Y abro de par en par la mirada...
Para no acallar las sonoras instantáneas
Que pudiera haber detectado y pretendo se lean siempre nuevas
1010. En su libro ‘Céline secreto’, la viuda del
autor de ‘Viaje al fin de la noche’ recuerda a Bébert, el gato que acompañó a
la pareja en su huida de Francia en tren: “Bébert nos salvó la vida. Me sentía
tan desolada que me hubiera dejado morir sólo para que mi gato viviese. Era él
quien nos creaba un pequeño hogar, un corazón que latía”. Céline había firmado
panfletos antisemitas durante la Ocupación y huyó a Dinamarca donde alternó la
cárcel con viviendas precarias hasta que pudo regresar a su país. En algún
momento adoptó un perro y solía escribir con él atado a su cintura para que no
devorase a Bébert, que siempre estaba vigilante. “Bébert vivio con nosotros ese
pedazo de historia, totalmente inmóvil en la mochila, sin pedir comida ni
bebida, como abstraído dentro de sí mismo pero en contacto directo con la
atrocidad del mundo”, cuenta la viuda de Céline. En estos momentos, otros gatos
(en Gaza, en Siria, en África, en Ucrania) contemplan con sus ojos esa
atrocidad y ofrecen a sus dueños algo parecido a un hogar en la intemperie”
concluye Patricio Pron en su artículo para https://elpais.com/ (En la foto
Louis-Ferdinand Céline con Lucette-Destouches y Bébert)
1009. “El gato Cascabel lo acompaña en casa los domingos que Antonio López pasa pintando. «Yo vivo el domingo en los demás, en mis hijas que nos visitan, en mis nietos que no van a la escuela» cuenta con sencillez y parsimonia el Maestro mientras acaricia a un gato al que nos presenta como Cascabel y al que le dedica todo el rato apelativos tiernos y cariñosos, como Mini. «Los animales no hacen cosas distintas los domingos, sólo el hombre lo ha reglamentado así, porque el hombre necesita poner orden en el tiempo», reflexiona.” (Fragmento de un artículo sobre el gran pintor hiperrealista y escultor español Antonio López García aparecido en https://www.abc.es/)
1008. “¿Por qué inventé ese personaje y por qué
mi fascinación por los animales, específicamente los gatos? La respuesta es de
índole autobiográfica. Amo a los gatos y no me fue muy difícil construir ese
personaje, ni siquiera su psicopatía. Una colega me dijo que la presencia de
los gatos en la novela es una suerte de homenaje a los felinos, y a mí me gusta
esa idea. De hecho, empecé a escribirla cuando murió una gata que adoraba. Si
bien había amado a muchos animales, el dolor que me produjo me impactó en
varios sentidos y, como me sucede a menudo, para huir de un dolor o de un
miedo, me sumerjo en la escritura.” (Fragmento de una entrevista a la escritora
Romina Doval sobre su novela “Presa suelta” en https://www.agenciapacourondo.com.ar/)
1007. “El Sr. Lear se hizo de un gato que entró de cabeza por la chimenea /en una fría tarde de invierno mientras dormían las caléndulas / Como un rayo se tiró en el sillón esparciendo muchas cenizas /¿Será el nuevo deshollinador? / No veo el escobillón. Pensó Lear / Quien raudo salió hacia la iglesia a preparar el bautismo / llevando una liebre y un mirlo para salir de padrinos / El Sr. Lear lo bautizó Foss y ni él sabe bien porqué / Tal vez porque es parecido al resoplido de un tren / Así fue que este gato loco le trajo buena fortuna / mientras cuida las cenizas hasta después del panqueque con mermelada de tuna / Es que una noche tormentosauna centella le quemó la cola / Ya no puede espantar mosquitos y se parece a una ampolla / Ocurre que ese golpe eléctrico lo iluminó de por vida / escribiendo sobre las cenizas con su cola como pluma extrañas rimas caseras / tales como: ‘una vieja de Corfú se tragó una linterna / y ahora ella es como un faro que ilumina Ciudad del Cabo / Esta eléctrica vieja de Corfú’ / Cuando el Sr. Lear vio eso no entendió ni un pepino / pero en un cuaderno lo copió y con tinta china lo ilustró / Todos los días sobre cenizas anotaba nuevas rimas /Entonces Lear le asaba un arenque o una corvina / Para escribir tonterías había que estar mal de la cabeza /pero entre arenque y arenque publicó un libro el Sr. Lear / Tuvo un éxito inmediato / los niños adoran los disparates / Así es que fueron famosos viajando por todas partes / Foss nunca se molestó en perseguir un ratón / Dormita sobre un almohadón y come lucio con jamón / Ni Lear ni Foss tienen idea de lo que escriben y publican / Todo sea por un arenque y bollos de mantequilla” (“Todo por un arenque (Foss)”, poema del poeta de Venado Tuerto Marcelo Ajubita, incluido en su libro inédito "Los gatos estrafalarios” y encontrado en http://campodemaniobras.blogspot.com/)
