Trémula calma
Una ola sacude
El cuerpo del mar
Una ola sacude
El sueño del mar
1120.”Un gato callejero llamado Bob” de James
Bowen es un best seller mundial: la historia en primera persona de un hombre
que vive en las calles de Londres y tiene la buena fortuna de hacerse amigo de
un gato. James Bowen es un músico callejero de los tantos que hay por las
calles de todo el mundo que un día se encuentra con un gato callejero de los
tantos que hay por las calles y tejados de todo el mundo, y decide llamarlo Bob
para, a partir de ese mismo momento y por varios años, ser compañeros inseparables.
Tanto le cambiaría la vida a James Bowen ese encuentro fortuito con el gato Bob
que se convertiría en millonario. Juntos viajarían por todos lados y hasta
harían la película “Un gato callejero llamado Bob” contando sus vivencias y
aventuras, y publicarían además tres libros, “El mundo según Bob”, “Un regalo
de Bob” y “El pequeño libro de Bob” vendiendo más de 10 millones de copias en
casi 40 idiomas. James Bowen pasaría entonces de vivir en la calle a tener su
propio piso, dejaría atrás la triste vida de un marginal depresivo que no podía
dejar las drogas para reintegrarse a la sociedad, siempre al lado de su querido
amigo Bob, hasta que pasados los años, muy felices años juntos, al cumplir sus
14 Bob falleció, lo que llevó a James Bowen a comunicar a través de un conmovedor mensaje
en su Twitter rubricando esta inolvidable gran historia real: “Bob me salvó la
vida. Tan simple como eso. Me dio mucho más que su afecto y compañía. Con él a
mi lado encontré mi camino y la determinación que me faltaba. Nunca hubo nadie
como él para mí y nunca lo habrá. Siento como si hubieran apagado la luz en mi
vida. Nunca lo olvidaré ni alcanzaré a agradecerle todo lo que hizo posible…”
1119. “Todos los gatos de la región son un ruido
en el techo / igual que el de los reos fondeados entre bolsas en un hueco del
río / -ritos de amor, ritos de combate- / hasta que se descuelgan ya muertos o
cansados / para asediar mi casa / se revuelven / como tribus de arañas en el
fondo del agua / me reclaman un lugar en el lecho / y de comer según los usos
del último tratado / -alianza concertada con el viejo que dio nombre a los
gatos / sembró las margaritas, los geranios / (donde orino cuando estoy
apurado) / comió sobre esta mesa /
durmió sobre esta cama / murió sobre esta cama como un sapo / Las moscas
de mi mesa son las mismas que engordan / en la mesa de mis ochovecinos
pensionados de guerra / son de vuelo pesado y paso torpe / mansas para la
muerte, son el día / Por la noche los gatos / Allá vuelven / Cierro la puerta
con dos vueltas de llave, toco madera” (“Por la noche los gatos - Poesía
1961-1986” de Antonio Cisneros)
1118. “Desde siempre me he visto envuelta en esas
situaciones, como aquella mañana con el psiquiatra. Él estaba viviendo en la
casita detrás de la mía mientras remodelaban la casa que se acababa de comprar.
Parecía muy simpático, y además era guapo, así que por supuesto quería causarle
buena impresión, y hasta le habría llevado unos pastelitos de chocolate, pero
tampoco quería violentarlo. Una mañana, justo al amanecer, como de costumbre,
me estaba tomando un café y contemplando desde la ventana mi jardín, que en ese
momento era un prodigio, con las enredaderas de caracolillo en flor y los
delfinios y el cosmos. Me sentí, bueno, me sentí rebosante de alegría… ¿Por qué
titubeo al contarlo? No quiero parecer melindrosa, quiero causar buena
impresión. La cuestión es que estaba contenta, y eché un puñado de alpiste en
la terraza y sonreí abstraída mientras docenas de tórtolas y pinzones acudían a
comer las semillas, cuando de pronto, zas, dos gatos enormes saltaron a la
terraza y empezaron a zamparse los pájaros entre una nube de plumas, en el
preciso momento que el psiquiatra salía por su puerta. Me miró consternado,
dijo «¡Qué horror!» y huyó. A partir de aquella mañana me evitó completamente,
y no eran imaginaciones mías. Cómo habría podido explicarle que todo ocurrió
muy rápido, que no sonreía porque me divirtiera la carnicería de los gatos,
sino que no había dado tiempo a que mi felicidad al ver los caracolillos y los
pinzones se disipara...”(Fragmento de “Manual para mujeres de la limpieza” de
Lucia Berlin)
1117. Jacopo Bassano pintó este cuadro en 1542
cuando el gato era visto como un símbolo de los más horrendos pecados, por lo
que, según los estudiosos, en sus varias representaciones de “La Última Cena”,
mordaz como solía ser, ubicó siempre al gato cerca de Judas, el traidor.
