Las
palabras tienen un aura
Una
emulsión
Como
indeleble traducción
De
su invisible karma
De
ahí que las palabras son como armas
Cargadas
de acepciones, pulsiones y pulsaciones
Que
traban las lenguas
Que
vociferan a los cuatro vientos
Que
desentrañan la trama macabra
Las
telarañas de lo establecido
Ya
sin ningún sentido
Que
hay buenos y hay malos
Justos
y pecadores
Como Dios manda
Ganadores
y perdedores
Que
lo normal es lo correcto
Que
eso no se hace ni se dice
Que
las palabras labran
Enhebran,
enervan, braman
Cuando
no ladran
Que descalabran
Trastabillan
Trastabillan
Hacen
trampa, inquietan, aquietan
Incitan,
prestidigitan, se agitan
Te despiertan
Veneran
venéreas mentiras
Como
si fueran verdades
Se
enmascaran, se vacían
Se
enciman unas a otras, se abisman
Se
aíslan, se ensimisman
Se
rebelan, son ellas mismas
Palabras
que más que palabras son prismas
Compuestos
de caras, vértices y aristas
Donde
la luz impacta y la verdad se refracta
En
infinitos significados y puntos de vista
Sutras
escritos en el agua y en el aire
Con
letras, cifras y citas
Eternamente
impermanentes, inciertas
Palabras
que son como cada instante
Una
puerta
Que
se abre a infinidad de otras puertas
Palabras que
han estado demasiado tiempo ocultas
Encerradas en sus claustros
Palabras que son como rostros
Que nadie recuerda
Encerradas en sus claustros
Palabras que son como rostros
Que nadie recuerda
Que
dicen haber olvidado todo lo que saben
Pero
que ya tendrán que rendir cuentas
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