miércoles, 5 de marzo de 2025

Sistema de creencias

 




No sé decir lo que veo
Mucho menos lo que siento
Ni hablar de lo que pienso…
Tal vez porque no llego a concebir
Nada inmóvil o siquiera en silencio
Por lo que me es imposible definir
O enmarcar este impreciso momento
Aparte de que tengo la real pretensión
De no desvirtuar jamás ningún hecho
Porque no quisiera arruinar su sentido
Con agregados o meros significados
Que apenas logro especular o me invento
Y además porque sé que lo que veo no es
Exactamente como se ve o como la mirada
Inducida por las normas, la moda o las formas
Quieren hace rato hacerme creer
De ahí que prefiero argüir que las palabras
Son espejos donde nos miramos sin vernos
Y sin asumir el ocasional diverso atuendo
Que es nuestra imagen, verdadero lenguaje
Constantemente de viaje según pasa el tiempo
Acondicionado por ese sistema de creencias
Que identificamos como nuestra realidad


Bolsa de Gatos 1221/1230

 




1230. Christopher Lee y su 'gato amigo' Renfield, nombre que evoca al personaje devoto sirviente come moscas del Conde Drácula en la novela de Bram Stoker. “Me gustan los gatos. Admiro su independencia y su autosuficiencia. No le puedes instar a nada a un gato, hará lo que quiera, eso me encanta y por eso los respeto: los gatos no serán serviles ni aduladores ni intimidados por nadie jamás. No podrás creer que los tienés y que eres su dueño, nunca, puesto que ellos son los que te eligen y ni te enteras. Es una relación de respeto mutuo entre iguales la que te proponen. Son seres en mi opinión admirables.





1229. Alice Walker es una novelista, famosa autora de 'El color púrpura', además de activista, ganadora del Premio Pulitzer y amante guardiana de gatos en varios albergues. Aquí presentamos las particulares referencias que sobre dos de sus gatos hizo en una entrevista: “Snaggletooth Kitty es un nombre intraducible; se lo puse porque es una gata que tuvo una vida bastante dura hasta llegar a mí; tenía algunos dientes rotos y otros torcidos, lo que le dificultaba poder alimentarse bien. Quien no la conocía podía verla fea, pero yo la miraba y veía la encantadora perfección de sus muy distintivas imperfecciones. En cambio a Tuscaloosa lo llamé así porque significa ‘Guerrero Negro' en lengua choctaw. Como se desprende de su nombre, lo sentía intrépido, solitario en la gran ciudad pero a la vez con mucha necesidad de protección. Por aquel entonces vivía en un pequeño apartamento de tres ambientes en un segundo piso en Park Slope, Brooklyn, y mientras trabajaba en el escritorio que daba a la calle Tuscaloosa se dormía plácido entre mis pies, pero abría los ojos de inmediato ante cualquier ruidito, siempre listo para protegerme.”





1228. Jean Cocteau creo en París "El Club de Los Amigos de Los Gatos" con la única finalidad de contar con un lugar dónde reunirse con sus amigos a intercambiar experiencias y aprender sobre gatos, su casi religiosa fascinación, y tanto que hasta él mismo diseñó un pin de acceso a las exclusivas tertulias. En dicho club se realizaban muestras pictóricas o fotográficas y se daban conferencias y espectáculos sobre un tema excluyente, los gatos. Artistas e intelectuales gateros como Foujita, Colette, Stravinsky, Erik Satie, Jean Marais y Picasso, entre otros, asistían como caracterizados socios de ese club de gatótilos, única condición para integrar tan selecta afición.