1116. Los Bassano fueron todos grandes pintores amantes
de los gatos. Todos integrantes del manierismo de la Escuela de Venecia proveniente
del Renacimiento italiano. La familia estaba compuesta por Jacopo Bassano, hijo
de Francesco Bassano El Viejo y padre de Francesco Bassano El Joven, y Leandro
Bassano, todos nacidos en Bassano del Grappa, localidad a pocos kilómetros de
Venecia, y todos además coincideron en incluir gatos en sus obras. (Este cuadro
fue pintado por Leandro Bassano, 1557-1622)
1115. “¿Por qué tantos escritores eligen al gato
como mascota? «Porque mi mujer me lo impone, dado que ella también es una gata
y de hecho, aunque adora a los perros, tiene tanto miedo de que les hagan daño
a alguno de nuestros tres mininos que jamás entraría un can en esta casa», nos
dice contundentemente Antonio Escohotado. «Esmeralda, y dudo con ese nombre
porque empezó llamándose Melania, tiene como una extraña pasión carnal conmigo
(risas), y no es broma. Le ha dado tal ataque de amor que todas las noches duerme
en mi cama, ¡sobre mis partes pudendas! Ignoro si porque se trata de una zona
calentita o si anidan en ella otros motivos. El caso es que tengo que
levantarme varias veces al baño, y no lo necesitaría, pero es que me presiona
la vejiga», remata con humor el filósofo, jurista, ensayista, traductor y
profesor universitario español Antonio Escohotado Espinosa en esta entrevista
en https://www.larazon.es/
1114. «Mi gata estuvo ahí como testigo de todos
mis libros», dijo la escritora uruguaya Natalia Mardero.
1113. Disco de Bob Dylan de 1965, “Bringing It
All Back Home”. En la foto de portada aparecen Dylan con un gatito entre las
manos y Sally Grossman, esposa de su manager Albert Grossman, rodeada de
baratijas crípticas y long plays de Lord Buckley y los Impressions, Robert
Johnson y Ravi Shankar, una revista Time con el presidente Lyndon B. Johnson en
la portada y su gato, al que llamó Rolling Stone, entre otros elementos del
decorado. Un poco como en un juego de objetos ocultos, el fotógrago Daniel
Kramer logró plasmar una composición tan ecléctica como el contenido del disco
e incluso recibió una nominación al Grammy a la mejor portada de álbum de rock de ese año.
(Encontrado en https://faroutmagazine.co.uk/)
1112. Albert Einstein amaba a los gatos, pero no
existen fotografías de él con los suyos, que tenía varios, aunque sí registros
en los que explicó: “Me gustan mucho los gatos, me parecen admirables, pero
debo tenerlos en la casa del fondo, por las pulgas, lo que me impide poder
alzarlos y dormir con ellos como quisiera. Pero me encantan y me serenan
también.” (Ante la carencia de imágenes de Einstein junto a sus gatos vemos
esta de la Murrs Galerie Berühmter Katzen de Michael Mathias Precht)
1111. “Yo también reí / pero mi risa no era una
criatura que habitaba el viento / sino un gatito púrpura y desnutrido que
rápidamente se puso a jugar / con las avecillas verdes que llenaban la mañana /
como un árbol de ramas invisibles.”
