío, más sumido en solitarias tinieblas. He comprendido, Luna,
que la vida es un pulso prolongado con la muerte. Un pulso que hemos perdido
antes de comenzar. Un viaje absurdo cuyo fin es aceptar nuestra soledad
desbocada y contemplar a los seres queridos como maravillosas aves de paso que
depositan su calor para después marcharse. Nadie se queda aquí. La muerte nos
configura lentamente, nos dibuja surcos en la frente y en el corazón. Mientras,
nos dedicamos a soñar que vivimos. No tengo todavía un poema para regalarte. Si
alguna vez lo escribo, quisiera reflejar en él tu genio de tigresa
asilvestrada, la sombra de tu cuerpecillo acechando tras las esquinas, las
cicatrices que me has dejado en la piel. Pero también tus besos de lija, el
ronroneo que comenzaba cuando mis dedos se deslizaban por tu cuello, por detrás
de tus orejas. «Tu gata es una fiera» me decían; pero ellos no conocían la
forma en que me mirabas, el maullido preocupado que me dedicabas cuando me
invadía el desconsuelo. Y subías a mis piernas y rozabas la cabecita con mi
piel y a veces te quedabas así, pegada tu frente contra mí en un gesto de amor
inusitado. ¡Y cómo te enfadabas cuando discutimos en casa!... Nadie, excepto tu
familia, conocerá todo eso. Serás un gato más para el mundo, otro animal de
compañía que ha pasado por la vida y ha completado su ciclo. Como todos los
gatos y los perros que vemos por la calle o en las casas de conocidos. Pero
para mí has sido y eres mucho más: una hermana, una criatura que ha demostrado
más sensibilidad que la mayoría de los humanos. Inteligente, curiosa,
intuitiva, fiel. Caprichosa, iracunda, mimosa, arrogante. Entrañable. Poblada
de una sabiduría ancestral, inherente a tu raza, que no aspiro a comprender.
Luna, Luna. Qué haré ahora que te has apagado y no puedo mirar ya tus ojos
verdes que me dicen todo con su silencio. A quién le contaré mis diatribas
mentales, para quién repetiré los temas de los exámenes. Quién se subirá a mi
mesa mientras escribo. Qué triste el mundo sin el sutil crujido de tus uñas
contra el parqué. Nadie comprenderá el alcance de tu humanidad y pensarán: es
sólo otro gato. En estos dieciséis años, algo más de la mitad de mi vida, me
has visto abandonar la adolescencia y entrar, llena de confusión, en el mundo adulto.
Has conocido a amores y amistades que se marcharon sin dejar rastro. Te has
sentado junto a mi abuelo en el sofá –el mismo sofá que destrozaste– y os
habéis regalado vuestra mutua compañía silenciosa. Has viajado a Villafranca, a
Chiclana, a Conil; has mordido a mis amigos y no has dejado indiferente a
nadie, ni siquiera a los veterinarios, que tenían que sujetarte como si fueras
una pantera, en vez de un gato. Has conocido los tiempos felices y has visto
desmoronarse nuestro mundo, ayudándonos a sobrevivir entre estas ruinas
emocionales, tejiendo una mansa complicidad, ofreciéndonos un refugio familiar,
algo que permanece, sereno, a lo que podemos aferrarnos. Al final, nos has
dejado sólo tu recuerdo. Pero eso nadie nos lo puede quitar.” (“Luna” por la
escritora y Doctora en Literatura Española Marina Casado, encontrado en https://marinacasado.com/)
1099. “Cuando me mudé a Topanga Canyon seguía con
los Buffalo Springfield, pero faltaba poco para la disolución. Me quedé en casa
de una amiga, Linda Stevens. Me gustaba vivir con ella y su hija. Me había
traído mis gatos de Laurel Canyon. Eran dos gatitos de color naranja. Uno se
llamaba Duck Egg y el otro Orange Julius, como la bebida. En aquella época
había muchos puestos de Orange Julius en Los Angeles. Era una mezcla de de zumo
de naranja con huevo batido hasta obtener un líquido espumoso con hielo.
Alimentaba y estaba bueno. Tengo un recuerdo vívido del sabor y del olor, pero ya
a nadie le interesa, salvo a mí. Es un recuerdo único porque lo asocio con ese
sabor, al igual que el olor del Los Angeles de entonces, época en la que me
trincaron por posesión de marihuana en la casa de Stephen Stills en Topanga…”,
cuenta Neil Young en su libro de memorias “El Sueño de un Hippie”.
1098. Trabajaba para JP Morgan pero renunció para
cumplir su sueño: abrir un hotel boutique para gatos. A los 50 años Margaret
Lean Cole se replanteó su vida, invirtió tiempo y dinero, y se aferró a su amor
por los gatos y al de su familia. Ahora alberga 40 gatos en una casa
acondicionada para tal fin llamada ‘Espacio Gatos’. Aunque estudió veterinaria
en la Universidad de Buenos Aires, Margaret Lean Cole nunca ejerció, y tras un
breve paso por un laboratorio de genética su vida tomó otro rumbo y fue
consultora en Sistemas de la Banca JP Morgan. Pero tenía su proyecto pendiente
y lo cumplió: “Me animé a cumplir mi sueño” le contó a TN. ‘Espacio Gatos’ no
es como una guardería estándar sino un hotel que cuenta con tres pisos y dos
salas. Abajo está el espacio común y en los dos pisos superiores las suites
privadas. Margaret y su compañero, Rene Vera Cortez, acondicionaron una vieja
casa tipo chorizo para transformarla en un hotel felino. “El éxito fue la
combinación de inversión, responsabilidad, compromiso, amor por los animales,
la familia comprometida y animarme a crecer”, resumió la emprendedora, entre
los maullidos de sus huéspedes. Los requisitos son: los gatos huéspedes deben
tener las vacunas al día, estar desparasitados, traer su pipeta para las pulgas
y, preferentemente, tener las uñas cortadas. Para compartir el espacio común,
además, deben estar castrados y presentar el resultado negativo para VIF y
VILEF (Sida y leucemia felina). Actualmente se pueden hospedar hasta 40 gatos,
pero Margaret no tiene proyectado seguir creciendo y, aunque muchos se lo
proponen, desecha abrir franquicias. “Hasta acá crecí. Quiero trabajar bien y
vivir tranquila” concluyó. (Extractado de https://tn.com.ar/)
1097. “Las Alas del Sueño”, autorretrato de
Toshiyuki Enoki. Las obras de Enoki son una eficaz combinación de realidad,
mitos y fantasía. Utilizando pinceles particularmente desgastados logra
atmósferas muy distintivas junto con una paleta de colores cálidos y apelando
muchas veces al dorado crea serenas representaciones oníricas. En este muy
particular autorretrato de 2012, así lo definió el propio artista,
“autorretrato”, se representa junto a un gato.