1227. La escritora estadounidense Patricia Highsmith, autora de “El talentoso Sr. Ripley” y “Extraños en un tren” no tenía precisamente una reputación que inspirara calidez en la gente sino más bien una dura personalidad que sólo suavizaban los gatos. Los prefería a los humanos. "Mi imaginación funciona mucho mejor cuando no tengo que lidiar con la gente, por lo que recurro a mis gatos para afrontar mi día a día. Cuando me levanto por la mañana primero preparo el café y recién entonces les digo a mis gatos: hoy, si no viene nadie, va a ser un gran día”, declaró ante Naim Attallah en una entrevista. Highsmith compartió su vida con muchos gatos: los más famosos fueron su siamés “nariz de chocolate” llamado Semyon, Sammy, Charlotte (del que se cuenta no dejó de llorar cuando Highsmith falleció) y un "gato atigrado" al que no llegó a ponerle nombre tras recibirlo como regalo en su último cumpleaños. Es que dar nombre para ella era fundamental y debía estar lúcida, siempre decía, para saber hacerlo. Se cuenta además que tuvo a Spider que finalmente fue entregado en adopción a la autora escocesa Muriel Spark, quien refirió: “Se notaba que había sido gato de escritor. Se sentaba a mi lado, serio, mientras escribía.” Cuando una vez le preguntaron sobre sus sueños desde niña, Highsmith respondió: “Una encantadora casa de dos pisos, que no me falten buenos martinis, buenas cenas con vino francés, una buena compañera, libros y gatos, muchos gatos.





1226. El primer gato conocido o del cual se tenga históricamente registro aparece mencionado en el Egipto Antiguo como Nedjem, nombre que significa “Cariño”. Fue un gato de llameante anaranjado pelaje que vivió hace unos 3500 años durante el reinado de Thutmosis III, sexto faraón de la dinastía XVIII, quien fue conocido además como un devoto protector de los gatos, ya que fue el primero que impuso las más severas penas para el o la que persiguiere, atacare o dañare siquiera a cualquier venerable gato. (Imagen de Nedjem encontrada en Karnak)





1225. El 30 de junio de 2013 se inauguró una estatua conmemorativa de la poeta Wisława Szymborska en Kórnik, Polonia. Diseñada por Piotr Mastalerz y Dawid Szafrański dicha estatua monumento presenta a Szymborska, vestida como para dar uno de los habituales paseos por el parque de la ciudad en la que vivió, a punto de descansar en uno de los bancos en donde hay también una estatua de un gato en alusión a su ya célebre poema, 'Un gato en un piso vacío', y a la predilección que por ellos sentía Wislawa. El encanto del monumento, además, parece estar invitando a los transeúntes a tomar asiento un rato junto a Szymborska y el gato.





1224.  “Necesitas a tu gato / Cuando te desplomas / Cansado y plano / Demasiado urbano / Entre demasiados ascensores y pisos / Demasiadas luces de neón y pasillos/ Demasiada gente diciéndote qué debes / Y lo que no debes hacer / Con demasiado dolor de cabeza / Resplandores y demasiadas respuestas / Nunca se sabe / Acaricias luego al gato / Te calienta las rodillas / Te das cuenta que su ronroneo es tu batería / Levantas las manos / Fluyen los poderes que las fieras ignoran / Y te sentís como nuevo / Con tu gato en tu regazo / Das un bostezo de leopardo / Fue una siesta de un tigre” (“Gato”, poema del laureado poeta y escritor de textos infantiles Ted Hughes, incluido en su libro “El gato y el cucú” e ilustrado por Flora Mc Donnell)