(Fragmento de “Maíz negro”, poema de Jhavier Romero, poeta, teatrista,
artista conceptual, músico y profesor de literatura panameño, Premio Ricardo
Miró de Poesía 2017, Premio Ricardo Miró de Teatro 2019. Encontrado en https://www.revistaaltazor.cl/)
1110. “El gato llega a la puerta del cuarto donde
escribo. / Se detiene… vacila… avanza… / Me clava su mirada. / Nos miramos.
Ojos contra ojos… / ¡Casi con terror! / Como dos seres incomunicables y
solitarios / Que fuésemos hechura de dioses diferentes.” (Poema de Mário
Quintana, poeta brasileño nacido y muerto en Porto Alegre en 1906-1994)
1109. “Venía de la miseria y la soledad de una
infancia sumergida en la promiscuidad familiar, de las violentas relaciones amor-odio
con la madre, del hondo desdén por Augusto Morante, el padre legal, sujeto
impotente y masoquista ante los castigos de la esposa, del rencor por el “tío”
que los procreó para luego desaparecer. Sólo su sostenida pasión por los gatos,
los niños y los juegos, que inventaba para jugar con sus hermanos, la preservó
de la locura. Un origen de hambre y dolor que amargó su prematura
independización (seguramente mal vista en la época) y muchas veces, sin culpa
ni vergüenza, la arrastró a la prostitución. La relación con Alberto Moravia,
con el cual se casó y convivió muchos años, contribuyó a ponerla en la mira,
pero fue por la trascendencia de sus escritos que Elsa Morante se afianzó en el
primer plano y obtuvo peso propio en el círculo de opiniones de la intelligentzia
italiana de mediados de siglo –a la que por otra parte evitaba–, mientras en la
intimidad se convertía en amiga dilecta de Pasolini, Bertolucci y Visconti.”
(Por Alicia Plante para https://www.pagina12.com.ar)
1108. “Mucho de gato tenía Andy Warhol quien, después de sus vivencias en el Chelsea Hotel, compartió manta y sofá con sus veinticinco gatos en su apartamento de la avenida Lexington. A todos los llamaba Sam, los dibujaba y algunos le acompañaban en sus viajes más locos. Llegó a cancelar importantes citas de negocios, con tal de no separarse de ellos. Warhol se dejaba querer y entre ronroneos descubrió hasta qué punto le traían suerte, sobre todo un gato azul, al que, cuando su ausencia se le hacía insoportable, le escribía notitas que después le dejaba en su canastilla: Querido Sam. Te echo de menos. Quien te ama, A. (¿Quién va a ser si no?)” (Extractado de //sonandoconmaletas.com)
1107. El Dios Sol Ra con forma de gato matando a
la serpiente Apofis junto al sicomoro sagrado, (1295-1186 a.c), una de las
pinturas funerarias de la tumba de Inherkhau. Desde siempre el gato fue
venerado porque mataba a las ratas que se devoraban los cereales de las
cosechas acumulados en los graneros y porque ahuyentaba a las serpientes, muy
numerosas a orillas del Nilo. Era además admirado por su belleza y elegancia y
respetado y hasta temido por sus “cualidades mágicas" (el gato imponía
respeto o miedo, dependiendo la persona), las que no eran otra cosa que la capacidad de
sus pupilas (o tapetum lucidum) de contraerse y brillar con la luz de la luna
en la más cerrada oscuridad.
1106. En la víspera del accidente en el que
perdió la vida, James Dean dejó a su gato Marcus al cuidado de su amiga
Jeanette Doty con una nota en la que le indicaba cómo debía cuidarlo: “1
cucharadita de jarabe Karo. 1 lata
grande de leche evaporada. Misma
cantidad de agua destilada o hervida. 1 yema de huevo. Mezclar y enfriar. No le
des carne o leche fría. 1 gota de vitaminas diaria. Lleva a Marcus al Dr.
Cooper en la calle Melrose la semana que viene, toca vacunarle.” Su siamés
Marcus había sido un regalo de su íntima amiga Elizabeth Taylor al inicio de la
filmación de su última película, 'Gigante'.
