Que vivo jaqueado
Entre lo real
Haya o no ocurrido
Y lo que es impensado
1270. Abandonada en el helado silencio del Ártico
durante dos años, su único calor y consuelo fue su pequeño amigo felino. Esta
es la conmovedora historia de cómo una joven inuit logró superar lo imposible.
Ada Blackjack, ante la falta de trabajo y de toda idea de futuro para ella y su
pequeño hijo enfermo, al que urgente necesitaba hacer tratar, se embarcó en una
misión exploradora en 1921 sirviendo como costurera y en tareas de cocina y
limpieza, como única mujer de la tripulación. Ada no era ni aventurera ni
cazadora experta, sino apenas una mujer impulsada por su sueño de una vida
mejor y un profundo amor maternal. La histórica misión, encabezada por
Vilhjalmur Stefansson, tenía el ambicioso objetivo de sentar las bases para
reclamar la isla Wrangel para Canadá. Pero cuando pasados los meses de peligros
y vicisitudes las provisiones comenzaron a disminuir, los hombres en
desesperada búsqueda de sustento se aventuraron a salir a los frágiles
icebergs… para no volver jamás. Ada quedó sola junto al gato de abordo llamado
Vic, un amoroso minimo que muy pronto se convertiría en su pequeño rayo de
calor en esa vasta helada soledad a cientos de kilómetros de toda civilización.
Con determinación y coraje, Ada se las rebuscó para manejar rifles y arpones
para protegerse de los peligros que la rodeaban. Con bravura repelió la amenaza
de los osos polares, persiguió y dio caza a los zorros con que se alimentaron
ella y su gato en tan inhóspita inmensidad. Comió también focas junto al mar
helado, siempre junto a Vic, guareciéndose en un rincón del barco, hasta que
después de dos años ocurrió lo anhelado: la llegada del equipo de rescate que
encontró a la joven mujer inuit que tuvo el coraje de desafiar a una muerte
segura junto a su gato. El mundo ya casi ha olvidado esta increíble historia
que afortunadamente aparece citada en varios libros en internet. Pero hoy aquí,
con admiración y respeto queremos recordar a Ada Blackjack y su gato Vic,
personajes de leyenda y testimonio de resistencia inquebrantable ante la
adversidad.
1269. “En mi vida tuve toda clase de animales,
pero amo a los gatos en especial, y más si son negros. Igual debo admitir que
no me dan respiro, concentran toda mi atención con sus demandas constantes,
para que les dé su alimento, para jugar o para echarnos toda una tarde en un
sillón a retorzar y ronronear. Me hipnotizan y siento que la realidad pasa a mi
alrededor sin que pueda yo reaccionar. No es que tenga cara de estúpido, es que
me tienen estúpido, ¿entiendes lo que digo? Son absolutamente fascinantes”,
aseguró en una entrevista Ron Pearlman cuando le preguntaron si le gustaban los
gatos.
1268. Instantáneas gatunas - En medio de la
destrucción en Gaza alguien alimenta a los gatos que también mueren y sufren
entre los escombros y bombardeos de un inhumano demencial conflicto de nunca
acabar.
1267. Henriëtte Ronner-Knip (1821-1909) fue una
pintora holandesa reconocida por su excepcional capacidad para capturar la
gracia y el encanto de los animales, especialmente los gatos. Nacida en
Ámsterdam, comenzó su formación artística a una edad temprana, estudiando con
su madre, la consumada pintora y miniaturista Sophia Schelling. La precoz exposición
de Henriëtte con el mundo del arte sentó las bases de lo que se convertiría en
una carrera prolífica, especialmente en el género de la pintura de gatos. Las
obras de Ronner-Knip a menudo los representaban en entornos íntimos y
entrañables, mostrando no sólo su destreza técnica sino también su profunda
entrañable pasión por las criaturas que pintaba. Su amor por los gatos, en
particular, se convirtió en un sello distintivo de su trabajo, y se hizo
ampliamente famosa por decenas de tiernas y realistas representaciones de
ellos. Una de sus pinturas más famosas, "Un interludio musical",
captura la naturaleza juguetona de los gatitos mientras exploran con curiosidad
un arpa antigua. Esta escena, aunque caprichosa, demuestra la aguda observación
de la artista y su capacidad para infundir personalidad, calidez y expresividad
a sus modelos gatunos.
