Días después de que viniera a buscarlo
Su amiga la muerte, como alguna vez
Leonard Cohen la había llamado
Su hijo Adam encontró
Una serie de cuadernos
En los que su padre, no sin obsesión
Durante años había garabateado
Con raros automatismos
A modo de epígrafes
Un centenar de autorretratos
De sus inequívocas facciones
Interpretadas por su invariablemente
Inestable estado de ánimo
Una semana luego de ese hallazgo
Mientras Adam ordenaba los papeles
Que su padre había dejado
Atiborrados sobre su mesa de trabajo
Una muchacha gitana
Llamó a la puerta de calle
No tendría más de treinta
Y por la tele, dijo
«Lo de Leonard» se había enterado
Para enseguida agregar que con el pasar
De los días había comenzado a extrañarlo
Al rato la gitana empezó a recorrer
La casa en la que era evidente
Que había ya estado
En el jardín jugó con los gatos
Que con nombres hispanos y griegos
Leonard había bautizado
Entre sonrisas lagrimeó
Al parecer recordando
Y más tarde, con sus ojos tristes
Aún mojados
Fue hasta el escritorio de Adam
A pedirle si podía llevarse
Uno de esos lápices que su padre
Había usado en sus autorretratos
Adam la dejó elegir el lápiz que quisiera
Y ella comenzó a contarle
Como si él le hubiera preguntado
«Había llovido esa noche
La calle estaba llena de charcos
Encendidos como espejos
Allá y aquí diseminados
Y al ver que no me animaba a cruzarlos
Leonard me tendió su mano
Después quiso que le leyera el destino
Y le dijera cualquier cosa que viera
Lo que fuera, algo»
La gitana se tomó todo el tiempo
Buscó cada palabra, no apuró su relato
«En su mano el futuro
Estaba claramente revelado
Pero Leonard era uno de esos tipos
A quienes los sobrevive su pasado
Por lo que su obra era
Al mismo tiempo su destino
Y eso ya nadie podría cambiarlo
Debieras estar tranquilo, le dije
Y sonrió entonces, emocionado
Nada te quedará pendiente
Ni serás olvidado»
«Había días que nos quedábamos
Remoloneando en la cama
Hasta el mediodía
Leonard escribía en voz alta
Tarareaba las canciones, así componía
Me dedicó unos versos que tengo
En mi laptop
Susurrados sobre una bella melodía
Me dijo que eran míos para siempre
Y que no los olvidara
Como él jamás me olvidaría»
De pronto la gitana se quedó callada
Otra lágrima resbaló por su mejilla
Aunque sonreía
Y al final, cuando ella ya se iba
Adam quiso saber por qué su padre
Se había dibujado tanto
«No lo sé. Leonard sentía apego
Por su obra, pero decía que adonde iba
No necesitaría identidad
Que allá, al otro lado, todos volvemos
A ser parte de una misma eternidad
Por lo que, tal vez, quiso dejar aquí
De este lado, cada rasgo suyo
Cada eco de sus versos y trazos
Por si a alguien alguna vez
Se le ocurría
extrañarlo»
Leonard Cohen – The Future