1105. El maestro del cine Nicholas Ray contó
sobre James Dean: “La última vez que lo vi fue una noche que de repente se
apareció por mi casa a las tres de la mañana. Tenía ganas de hablar y lo
hicimos durante horas, hasta que era ya de día. Hablamos sobre sus planes
futuros, incluyendo la película que estaba haciendo, “Gigante”, y la que
pretendía hacer. Luego, cuando ya se iba, me pidió un libro sobre gatos que le
había comentado que tenía en mi biblioteca. Amaba a los gatos. Los consideraba
sus maestros de actuación y concentración. Cuentan que el día de su muerte, su
gato, al que había dejado al cuidado de una vecina amiga, desapareció. Sin
dudas, James Dean fue uno de los más grandes'. (Esta foto, jugando con su
siamés Marcus, le fue tomada en la casa que alquilaba en Sherman Oaks,
California, días antes del trágico accidente automovilístico que le costó la
vida.
1104. “Volver a Eliot y traducirlo todo ha
supuesto una revisión de la influencia del gran poeta angloamericano en mí
mismo (y en otros poetas de mi generación, como Joaquín Pérez Azaústre o José
Daniel García). Desde la posguerra, Eliot ha estado presente en varias
generaciones: en los novísimos, en la experiencia, en la mía propia. Ahora estará
más presente aún un Eliot nuevo para nosotros, un Eliot que amaba los gatos y
el té, un habitante de Hampstead con sombrero de seda, un revolucionario con
traje y corbata, un hombre que fue vanguardista y conservador y que nos dio una
lección de resistencia moral frente a lo convulso de todo tiempo.” (Así prologa
su trabajo José Luis Rey, reconocido traductor del maestro poeta T.S. Eliot, en
la fotografía en su estudio con su gato Zuaxo sobre su brazo, para https://wmagazin.com/)
1103. La autora, pintora e ilustradora
estadounidense Dahlov Ipcar amaba a los gatos. Escribió y ella misma ilustró
una treintena de libros infantiles, entre los que destaca “El Gato de Noche”
(The Cat at Night), publicado en 1969, en el que narra las aventuras de
Goliath, un gato blanco y negro que vive en una granja y duerme de día junto a
la estufa hasta la noche cuando el granjero se va a dormir y lo saca de la
casa. Goliath disfruta eso porque puede hacer lo que más le gusta, ver en la
noche y explorar. No tiene sueño de noche. La noche lo despierta, es su mejor
momento. Avanza sigilosamente, caza siempre algo y hasta se llega al pueblo
vecino a reunirse con sus amigos gatos. Luego, con las primeras luces del nuevo
día, regresa siempre justo después que el granjero ha ordeñado sus vacas. Al
verlo la granjera lo saluda y le ofrece un cuenco de leche. Goliath se la bebe
toda y recién entonces entra en la casa, se acurruca junto a la estufa y se
queda dormido mientras el granjero exclama: “Pero qué gato tan perezoso, seguro
que se pasa la noche por ahí durmiendo y duerme luego todo el día aquí”. Pero
el gato ya no lo escucha, duerme profundamente y sueña con las aventuras de la
noche pasada.