1006. Además de la música John Cage tenía otras
dos pasiones: las setas y su gato negro Losa. Se sabe que tuvo otro gato negro
antes, llamado Skookum, pero un operario que arreglaba algo en su piso lo dejó
escapar. El compositor se lo tomó tan mal que un amigo suyo llegó a decirle que
debía quizás volver «a la escuela zen». Losa, de nombre completo Losa Rimpoche
Taxi Cab, y Cage disfrutaban asustando a las visitas primerizas. Losa se movía
por el ático con una caja de cartón que Cage le ponía encima y el invitado
exclamaba inevitablemente: «¡Tiene miedo, no puede salir!» Pero Losa instantes
después alzaba el borde de la caja, salía por debajo y le lanzaba una mirada
desdeñosa a la visita antes de retirarse a un lugar tranquilo a descansar…
(Extractado de un artículo en https://gatosyrespeto.org/
1005. El 13 de abril de 1963, a bordo del 'Louis Lumiére', Pepe Fernández emigra definitivamente a París. Durante años las noticias de Juan Rodolfo Wilcock le llegan desdde lejos. Pero sabe que en Italia su amigo se ha convertido en un personaje sorprendente. Escribe en italiano, ha adoptado a un chico, Livio Bacchi Wilcock, y ha estrenado una obra de teatro, ‘Brasil’, en el Festival de Spoleto. Una princesa ha dado para él una recepción en su palacio y Wilcock ha llegado con su gato en brazos diciéndole al lacayo que no puede quedarse porque no tiene con quién dejar al animal, cosa que se comprende porque ese gato se las trae. En sus memorias, ‘Un gran porvenir detrás de mí’, Vittorio Gassman cuenta que cierta vez Gigi Proietti fue a Velletri a visitar a Wilcock en su casa vacía casi sin muebles pero "llena de pequeños misterios". Wilcock era el traductor de Ricardo III de Shakespeare puesto en escena por Luca Ronconi y Proietti quería hablarle de una traducción del Fausto de Marlowe. "Wilcock exponía sus ideas con voz calma -escribe Gassman- cuando un gato cruzó la habitación diciendo claramente: `Me voy porque ustedes me aburren´, mientras el escritor continuaba hablando imperturbablemente. Al cabo de un instante, Gigi no pudo más y preguntó estupefacto: `Pero, acabo de ver pasar un gato, ¿no? Sí, sí, es mi gato. Me imaginaba pero, ¿habla?... Y Wilcock dijo secamente: Sí, pero no siempre..." (El país de Juan Rodolfo Wilcock. Extractado de La Nación–Cultura del 29 de junio de 2003)
1004. El gran poeta romántico ingles John Keats,
autor del Endymión (1818), es el primero de los convocados a esta antología
sobre poetas amigos de los felinos domésticos. Keats es autor además de una oda
repleta de un intenso e irónico humor inglés dedicada al gato de la señora
Reynolds, madre de su amigo y también poeta J. H. Reynolds. Sus versos, que lo
muestran pleno de conocimientos y empatía con los gatos, se publicaron diez
años luego de su muerte. Se dice, y no es una leyenda urbana porque infinidad
de fotografías lo prueban, que desde entonces en el cementerio romano donde fue
sepultado se ven gatos cuidando la tumba del joven autor del Hyperión (1819)
fallecido de tuberculosis el 23 de Febrero de 1821 con apenas 26 años. A
continuación la obra en cuestión: Oda al Gato - "¡Gato! Tú que has dejado
atrás el gran climaterio / a cuántas ratas y ratones habrás exterminado en tu
vida! / ¿En cuántos bocados? / Contempla con tus lánguidos y brillantes ojos
verdes / aguza tus aterciopelados oídos / pero, te ruego, no me claves las uñas
que ocultas / y enaltece tu dulce maullido / contándome tus embates sobre
tantos peces, tiernos polluelos, ratas y ratones / No, no bajes tu mirada / no
te lamas tan delicadamente las garras / porque a pesar de tus ronroneos y
resuellos / y de que hayas perdido ya tu cola / y que las criadas te hayan
corrido a patadas / tu pelo sigue tan suave / como el día aquel cuando tan
joven penetraste la ventana / y quedaste por completo salpicado de astillas de
vidrio.” (Extractado de https://www.catanddogtank.com/)
1003. Louis Coulon, apodado 'Padre Coulon', fue un trabajador de Montluçon y representante del sindicalismo francés amante de los gatos. Fue popular por tener una de las barbas más largas del mundo (3m 35cm) además de ser una figura icónica de la fotografía de principios del siglo XX.
