Arlt no es un escritor que yo haya leído mucho. Me doy cuenta. Y no sé por qué lo he dejado de lado, lo he leído tan poco.
Pero al leerlo me pasa, como con casi ningún otro escritor argentino, que me escucho. Soy claro. Cuando leés a Borges inevitablemente te parece que lo estás escuchando. Porque así como hablaba, escribía. Pero como escribía Borges no hablaban no hablamos ni hablarán los argentinos.
En cambio con Arlt nos escuchamos y en su obra nos desciframos a la vez que continúa revelándose nuestra argentinidad.