1102. “No me interesa hablar de poesía, prefiero
hablar con mi gato o el jardinero. Aprendo más y me aburro menos. No me
interesa ser personaje, porque cuando te ven así, tu poesía pasa a segundo
plano. No me interesa si escribes o no escribes. En cambio ser poeta en serio
es una responsabilidad. La gente no debe escribir poesía, deben ser poetas. La
poesía no es una carrera, eso queda para la hípica. La poesía es la lucha
contra nuestro enemigo el tiempo y un intento de integrarse a la muerte, de la
cual tuve conciencia desde muy niño. La poesía no me interesa sólo como acto
estético, sino ético. Una manera de cambiar el mundo es empezando a cambiarse a
sí mismo. No importa ser bueno o mal poeta, sino transformarse en poeta, luchar
contra el universo que se deshace, no aceptar los valores que no sean poéticos,
de nada vale escribir poemas si somos personajes antipoéticos.” (Jorge
Teillier, poeta chileno)
1101. “Cuando ya no tuve edad para enamorar ni enamorarme de mujeres hermosas tuve a mis gatos con quienes sí que nos amamos y respetamos todavía más. Eso para mí es felicidad.” (Bohumil Hrabal, renombrado prolífico novelista checo)
Un espejo es un límpido río de inmóviles aguas
Una imperceptible superficie donde los ojos se ven
naufragar
Donde los hechos sin memoria se hunden
Donde cualquier imagen sin dejar rastro se pierde
Un vidriado plano donde una sucesión infinita de reflejos
emergen
E invariablemente uno tras otro se desenmascaran
Un impenetrable caudal de tiempo que incluso a sí mismo se
traga
1100. “Ahora, en esta larga despedida apuñalada
de incertidumbres, descubro que jamás te he dedicado un poema. Quizá porque te
he sentido tan parte de mí, tan inmóvil en este mundo cambiante, que no soy
capaz de imaginar una oscuridad en la que no resalten las diminutas linternas
amarillas de tus pupilas. Y ya ves, Luna, incluso hoy se me agota la poesía
cuando te recuerdo y pienso que la muerte te ha arrebatado de mi lado, igual
que se ha llevado a todos los que he querido, a quienes me han querido a mí, dejando
el mundo más frío, más sumido en solitarias tinieblas. He comprendido, Luna,
que la vida es un pulso prolongado con la muerte. Un pulso que hemos perdido
antes de comenzar. Un viaje absurdo cuyo fin es aceptar nuestra soledad
desbocada y contemplar a los seres queridos como maravillosas aves de paso que
depositan su calor para después marcharse. Nadie se queda aquí. La muerte nos
configura lentamente, nos dibuja surcos en la frente y en el corazón. Mientras,
nos dedicamos a soñar que vivimos. No tengo todavía un poema para regalarte. Si
alguna vez lo escribo, quisiera reflejar en él tu genio de tigresa
asilvestrada, la sombra de tu cuerpecillo acechando tras las esquinas, las
cicatrices que me has dejado en la piel. Pero también tus besos de lija, el
ronroneo que comenzaba cuando mis dedos se deslizaban por tu cuello, por detrás
de tus orejas. «Tu gata es una fiera» me decían; pero ellos no conocían la
forma en que me mirabas, el maullido preocupado que me dedicabas cuando me
invadía el desconsuelo. Y subías a mis piernas y rozabas la cabecita con mi
piel y a veces te quedabas así, pegada tu frente contra mí en un gesto de amor
inusitado. ¡Y cómo te enfadabas cuando discutimos en casa!... Nadie, excepto tu
familia, conocerá todo eso. Serás un gato más para el mundo, otro animal de
compañía que ha pasado por la vida y ha completado su ciclo. Como todos los
gatos y los perros que vemos por la calle o en las casas de conocidos. Pero
para mí has sido y eres mucho más: una hermana, una criatura que ha demostrado
más sensibilidad que la mayoría de los humanos. Inteligente, curiosa,
intuitiva, fiel. Caprichosa, iracunda, mimosa, arrogante. Entrañable. Poblada
de una sabiduría ancestral, inherente a tu raza, que no aspiro a comprender.
Luna, Luna. Qué haré ahora que te has apagado y no puedo mirar ya tus ojos
verdes que me dicen todo con su silencio. A quién le contaré mis diatribas
mentales, para quién repetiré los temas de los exámenes. Quién se subirá a mi
mesa mientras escribo. Qué triste el mundo sin el sutil crujido de tus uñas
contra el parqué. Nadie comprenderá el alcance de tu humanidad y pensarán: es
sólo otro gato. En estos dieciséis años, algo más de la mitad de mi vida, me
has visto abandonar la adolescencia y entrar, llena de confusión, en el mundo adulto.