1002. La periodista Gabriela Carchak cuenta “me
pasé la vida diciendo que los gatos eran unos seres inmundos, hasta que
aparecieron ratones en mi casa y le tuve que tocar el timbre a mi vecina
pidiéndole con mi peor cara de asco: ¿Me prestás el gato? Encima, soy alérgica
a su pelo. Así llegó Jazmín a casa, pero me inmunicé en 15 días. Yo, que odiaba
a los gatos, ahora duermo con ella, que se lleva bárbaro con mi golden
retriever. Sólo una cosa tiene en contra: ¡Cuando no estoy en casa la extraño
un montón!” (Encontrado en http://divinosgatos.blogspot.com.ar)
1001. Cuentan que Bohumil Hrabal (1914-1997)
falleció tras caer por la ventana de la habitación del hospital donde había
sido internado mientras (dicen algunos) estaba dándole de comer a unas palomas,
aunque hay quienes perjuran que eran unos gatos del tejado, como fuere, sólo
una sensibilidad como la suya pudo destinarlo a una muerte así, entregado a la
humana honda tarea de amar y cuidar a los animales. Hrabal fue un novelista tan
extraordinario como diferente, a quien el éxito jamás se le subió a la cabeza.
Cuando el régimen prosoviético que gobernaba Checoslovaquia le censuró sus
publicaciones a raíz del éxito de sus “Trenes rigurosamente vigilados” de 1964,
él se limitó a seguir concentrado en su tarea dde escritor sin preocuparse del
vanitas vanitatum de publicar, mientras en un cajón iba acumulando sus grandes
obras maestras: “Yo que he servido al Rey de Inglaterra”, “Una soledad demasiado
ruidosa”, “Personajes en un paisaje de infancia” y varias más que iban y venían
pasando de mano en mano en ediciones piratas. Fue cuando el Club Pen lo animó a
presentarse tras el cambio que Hrabal rechazó la iniciativa y respondió que
bastante tenía ya con cambiarse a sí mismo como para intentar ponerse a cambiar
el mundo. Bohumil Hrabal fue un humilde y tierno hombre amante de los animales,
muy particularmente de los gatos, a los que les dedicó un libro imprescindible
en su literatura “Mi gato Auticko", editado en 2016 por Galaxia Gutenberg
con la deliciosa traducción al español de Monika Zgustova.
1000. Ella me enseñó a amar a los gatos, ella me
enseñó tantas cosas que en su momento no valoré como ahora lo hago. En esta
fotografía de 2001 se la ve enseñándole a su nieto Lautaro a amar a Suri, uno
de nuestros gatos. Lo que son las cosas, ella falleció un 30 de marzo de 2017 y
esta entrada número 1000 de mi Gaterío corresponde editarla también un 30
de marzo. Rara confluencia de hechos que se concatenan para que le dedique esta
entrada a Dora Francisca Bavio de Perrotti, mi Querida Vieja.