1223. “Era la hora del almuerzo, el día se prestaba para salir por un rato de la oficina para almorzar al aire libre. Durante todo el invierno fue imposible hacerlo, por obvias razones, pero ese día soleado de primavera, decidí salir, harta de escuchar justamente a la hora del almuerzo a Peralta hablar de sus hemorroides irritadas por la comida que tan amablemente le preparó su suegra o a Marilina quejarse como siempre del olvidadizo de su novio y sus aniversarios de mes, día y año. Y luego el jefe, haciéndose el canchero, narrando sus aventuras de fin de semana. No, si realmente siempre fue insoportable la hora de la comida en la oficina, no puedo darme el lujo de comer en el bar de la esquina muy seguido, así que táper en mano cada día, me siento estoica en la pequeña cocina de la oficina junto a mis compañeros y mientras voy deglutiendo mi alimento los “escucho” por educación. Ese día decidí salir a respirar aire fresco y cruzarme hasta el parque que está a dos cuadras del trabajo. Agarré mi bolsa y apresuradamente bajé por las escaleras para que nadie se colara en mi plan y poder disfrutar de un almuerzo relajado. Busqué un banco a la sombra de un frondoso pino y allí me senté, saqué mi ensalada, sin notar que debajo de mi asiento había una pequeña mota peluda gris, durmiendo camuflada sobre unas sucias y malolientes medias de lana al tono con su pelaje. Al oler el atún de mi ensalada abrió sus ojillos desesperados y empezó a maullar, le di un poquito del pescado que devoró en un instante, le di un poco más y se lo tragó en un abrir y cerrar de ojos, no conforme con eso el pequeñín se trepó por mis pantalones buscando más alimento, le puse todo lo que restaba del atún en la tapa de mi táper mientras yo me comí la lechuga, el tomate y el huevo duro lo miraba y me enternecí con él.  Todavía me quedaban cuarenta minutos antes de volver a la oficina, así que dejé que el pequeñín durmiera en mi regazo mientras escuchaba su suave ronroneo de felicidad, entonces me decidí y mientras lo acariciaba le dije: -Ya no vas a estar solo muriendo de hambre y durmiendo en unas malolientes medias para calentarte, pequeño, a partir de hoy eres mi gato… Ese día no regresé a la oficina, mentí argumentando que me sentía descompuesta y me fui a casa a llevando a mi nuevo compañero.” (“Mi nuevo compañero”, escrito por Patricia Fulvey, en la foto con su gata Olivia, y publicado recientemente en el más que recomendable blog https://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/)





1222. “Con el corazón absolutamente roto, les cuento que Nacho ha fallecido en paz. Normalmente no publico asuntos familiares privados, pero realmente creo que él era ya como el gato de todos en cierto modo. Nacho tenía una magia especial. Llegó a mi vida cuando más lo necesitaba y trajo momentos de alegría y sólo momentos de alegría a mi hogar… En este momento mi único pensamiento reconfortante es saber que su imagen y legado vivirán para siempre a través de ‘Made by Nacho’, el alimento que él me inspiró a crear para nutrir a todos los gatos del mundo. Por favor, recen por Nacho. (Comunicado en Facebook del reconocido chef gatófilo Bobby Flay por el fallecimiento en octubre de 2023 de su amado Maine Coon Nacho)





1221. "El gran filósofo, escritor, dramaturgo y poeta griego Nikos Kazantzákis también tuvo una gata como compañera. Fue durante una de sus estancias en Egina, la más duradera, donde permaneció por 15 años a partir de 1931, conviviendo casi en soledad con su gata. De esta etapa habla en sus cartas con su esposa Helena y las incluye en su libro "Nikos Kazantzákis, el intransigente – la biografía del autor”, revelando en ella un amor en gran medida desconocido por una gata llamada Sminthitsa. "Smintheus, nombre culto de Apolo, era un exterminador de ratones…”, escribe en una de esas cartas, “y no se nos escape que los antiguos egipcios habían exaltado en el gato atributos de deidad. En verdad te digo, Helena, Sminthitsa logró fascinarme de tal manera que le descubrí una expresión humana que despertó en mí todo lo que podía habitarme de felino y comencé concientemente a imitar sus maullidos, enojados o tiernos, intentando comunicarme con ella, y lográndolo. Me imagino que si vivimos durante años en el desierto con un animal la devoción por ese animal se irá manifestando lenta y gradualmente hasta que hombre y animal ya casi no se diferenciarán o existirá una diferencia apenas perceptible, física, quizás."