Has conocido a amores y amistades que se marcharon sin dejar rastro. Te has
sentado junto a mi abuelo en el sofá –el mismo sofá que destrozaste– y os
habéis regalado vuestra mutua compañía silenciosa. Has viajado a Villafranca, a
Chiclana, a Conil; has mordido a mis amigos y no has dejado indiferente a
nadie, ni siquiera a los veterinarios, que tenían que sujetarte como si fueras
una pantera, en vez de un gato. Has conocido los tiempos felices y has visto
desmoronarse nuestro mundo, ayudándonos a sobrevivir entre estas ruinas
emocionales, tejiendo una mansa complicidad, ofreciéndonos un refugio familiar,
algo que permanece, sereno, a lo que podemos aferrarnos. Al final, nos has
dejado sólo tu recuerdo. Pero eso nadie nos lo puede quitar.” (“Luna” por la
escritora y Doctora en Literatura Española Marina Casado, encontrado en https://marinacasado.com/)
1099. “Cuando me mudé a Topanga Canyon seguía con
los Buffalo Springfield, pero faltaba poco para la disolución. Me quedé en casa
de una amiga, Linda Stevens. Me gustaba vivir con ella y su hija. Me había
traído mis gatos de Laurel Canyon. Eran dos gatitos de color naranja. Uno se
llamaba Duck Egg y el otro Orange Julius, como la bebida. En aquella época
había muchos puestos de Orange Julius en Los Angeles. Era una mezcla de de zumo
de naranja con huevo batido hasta obtener un líquido espumoso con hielo.
Alimentaba y estaba bueno. Tengo un recuerdo vívido del sabor y del olor, pero ya
a nadie le interesa, salvo a mí. Es un recuerdo único porque lo asocio con ese
sabor, al igual que el olor del Los Angeles de entonces, época en la que me
trincaron por posesión de marihuana en la casa de Stephen Stills en Topanga…”,
cuenta Neil Young en su libro de memorias “El Sueño de un Hippie”.
1098. Trabajaba para JP Morgan pero renunció para
cumplir su sueño: abrir un hotel boutique para gatos. A los 50 años Margaret
Lean Cole se replanteó su vida, invirtió tiempo y dinero, y se aferró a su amor
por los gatos y al de su familia. Ahora alberga 40 gatos en una casa
acondicionada para tal fin llamada ‘Espacio Gatos’. Aunque estudió veterinaria
en la Universidad de Buenos Aires, Margaret Lean Cole nunca ejerció, y tras un
breve paso por un laboratorio de genética su vida tomó otro rumbo y fue
consultora en Sistemas de la Banca JP Morgan. Pero tenía su proyecto pendiente
y lo cumplió: “Me animé a cumplir mi sueño” le contó a TN. ‘Espacio Gatos’ no
es como una guardería estándar sino un hotel que cuenta con tres pisos y dos
salas. Abajo está el espacio común y en los dos pisos superiores las suites
privadas. Margaret y su compañero, Rene Vera Cortez, acondicionaron una vieja
casa tipo chorizo para transformarla en un hotel felino. “El éxito fue la
combinación de inversión, responsabilidad, compromiso, amor por los animales,
la familia comprometida y animarme a crecer”, resumió la emprendedora, entre
los maullidos de sus huéspedes. Los requisitos son: los gatos huéspedes deben
tener las vacunas al día, estar desparasitados, traer su pipeta para las pulgas
y, preferentemente, tener las uñas cortadas. Para compartir el espacio común,
además, deben estar castrados y presentar el resultado negativo para VIF y
VILEF (Sida y leucemia felina). Actualmente se pueden hospedar hasta 40 gatos,
pero Margaret no tiene proyectado seguir creciendo y, aunque muchos se lo
proponen, desecha abrir franquicias. “Hasta acá crecí. Quiero trabajar bien y
vivir tranquila” concluyó. (Extractado de https://tn.com.ar/)
1097. “Las Alas del Sueño”, autorretrato de
Toshiyuki Enoki. Las obras de Enoki son una eficaz combinación de realidad,
mitos y fantasía. Utilizando pinceles particularmente desgastados logra
atmósferas muy distintivas junto con una paleta de colores cálidos y apelando
muchas veces al dorado crea serenas representaciones oníricas. En este muy
particular autorretrato de 2012, así lo definió el propio artista,
“autorretrato”, se representa junto a un gato.
1096. Toshiyuki Enoki es un artista japonés
nacido en Tokio en 1961, especialista en la técnica tradicional de la laca y en
otras tales como las pinturas al óleo, acrílico, acuarela, en tinta china y en
el uso de láminas de metal en distintos soportes, papel, lienzo y madera. Enoki
estudió Arte y Diseño en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de
Tokio y su inocultable pasión, aparte de la pintura, desde siempre han sido los gatos.