999. “El estilo es la respuesta a todo. / Una
manera desenvuelta de afrontar algo aburrido o peligroso. / Hacer algo aburrido
con estilo es mejor que hacer algo peligroso sin estilo. / Hacer algo peligroso
con estilo es lo que yo llamo arte. / Torear puede ser un arte. / Boxear puede
ser un arte. / Amar puede ser un arte. / Abrir una lata de sardinas puede ser
un arte. / No muchos tienen estilo. / No
muchos pueden conservar el estilo. / He visto perros con más estilo que
hombres, / a pesar de que no muchos perros tienen estilo. / Los gatos lo tienen
en abundancia…” (Fragmento de “Estilo”, poema de Charles Bukowski)
998. “Pronto, la carne que la tumba se devoró /
Volverá a ser parte de mí / Seré otra vez una mujer sonriente / Apenas tengo
treinta años y, como los gatos / He de morir siete veces / Esta será la tercera
/ Qué desperdicio / Eso de aniquilarse cada tanto…” (Fragmento de “Lady
Lazarus”, poema de la malograda gran Poeta amante de los gatos Sylvia Plath)
997. Entre los objetos personales que la poeta
Sylvia Plath dejó tras su muerte aquel 11 de febrero de 1963 se encuentra este
dibujo epigrafeado: “Gato francés curioso”. En su enigmática mirada habitan las
preguntas que nunca se responderán, las encrucijadas que jamás se resolvieron,
el sufrimiento que no se redimió. La frágil cabecita de este gatito se asoma
queriendo saber lo que pasa de este lado de la pared o de la puerta; sin embargo,
no proyecta sus ojos en nosotros sino hacia algo que parece estar a nuestra
izquierda, tal vez junto a nuestro cuerpo, algo que ni siquiera sabemos lo que
es, algo indescifrable, que queda en sombras. (Epígrafe encontrado en la web)
996. En el lujoso Hotel Algonquin de Nueva York,
en cuyo bar desde 1919 se reunían los miembros de la famosa Mesa Redonda del Algonquin,
entre los que se encontraban Dorothy Parker, Alexander Woolcott y Harpo Marx,
vivía un gato. Cuentan que en los años treinta un minino bastante desaliñado
entró en el hall en busca de comida. Frank Case, que entonces era el dueño del
hotel, estuvo a la altura de su reputación de perfecto anfitrión y le dio de
comer. El gato se instaló y se convirtió en el primero de una larga lista de gatos
residentes en el hotel. Se le bautizó como Rusty, pero la leyenda cuenta que el
actor John Barrymore, que en aquella época interpretaba a Hamlet, decidió
llamarlo como el célebre príncipe danés. Hasta la fecha ha habido en el hotel
siete gatos machos llamados Hamlet y tres hembras de nombre Mathilda. La
residente actual es Mathilda III, una preciosa rag-doll rescatada de la North Shore
Animal League, la mayor protectora animal del mundo. Primero ella se instaló en
las oficinas del hotel, pero no tardó en pasarse al lobby hasta apropiarse,
como se puede ver en la foto, de una butaca de la Recepción. Cada año el Hotel
Algonquin celebra el cumpleaños de Mathilda. En 2002, cuando cumplió siete años
y ante un centenar de invitados, Mathilda saltó encima de su tarta de
cumpleaños y se alejó dignamente dejando un rastro de crema sobre la alfombra.
Como un dato de color les contamos que a pesar de tener siempre un gato
residente desde casi principios del siglo pasado el Algonquin jamás aceptó el ingreso
de pasajeros con animales. (Extractado https://gatosyrespeto.org/)
995. Cuenta en https://www.ultimahora.com/Dirma
Pardo de Carugati: “Es bien conocida la afición por los gatos que tenía doña
Josefina Plá. Esta anécdota la ilustra bien. Una tarde estábamos conversando en
el corredor y se aproximaba la hora de dar de comer a sus protegidos. La señora
se levantó de su sillón y comenzó a cortar en pedacitos unos trozos de carne
que tenía sobre su misma mesa de trabajo. Los gatos empezaban a acercarse
lentamente, casi diría con respeto; ninguno se abalanzaba sobre las raciones
que ella distribuía. Doña Josefina entonces dijo en voz alta que no quería más
gatos, que era todo un presupuesto mantenerlos, pero que no iba a echar a
ninguno, pues se había enterado que "unos despenseros orientales del
barrio" se alimentaban de carne gatuna. En ese momento golpearon las manos
delante del portón. Eran cinco escolares de guardapolvo blanco. Doña Josefina
los dejó pasar creyendo que venían -como era costumbre- en busca de datos de
literatura para sus tareas. Pero en realidad los niños venían con tres gatitos
recién nacidos, encontrados en la calle, y como ellos sabían que a la señora le
gustaban los gatos, se los traían de regalo. "Pobres animalitos de
Dios", fue su comentario, mientras los ubicaba en una caja de cartón, y agregaba:
