En la vida también hay instantes de muerte, no todos se dan cuenta de ello. Lo ideal sería poderlos contar. No conocía esta faceta tuya, es el primer haiku que te leo, eres una cajita de sorpresas agradables. Cariños y buen fin de semana. Kasioles
Muchas gracias, Kasioles, y qué bien lo dices, como siempre, si algo valoro de vos es que sabes decir. Instantes de muerte que con la misma lógica (hoy que he tenido una pérdida) me animo a pensar (creer) que en la muerte también deben existir instantes de vida.
Siento mucho por tí esa pérdida, Carlos, pero seguro que es como dices: "en la muerte también deben existir instantes de vida". Vamos a quedarnos con eso.
Siento mucho la partida de tu madre, cuando se van "las queridas viejas" algo de nosotros se va con ellas...lo bueno es haber tenido la dicha de que nos la prestaran por un tiempo. "Lito" me acompañó en un trance jodido poco antes que Lydia mi viejita* se fuera físicamente de mi vida.
Querido amigo: Hoy quisiera poder expresar en letras mis más sinceras condolencias. Por desgracia, sé algo de pérdidas y, pese a que ya se han pasado años, yo creo que nunca llegamos a superarlas de todo, ojalá que tú tengas más fortaleza que yo y afrontes mucho mejor algo que es ley de vida y que está muy por encima de nuestra voluntad. Hoy me gustaría que te llegase un abrazo muy especial, lleva cariño, comprensión y energía positiva para que te sea más llevadero tu caminar. Kasioles
Muchas gracias, Juan, hoy más que nunca. Sí, quiero quedarme con eso y con la inesperada sonrisa que me regaló apenas unas horas antes de quedarse dormida para siempre, digo inesperada porque en su estado hacía tiempo ya que ni abría los ojos y porque durante un largo lento momento (y te juro que no exagero) detrás de la máscara de oxígeno me sonrió como uno de esos soles crepusculares de los cuadros de quien ya sabes. Me quedo con eso de por vida. Abrazo, amigo!
Muchas gracias, Adriana. Me reconfortan tus palabras con tanto sentimiento. Lo bueno, como decís, cuánta razón tenés una vez más, lo bueno fue haberla tenido y (agregaría) es el orgullo de tenerla en mi corazón y formación senso-mental para siempre.
Siento además (aunque tardíamente) que hayas tenido que pasar también por el trance de ver partir a "tu viejita". Abrazo en el alma, Adriana.
Muchas gracias, amiga Kasioles, por tan entrañables palabras (y el sentimiento que les pones) que te aseguro me llegan e impactan profunda y especialmente. Ojalá pueda yo tener la dignidad con la que murió mi madre. Creo que ahí en su muerte me dejó su última enseñanza para que pueda lograrlo.
Gracias por tus letras en mi espacio, siempre me haces reflexionar. Yo también quisiera transmitirte un despertar con fuerza de esa resiliencia que todos llevamos en potencia, te vendrá bien para estos momentos de soledad. En tus peores momentos, recuerda aquellas palabras de San Agustín: No nos entristezcamos por haberla perdido, alegrémonos por haberla tenido. Cariños en el corazón. kasioles
Alguna vez estudié a San Agustín. No debe ser casual que lo cites. Bob Dylan le dedicó una hermosa canción, que te recomiendo y ahora mismo me pongo a escuchar, de nuevo agradecido, Kasioles, por tus alentadoras palabras. Abrazo.
Interesante este haiku desbiográfico.
ResponderEliminarMorir, no sentir, no contar...
Volver a la vida, sentir, contar...
Un haiku para pensar...
Un beso, Carlos
Ana
Muchas gracias, Ana. Me levanté balbuceándolo. Y así lo subí. Se me hace cada vez más sugerente con las horas.
ResponderEliminarUn beso y un abrazo, Ana querida.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe pasó y aún recuerdo las estrellas
ResponderEliminarbeso
Muchas gracias, Mucha, y te creo, absolutamente.
ResponderEliminarBeso y abrazo.
FULLL FILOSOFÍA!!!
ResponderEliminarABRAZOS
Muchas gracias, ReltiH. Así salen las cosas... Y sí, son un poco la filosofía de uno.
ResponderEliminarAbrazo grande.