1266. Salvador Dalí amaba a los gatos, aunque
eligió como compañero peludo a un ocelote muchas veces confundido con un jaguar
enano, al que llamó Babou, y era de llevarlo con una cadena de oro a todos
lados que lo invitaran, eventos y recepciones, restaurantes importantes,
cruceros exclusivos o grandes hoteles, lugares de los que se recabaron decenas
de anécdotas sobre el felino desgarrando juguetón muebles y cortinas, asustando
a bellas modelos, huéspedes y pasajeros o correteando por pasillos siendo
perseguido por el genial surrealista español mientras se desgañitaba
explicando: “es un gato doméstico común con aspecto de leopardo; yo mismo le he
pintado su pelaje para resaltar su imponente personalidad. Sabrán disculpar,
damas y caballeros.”
1265. Los gatos fueron sagrados en el antiguo
Egipto. Este sarcófago lo demuestra, y no se trata del sarcógafo del gato de un
faraón sino de uno de los muchos que fueron encontrados momificados en
recámaras de pirámides y tumbas dedicadas a ellos, como por ejemplo las de
Saqqara, lugar de culto histórico. A través de los rayos X se puede ver la
momia del gato venerado en la cultura y religión egipcia como representante de
la diosa Bastet protectora del hogar, la felicidad y la fertilidad.
1264. Leo Forest, nacido en 1985, es un artista parisino, famoso por sus vibrantes diseños de animales, creados principalmente con dibujos a lápiz y carboncillo. Especializado en representaciones de gatos y otros felinos, Leo captura hábilmente la esencia de sus personajes, particularmente las garras extendidas, generando una ilusión de frenética armonía en movimiento en sus dibujos estáticos. Su maestría va más allá de una mera representación visual; sus expresiones y composiciones evocan experiencias sensoriales, trascendiendo las limitaciones de la imagen detenida.
1263. “Una vez rodé una película donde aparecía
un gato. Al parecer mi compañera de reparto les tenía tirria a los gatos y para
sacárselo de encima lo tiró al suelo de un manotazo. No vuelvas a tratar al
gato con ese desprecio, le grité. ¡No tienes vergüenza! Es que no tolero a la
gente que maltrata a los gatos, a ningún animal. Y además, soy muy gatunera”,
declaró Karla Sofía Gascón, actriz española antes conocida como Juan Carlos
Gascón Ruíz, en la antesala de los Premios Globos de Oro 2025 a los que estuvo
nominada junto a Demi Moore, Zendaya y Amy Adams, entre otras renombradas actrices. (https://www.lavanguardia.com/)
1262. «Por la mañana temprano se despertó aún hecho una bola, con una pata agarrada al hocico que le daba calorcito y refugio.» “En todo lo que escribe May Sarton puede oírse su corazón latiendo” reseña sobre ‘El señor peludo’ el Washington Post Book World. Esta encantadora historia, un clásico de la literatura gatuna, está basada en las aventuras reales de Tom Jones, el adorado gato de la escritora.. Antes de conocer a su dueña, Tom Jones era un gato callejero, salvaje e independiente que no tenía ni nombre. Pero un día, ya cansado de la vida de vagabundo, decidió renunciar a su libertad para probar de vivir en una casa. Luego de cierta búsqueda finalmente daría con una que le pareció aceptable, ya que le gustaban además las voces que provenían de allí. Entonces comenzó su transformación en un auténtico “señor peludo”. Este libro de May Sarton es una de las historias más tiernas que se han escrito acerca de las alegrías, emociones y situaciones de toda clase que implica compartir nuestra vida con un gato.
1261. «Como otros muchos escritores, desde Borges
a Bradbury, pasando por Bukowski, Twain o las hermanas Brönte, May Sarton amaba
a los gatos y escribió “El señor peludo” como homenaje a uno de ellos. ‘Es un
clásico de la literatura de gatos, la historia se cuenta desde el punto de
vista de este gato que no es otro que su amado gato’ dice la editora italiana
Donatella Ianuzzi, afincada en España desde hace más de 20 años y al frente de
su pequeña editorial Gallo Nero, quien se topó con la autora
belga-estadounidense, compró tres de sus títulos para editarla y en definitiva
para terminar agradeciéndole que la hiciera jugar en las grandes ligas en
cuanto a ventas…» (Extractado de la nota de Paula Corroto para www.elconfidencial.com/)