"Tendré que ponerles nombres". Por supuesto, allí quedaron para
siempre los nuevos huéspedes: Corbata, Bigotes y La Bella.” (Josefina Plá fue
una gran escritora, poeta y artista paraguaya de origen español, considerada
una de las principales representantes de la innovadora Generación del 40 y una
de las precursoras del feminismo en el Paraguay)
994. «Tengo un animal curioso, mitad gatito,
mitad cordero. Es una herencia de mi padre. En mi poder se ha desarrollado del
todo; antes era más cordero que gato. Ahora es mitad y mitad. Del gato tiene la
cabeza y las uñas, del cordero el tamaño y la forma; de ambos los ojos, que son
huraños y chispeantes, la piel suave y ajustada al cuerpo, los movimientos a la
par saltarines y furtivos. Echado al sol, en el hueco de la ventana, se hace un
ovillo y ronronea; en el campo corre como loco y nadie lo alcanza. Dispara de
los gatos y quiere atacar a los corderos. En las noches de luna su paseo favorito
es la canaleta del tejado. No sabe maullar y abomina de los ratones. Horas y
horas pasa en acecho ante el gallinero, pero jamás ha cometido un asesinato. Lo
alimento con leche; es lo que le sienta mejor. A grandes tragos sorbe la leche
entre sus dientes de animal de presa. Naturalmente es un gran espectáculo para
los niños. La hora de visita es los domingos por la mañana. Me siento con el
animal en las rodillas y me rodean todos los niños de la vecindad. Me plantean
entonces las más extraordinarias preguntas, que no puede contestar ningún ser
humano: Por qué hay un solo animal así, por qué soy yo su poseedor y no otro,
si antes ha habido un animal semejante y qué sucederá después de su muerte, si
no se siente solo, por qué no tiene hijos, cómo se llama, etcétera. No me tomo
el trabajo de contestar; me limito a exhibir mi propiedad, sin mayores
explicaciones. A veces las criaturas traen gatos; una vez llegaron a traer dos
corderos. Contra sus esperanzas no se produjeron escenas de reconocimiento. Los
animales se miraron con mansedumbre desde sus ojos animales, y se aceptaron
mutuamente como un hecho divino. En mis rodillas el animal ignora el temor y el
impulso de perseguir. Acurrucado contra mí, es como se siente mejor. Se apega a
la familia que lo ha criado. Esa fidelidad no es extraordinaria; es el recto
instinto de un animal, que aunque tiene en la tierra innumerables lazos
políticos, no tiene uno solo consanguíneo, y para quien es sagrado el apoyo que
ha encontrado en nosotros. A veces tengo que reírme cuando resuella a mi
alrededor, se me enreda entre las piernas y no quiere apartarse de mí. Como si
no le bastara ser gato y cordero quiere también ser perro. Una vez —eso le
acontece a cualquiera— yo no veía modo de salir de dificultades económicas, ya
estaba por acabar con todo. Con esa idea me hamacaba en el sillón de mi cuarto,
con el animal en las rodillas; se me ocurrió bajar los ojos y vi lágrimas que
goteaban en sus grandes bigotes. ¿Eran suyas o mías? ¿Tiene este gato de alma
de cordero el orgullo de un hombre? No he heredado mucho de mi padre, pero vale
la pena cuidar este legado. Tiene la inquietud de los dos, la del gato y la del
cordero, aunque son muy distintas. Por eso le queda chico el pellejo. A veces
salta al sillón, apoya las patas delanteras contra mi hombro y me acerca el
hocico al oído. Es como si me hablara, y de hecho vuelve la cabeza y me mira
deferente para observar el efecto de su comunicación. Para complacerlo hago
como si lo hubiera entendido y muevo la cabeza. Salta entonces al suelo y
brinca alrededor. Tal vez la cuchilla del carnicero fuera la redención para
este animal, pero él es una herencia y debo negársela. Por eso deberá esperar
hasta que se le acabe el aliento, aunque a veces me mira con razonables ojos
humanos, que me instigan al acto razonable». (“Una Cruza”, cuento de Franz
Kafka incluido por Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero en “El Libro de los
Seres Imaginarios” y editado en 1967)
993. Jorge de Cascante, editor de “El gran libro
de los gatos” (magnífica edición que reúne algunos de los mejores relatos,
ensayos y poemas de la literatura gatuna universal, escritos por autores
gateros de la talla de Ursula K. Le Guin, Charles Baudelaire, H.P. Lovecraft,
Anne Brontë, William Burroughs, Jorge Luis Borges, Patricia Highsmith, Carmen
Martín Gaite y varios más) publicó en su Twitter el 23 de julio de 2020, en un
nuevo aniversario del fallecimiento de la gran escritora española fallecida en
2000, esta fotografía junto a "su amistad más cercana", su gato.