En la vida también hay instantes de muerte, no todos se dan cuenta de ello.
ResponderEliminarLo ideal sería poderlos contar.
No conocía esta faceta tuya, es el primer haiku que te leo, eres una cajita de sorpresas agradables.
Cariños y buen fin de semana.
Kasioles
Muchas gracias, Kasioles, y qué bien lo dices, como siempre, si algo valoro de vos es que sabes decir. Instantes de muerte que con la misma lógica (hoy que he tenido una pérdida) me animo a pensar (creer) que en la muerte también deben existir instantes de vida.
ResponderEliminarMuchas gracias de nuevo, amiga. Abrazo.
Donde dice pérdida por favor lee la más grande pérdida...
ResponderEliminarSiento mucho por tí esa pérdida, Carlos, pero seguro que es como dices: "en la muerte también deben existir instantes de vida". Vamos a quedarnos con eso.
ResponderEliminarSiento mucho la partida de tu madre, cuando se van "las queridas viejas" algo de nosotros se va con ellas...lo bueno es haber tenido la dicha de que nos la prestaran por un tiempo.
ResponderEliminar"Lito" me acompañó en un trance jodido poco antes que Lydia mi viejita* se fuera físicamente de mi vida.
Un súper-abrazo Carlos!
Querido amigo: Hoy quisiera poder expresar en letras mis más sinceras condolencias.
ResponderEliminarPor desgracia, sé algo de pérdidas y, pese a que ya se han pasado años, yo creo que nunca llegamos a superarlas de todo, ojalá que tú tengas más fortaleza que yo y afrontes mucho mejor algo que es ley de vida y que está muy por encima de nuestra voluntad.
Hoy me gustaría que te llegase un abrazo muy especial, lleva cariño, comprensión y energía positiva para que te sea más llevadero tu caminar.
Kasioles
Muchas gracias, Juan, hoy más que nunca. Sí, quiero quedarme con eso y con la inesperada sonrisa que me regaló apenas unas horas antes de quedarse dormida para siempre, digo inesperada porque en su estado hacía tiempo ya que ni abría los ojos y porque durante un largo lento momento (y te juro que no exagero) detrás de la máscara de oxígeno me sonrió como uno de esos soles crepusculares de los cuadros de quien ya sabes. Me quedo con eso de por vida. Abrazo, amigo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Adriana. Me reconfortan tus palabras con tanto sentimiento. Lo bueno, como decís, cuánta razón tenés una vez más, lo bueno fue haberla tenido y (agregaría) es el orgullo de tenerla en mi corazón y formación senso-mental para siempre.
ResponderEliminarSiento además (aunque tardíamente) que hayas tenido que pasar también por el trance de ver partir a "tu viejita". Abrazo en el alma, Adriana.
Muchas gracias, amiga Kasioles, por tan entrañables palabras (y el sentimiento que les pones) que te aseguro me llegan e impactan profunda y especialmente. Ojalá pueda yo tener la dignidad con la que murió mi madre. Creo que ahí en su muerte me dejó su última enseñanza para que pueda lograrlo.
ResponderEliminarTe mando otro grande y fuerte abrazo, Kasioles.
¡Qué bueno, Carlos!
ResponderEliminarQuédate con eso, por favor: "me sonrió como uno de esos soles crepusculares de los cuadros de quien ya sabes".
Un enorme abrazo, amnigo.
Amnigo quiere decir amigo, naturalmente, qué desastre!
ResponderEliminarAsí fue y así me lo quedo, amigo, como un antídoto para ciertos momentos muy fieros y duros que hay que vadear...
ResponderEliminarGracias por tus letras en mi espacio, siempre me haces reflexionar.
ResponderEliminarYo también quisiera transmitirte un despertar con fuerza de esa resiliencia que todos llevamos en potencia, te vendrá bien para estos momentos de soledad.
En tus peores momentos, recuerda aquellas palabras de San Agustín: No nos entristezcamos por haberla perdido, alegrémonos por haberla tenido.
Cariños en el corazón.
kasioles
Alguna vez estudié a San Agustín. No debe ser casual que lo cites. Bob Dylan le dedicó una hermosa canción, que te recomiendo y ahora mismo me pongo a escuchar, de nuevo agradecido, Kasioles, por tus alentadoras palabras. Abrazo.
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