1096. Toshiyuki Enoki es un artista japonés
nacido en Tokio en 1961, especialista en la técnica tradicional de la laca y en
otras tales como las pinturas al óleo, acrílico, acuarela, en tinta china y en
el uso de láminas de metal en distintos soportes, papel, lienzo y madera. Enoki
estudió Arte y Diseño en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de
Tokio y su inocultable pasión, aparte de la pintura, desde siempre han sido los gatos.
1095. “Mi gato se llama Billy, como Billy el
Niño. Para mí fue una revolución, como también lo fue descubrir la lectura,
tener a mi hija, enamorarme, desenamorarme... Decía María Zambrano que un gato
es la perfección de algo, y es verdad. Yo les tenía fobia, los odiaba
profundamente, hasta que mi hija encontró a Billy en la Alameda, siendo aún
cachorro, me lo presentó y me dijo que iba a vivir con nosotras…” (Así narró la
escritora Belén Rubiano su conversión a la religión gatuna en el Diario de
Sevilla el domingo 1 de marzo de 2020)
1094. “Durante los últimos días se volvió viral
en las redes sociales un video donde Axel Kicillof se encontraba dando una
entrevista para la TV Pública, cuando de pronto, lo interrumpió su gata pasando
por delante de la cámara, como si nada. Katia, tal es su nombre, forma parte de
la familia Kicillof y había sido adoptada en 2019 cuando el Gobernador de la
Provincia de Buenos Aires, declarado gatófilo, visitó la Clínica Veterinaria
Municipal en compañía del Intendente de Berazategui Patricio Mussi.”
(Extractado de (https://elsolnoticias.com.ar/)
1093. La periodista, escritora y activista
feminista estadounidense Vivian Gornick vive en su piso del Bronx en Nueva York
con dos gatas (a las que bautizó como Gata 1 y Gata 2) y a las que adoptó
juntas cuando apenas tenían semanas de vida y pese a que nunca antes había
sentido deseo alguno de convivir con un animal. "Luego de décadas de vivir
sola un día de pronto me sentí anhelando que hubiera en casa algo vivo aparte
de mí misma. El miedo de mi madre a todo bicho viviente de más de dos patas se
me había contagiado desde pequeña, pero una vez que me serené se impuso mi
anhelo y allá fui en busca de una criatura cariñosa que ronroneara en mi
regazo, durmiera en mi cama o animara mi departamento… sólo que no fue una
criatura la que encontré sino dos.” Así las cosas para ella, lo demás fue enfrentar
la convivencia, difícil al principio, porque las gatas manifestaron su
naturaleza felina, estirándose las uñas en sus sillones, mordisqueando algún
adorno que les resultaba llamativo, subiéndose a cada estante o mueble alto que
hubiera en la casa, deambulando durante las noches o intentando cazar polillas
o moscardones que pudieran ingresar del exterior, hasta que Vivian se dio
cuenta que también ella debía adaptarse a “la nueva vida en trío” y enseñarles,
persuadirlas y ponerles límites, si fuera el caso, para establecer las
necesarias pautas de convivencia, todo lo cual fue de a poco funcionando a
medida que la relación entre ellas ensamblaba a la perfección.
1092. “Yo soy un gato de metal / Vivo en un
agujero / Tengo una ansiedad / Como de año nuevo / Nunca se dónde estoy / Nunca
se adónde voy / Tengo miedo de la escena de la calle / Tengo miedo que en la
calle no haya nadie / Esa es la rapsodia de los que decoran el tiempo / Por eso
vivo en los tejados / Viajo en subterráneo / Amo a los extraños / Mi comodidad
sólo es mi aventura / Nunca será igual / Nunca nada dura /¿Vos te querías
comprar un perro? / Pero soy un gato / ¿Vos te querías comprar un perro? / Pero
soy un gato.” (“Gato de metal, canción de Charly García del disco “Filosofía
Barata y Zapatos de Goma”, su sexto álbum solista aparecido en 1990)
1091. "Los animales que ven en la noche son
animales sagrados, como el búho y el gato. Ellos ven con el inconsciente, como
los poetas, ven con lo no racional, con esferas inconscientes muy profundas.
Por eso cuando te duele un hombro o el pecho, o cualquier lugar del cuerpo, el
gato va y se acuesta donde te duele y absorbe las malas energías. Tiene su ‘ojo
clínico’. Es un acompañante terapéutico magnífico y mágico.” (Alejandro
Jodorowsky Prullansky, artista, cineasta y escritor chileno nacionalizado
francés, en la foto con su gata Dulce)