992. Crookshanks, el gato de Hermione Granger
(Emma Watson) en la saga de Harry Potter, es un Kneazle. Según la autora J. K.
Rowling los Kneazle son criaturas mágicas felinas, mascotas preferidas por los
magos por su inteligencia, sagacidad, espíritu independiente y sensibilidad, además
de estar innatamente capacitados para percibir e identificar a las personas
ladinas o con segundas intenciones, atributo que los revela aptos para custodiar
la seguridad de los hogares.
991. Emma Watson tiene dos gatos, Bubbles y Domino, y en su papel más recordado, el de Hermione Granger en la saga de Harry Potter, tuvo un fiel gato persa de color anaranjado llamado Crookshanks . Emma toda la vida ha tenido gatos y cierta vez, rodeada de gatitos en el set durante una entrevista para la estadounidense BuzzFeed respondió algo que se viralizó de inmediato: “Me estoy derritiendo de amor entre estos gatitos recién nacidos y vos haciéndome preguntas. Es imposible que logre concentrarme. Muy mala decisión de tu producción traerme a un set repleto de gatitos para hacerme un reportaje.” Otra divertida anécdota gatuna con Emma tiene como co-protagonista al reconocido pastelero argentino Damián Butelar quien contó que “una vez trabajando en hotelería le hice unos macarons con forma de gatitos, porque Emma es fanática de los gatos, y se volvió directamente loca de contenta.” De manera que no se trata de una pose de estrella: a Emma Watson los gatos la vuelven sencillamente loca.
990. “Mi gata tiene más años que la historia / No
la contienen los techos / Resbala por ellos como la noche / Se mueve en
silencio / Así son sus virtudes / En su salto vibran los placeres elásticos /
Mi gata tiene la sensibilidad del aire: / Se aparta al mínimo contacto / Su paso
es una danza oxigenada / Duerme como un ovillo / Se mantiene en el calor del
útero / Si yo fuera mi gata tendría de mascota una pintora enamorada...” (“Aída
Carballo (1916-1985)”, poema de Eduardo Mileo en homenaje a la grabadora,
dibujante, ceramista y pintora argentina maestra de pintores. En imagen, 'El
Gato' de Aída Carballo.)
989. Jorge Amado, uno de los grandes escritores
brasileños internacionalmente reconocidos, tenía pasión por los gatos, le
inspiraban respeto. Nacib fue el nombre de uno de los personajes de su novela
“Gabriela, Cravo e Canela” y así había bautizado a su siamés. Amado gustaba escribir
en la mesa del comedor de su casa de Bahía, como muestra la foto, con Nacib
siempre encima. Zelia Gattai, su esposa y también escritora, cuenta que una vez
lo encontró pensativo, parado junto a la mesa del comedor donde tenía su
máquina de escribir y al lado, sobre una pila de hojas ya escritas, estaba su
gato Nacib, durmiendo despatarrado . Curiosa por saber qué le pasaba a su
esposo, Zélia le preguntó: “Jorge, ¿tienes algún problema?”, a lo que Amado le
contestó: “No, ningún problema” para seguidamente quedarse como estaba, de pie,
manteniendo su aspecto serio, pensativo, por lo que Zélia insistió: “Pero,
Jorge, algo te pasa; te veo así preocupado”, y fue entonces que Amado sonrió y
le dijo: “Es que necesito sacar la última hoja que escribí de esa pila sobre la
que duerme Nacib, y está tan profundamente dormidito que no puedo molestar su
sueño. No me atrevería a despertarlo.”