1095. “Mi gato se llama Billy, como Billy el
Niño. Para mí fue una revolución, como también lo fue descubrir la lectura,
tener a mi hija, enamorarme, desenamorarme... Decía María Zambrano que un gato
es la perfección de algo, y es verdad. Yo les tenía fobia, los odiaba
profundamente, hasta que mi hija encontró a Billy en la Alameda, siendo aún
cachorro, me lo presentó y me dijo que iba a vivir con nosotras…” (Así narró la
escritora Belén Rubiano su conversión a la religión gatuna en el Diario de
Sevilla el domingo 1 de marzo de 2020)
1094. “Durante los últimos días se volvió viral
en las redes sociales un video donde Axel Kicillof se encontraba dando una
entrevista para la TV Pública, cuando de pronto, lo interrumpió su gata pasando
por delante de la cámara, como si nada. Katia, tal es su nombre, forma parte de
la familia Kicillof y había sido adoptada en 2019 cuando el Gobernador de la
Provincia de Buenos Aires, declarado gatófilo, visitó la Clínica Veterinaria
Municipal en compañía del Intendente de Berazategui Patricio Mussi.”
(Extractado de (https://elsolnoticias.com.ar/)
1093. La periodista, escritora y activista
feminista estadounidense Vivian Gornick vive en su piso del Bronx en Nueva York
con dos gatas (a las que bautizó como Gata 1 y Gata 2) y a las que adoptó
juntas cuando apenas tenían semanas de vida y pese a que nunca antes había
sentido deseo alguno de convivir con un animal. "Luego de décadas de vivir
sola un día de pronto me sentí anhelando que hubiera en casa algo vivo aparte
de mí misma. El miedo de mi madre a todo bicho viviente de más de dos patas se
me había contagiado desde pequeña, pero una vez que me serené se impuso mi
anhelo y allá fui en busca de una criatura cariñosa que ronroneara en mi
regazo, durmiera en mi cama o animara mi departamento… sólo que no fue una
criatura la que encontré sino dos.” Así las cosas para ella, lo demás fue enfrentar
la convivencia, difícil al principio, porque las gatas manifestaron su
naturaleza felina, estirándose las uñas en sus sillones, mordisqueando algún
adorno que les resultaba llamativo, subiéndose a cada estante o mueble alto que
hubiera en la casa, deambulando durante las noches o intentando cazar polillas
o moscardones que pudieran ingresar del exterior, hasta que Vivian se dio
cuenta que también ella debía adaptarse a “la nueva vida en trío” y enseñarles,
persuadirlas y ponerles límites, si fuera el caso, para establecer las
necesarias pautas de convivencia, todo lo cual fue de a poco funcionando a
medida que la relación entre ellas ensamblaba a la perfección.
1092. “Yo soy un gato de metal / Vivo en un
agujero / Tengo una ansiedad / Como de año nuevo / Nunca se dónde estoy / Nunca
se adónde voy / Tengo miedo de la escena de la calle / Tengo miedo que en la
calle no haya nadie / Esa es la rapsodia de los que decoran el tiempo / Por eso
vivo en los tejados / Viajo en subterráneo / Amo a los extraños / Mi comodidad
sólo es mi aventura / Nunca será igual / Nunca nada dura /¿Vos te querías
comprar un perro? / Pero soy un gato / ¿Vos te querías comprar un perro? / Pero
soy un gato.” (“Gato de metal, canción de Charly García del disco “Filosofía
Barata y Zapatos de Goma”, su sexto álbum solista aparecido en 1990)
1091. "Los animales que ven en la noche son animales sagrados, como el búho y el gato. Ellos ven con el inconsciente, como los poetas, ven con lo no racional, con esferas inconscientes muy profundas. Por eso cuando te duele un hombro o el pecho, o cualquier lugar del cuerpo, el gato va y se acuesta donde te duele y absorbe las malas energías. Tiene su ‘ojo clínico’. Es un acompañante terapéutico magnífico y mágico.” (Alejandro Jodorowsky Prullansky, artista, cineasta y escritor chileno nacionalizado francés, en la foto con su gata Dulce)