988. «Dile que sí, aunque te estés muriendo de
miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir
toda la vida si le contestas que no.» (Gabriel García Márquez - El Amor en los
tiempos del Cólera) “Tan simple como esta reflexión del gran Gabo. Me enamoró
antes de que llegara a mis brazos, le dije que sí con la incertidumbre
sobrevolando mi cabeza como si fuese un ramo de globos. Me perdí en la amplitud
de sus pupilas sin poder controlar todo el sentimiento que se estaba generando
en mi interior. En un solo gesto, como es abrir la puerta del trasportín, se
desató la alegría, las ganas de empezar a disfrutar de esta aventura peluda
llamada, Martín. Introduje mis manos para rescatar su cuerpecito arrinconado,
éstas tomaron su forma. Como un fiel alfarero fui amoldando su miedo a mi pecho
hasta que se hizo diminuto y confiado bajo su respiración ronroneante. Si me
adentro en su mirada vislumbro la tristeza de su bagaje, la intento paliar con
paciencia y amor para alcanzar la ansiada entrada a su mundo. En el mío ya
tiene su lugar.” (Conmovedora entrada que Auro le dedicó el pasado 20 de
febrero, Día Internacional del Gato, a Martín, recién llegado a convivir con
ella y su inseparable gato Will. "Amor gatuno", editado en su
exquisito blog https://estrellasenminoche.blogspot.com/2023/02/amorgatuno.html?m=1)
987. Marilyn Monroe con su blanca gata Mitsou
fotografiadas por Earl Leaf en 1951. Marilyn le puso ese nombre cuando escuchó
la historia del artista Balthus, amante de los gatos desde chico, quien a los 9
años recogió un gato en la calle, lo llamó Mitsou y lo cuidó con tanto amor,
fue su mejor amigo durante varios años, compartieron juegos, aventuras y
paseos, hasta que un día inexplicablemente le desapareció, dejándole roto el
corazón de tal manera que lo motivó a realizar su serie de 40 dibujos
describiendo su vida feliz junto a su gato, la cual llegaría luego a manos del
gran poeta Rainer Maria Rilke quien, maravillado por los expresivos dibujos del
niño artista, escribiría el prólogo del libro publicado en 1921 con el título
de «Mitsou, historia de un gato».
986. Jules François Félix Husson, más conocido
como Jules Champfleury, fue un renombrado escritor francés amante de los gatos
y crítico de arte partidario del realismo artístico que eligió como portada
original de su obra “Historia Cultural de Los Gatos” una pintura del artista
suizo (que tanto admiró pero no llegó a conocer) Gottfried Mind, “el Rafael de
los gatos”, apodo que según Champfleury le diera la Sra. Vigée Lebrun. Mind
pintó, dibujó y bocetó una serie cuasi infinita de gatos, sentado durante horas
se la pasaba trabajando, incluso con sus gatos en su regazo o sobre los
hombros. Cuenta Champfleury que la histórica “masacre de gatos de 1809” en su
Berna natal fue la devastadora tragedia de su vida, la que terminó de afectar
su psíquis, falleciendo el artista a la temprana edad de 46 años.
985. “Gato en una jaula”, obra del artista suizo
Gottfried Mind (1768-1814), discapacitado que vivía recluido dibujando y pintando
gatos en el estudio del acuarelista Sigmund Freudenberger.
984. «Aurora y yo no esperamos un minuto para
visitar los museos de Roma, de manera que al regresar a la pensión estamos tan
cansados que nos tomamos montones de mates amargos… Yo estoy ya hasta las
orejas de Poe. Hoy traduje diez páginas de Los Crímenes de la Rue Morgue» le
escribe Julio Cortázar a Eduardo Jonquières a través de cartas que son un
relato directísimo para dar a conocer su periplo italiano y su pulso para con
el escritor estadounidense. La ciudad les descubre otro milagro: la pizza
romana. «Aparte de deliciosa, aparte de ser la locura más inconmensurable del
sistema solar, es barata y nos deja repletos y felices como gatos». (Fragmento
de “Cartas a los Jonquières”, correspondencia entre Cortázar y su amigo, el
poeta y pintor argentino Eduardo Jonquières)
983. El 20 de octubre del año pasado nuestra familia recibía una pequeña y nueva componente: nuestra querida gatita Nana que lleva dándonos cariño, compañía y momentos divertidos desde entonces. El 19 de octubre estaba yo haciendo un curso online durante toda la tarde. Mientras estaba conectada, recibí varias fotos y mensajes de mi hija pequeña (13 años). Estaba en la calle con una amiga y se había encontrado una pequeña gatita. Su madre y hermanos no aparecían por ningún lado y la gatita se acercó a las chicas, llorando. Irene estuvo toda la tarde cuidándola. La acarició, la calmó y la alimentó. Al caer la noche, me pidió meter a la gatita en casa, pero me tuve que negar: nosotros tenemos a Betty desde hace 5 años, una perrita adoptada, que es muy buena... pero cuya reacción al tener que compartir con un felino, yo desconocía. Irene se disgustó mucho, pero me mantuve firme. A la mañana siguiente, camino del trabajo, me la encontré. Estaba solita en una calle adyacente a la mía, y se me acercó llorando. Al verla de cerca pude comprobar que era cojita, parecía una malformación congénita (más adelante lo confirmó el veterinario, es una malformación de su patita desde la articulación de la cadera. No le duele y salvo su cojera, le permite hacer vida normal). Llegué al trabajo agobiada, pensando que la pobre gatita había pasado la noche en la calle, tan pequeñita e indefensa. Estuve toda la mañana dándole vueltas y pensé "camino a casa, como la encuentre de vuelta, voy a cogerla". Y así fue. A la vuelta del trabajo, la gatita - a la que mis hijas han llamado Nana - me esperaba en la misma calle. Se me acercó maullando y la llevé a casa. Esa tarde la llevamos al veterinario que nos confirmó que tendría unos dos meses y le dio un tratamiento para desparasitarla. Desde ese día, Nana nos ha dado muchos momentos de cariño y diversión: es una minina muy curiosa, juguetona, divertida y muy, muy cariñosa. ¡Nos ha ganado desde el primer minuto! Y creemos, por cómo la vemos, que ella también es muy feliz con nosotros. (Adoptamos una gatita: La historia de Nana, escrito por Noelia en su muy recomendable blog https://lapinturera.blogspot.com/)
982. Wrath (Ira)
es una de las siete ilustraciones que la artista e ilustradora afincada
en Londres Marija Tiurina recreó (basándose en las sietes pasiones capitales de
la tradición eclesiástica) para graficar los pecados que supuestamente podrían
cometer los gatos. La serie tuvo gran éxito (estampada en remeras, posters y
toda clase de merchandising) luego del estreno del film “Seven” (Pecados
Capitales) protagonizado por Morgan Freeman, Brad Pitt, Gwyneth Paltrow y Kevin
Spacey.
981. El jardín de la casa de Long Island era un paraíso de árboles, gatos y complicidad. La alegría fue parte de los últimos años de su vida y su relación con una mujer fue el secreto escondido bajo siete llaves. Durante años en Chile, Lucila Godoy Alcayaga, más conocida como Gabriela Mistral, fue “La maestra”, un encasillamiento que ella detestaba. La historia la despojó de la pasión propia de una mujer y su vida personal siempre estuvo envuelta en una especie de nebulosa; en Chile fue inmortalizada como una señora asexuada y triste que escribió rondas de niños para todos los hijos que no pudo tener. Oír cantar a la poeta tonadas mexicanas en los audios de “Locas mujeres”, documental dirigido por María Elena Wood, fue inyectarle vida y repensarla de una forma distinta. Fue mirar con nuevos ojos a una especie de tía abuela solitaria de quien se desconocía su faceta de amante y compañera apasionada. En las grabaciones se distinguen los maullidos de sus gatos, las recriminaciones que se hacía a sí misma inconforme con sus poemas tachados una y otra vez, y una disciplina autoimpuesta de papeles rasgados con destino a la basura. “No los rompas” se escucha que suplica Doris, su “chiquita”, como Mistral gustaba llamarla. Aquella casa blanca fue el refugio donde se tejió la historia de un gran amor. “Locas mujeres” muestra los últimos años de Gabriela Mistral junto a Doris Dana, su compañera y no su secretaria o asistente como trataron de contar aquí y allá. Dana tuvo el alivio de aclararlo en una entrevista cuatro años antes de morir en 2006, confiándole a su sobrina Doris Atkinson 168 cajas con 860 documentos, 500 cartas, cinco álbumes de fotos y decenas de objetos para que sean legados al Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Chile. (Extractado de una nota aparecida el 24 de enero de 2012 en el suplemento Ñ de literatura en https://www.clarin.com/)