260. Veinte años sin el Gordo Soriano, ese buen escritor, gran tipo y
devoto amante de los gatos. Alguna vez me enseñó que debía darles aceitunas a
mis gatos, para que no perdieran tanto pelo y para que su pelaje sea sedoso. El Gordo vivía de noche y dormía
de día, sabía mucho de policial negro, de fútbol y de gatos. (CP)
259. "Mi memoria es una herida en carne viva / En la que los hechos
pasados se niegan a dejarse ver / En el presente / Aunque si se los fuerza, sangran
/ Y, como mi gata / Esconde a sus crías ensangrentadas…” (René Char)
258. Pierre Loti, novelista y oficial
de la Marina Francesa, amaba tanto a los gatos que se negaba a navegar, por dos
motivos que a nadie ocultaba, si a bordo no había varios: primero porque debían
ocuparse de los ratas que pululaban en las bodegas y segundo porque los
necesitaba como talismanes de buena fortuna. Así decía en uno de sus prólogos:
“Las dos gatas de las que les contaré sus historias están en mi recuerdo
asociadas a momentos felices de mi vida. Deberán disculpar que a todas les
haya puesto “Moumoutte” y "Mimi" a sus crías. Reconozco que no he
demostrado mucha imaginación en lo que a bautizar a mis gatas se refiere, pero sinceramente pienso que no existen nombres más apropiados, nombres más
“gatunos”, por así decirlo, de modo que comenzaré contándoles sobre las dos
pequeñas heroínas de este relato: Moumoutte Blanca y Moumoutte China…”
257. “En realidad, escribo mucho porque mi gata se adormece en mi regazo
y ronronea de tal manera que no puedo levantarme e incomodar su sueño, lo que
me conecta y me relaja, mucho más que mi marido, por cierto, para que pueda concentrarme
y escribir”. (Joyce Carol Oates con su gata Chérie)
256. François-Augustin de Paradis de Moncrif (1687-1770) fue un escritor
y poeta criado en Francia pero de origen inglés, autor del primer libro
dedicado íntegramente a los gatos, “Les Chats”, publicado en 1727 por Quillau,
dividido en once capítulos y con 204 páginas en las que queda claro que Moncrif
sentía verdadera devoción por los gatos. Un fragmento del prólogo dice así: “No
contaré aquí todos los vicios y ridiculeces de las que se ha acusado a los
gatos. Pero deberían saber que algún día sus virtudes serán por todos
reconocidas. No puede ser que en una nación brillante como la nuestra el terror
le gane a la razonabilidad y que no advirtamos que los gatos son amigables, muy
buenos compañeros, compinches admirables, seres sensibles y llenos de gracia.”
255. José Luis Loría Méndez pinta rodeado de sus gatos en su estudio de
Mérida. Es famosa su colección de gran formato para la que realizó un
relevamiento de cincuenta razas de gatos y que presentara en 2014 en la Galería
Tataya, propiedad de François Valcke, reconocido curador del Museo de Arte
Contemporáneo de Yucatán, y que luego itinerara por Pekín y otras grandes
ciudades del mundo con el auspicio de la Fundación Cultural Macay.
254. “…y fue en ese preciso instante cuando apareció de la nada, saltó
de un brinco a mi lado y me asustó, no lo esperaba, o quizás sí, pero no de esa
forma. Lo primero que hizo fue mirarme fijamente, jamás vi unos ojos tan
hermosos y profundos y su mirada me hipnotizó, lo saludé dubitativa y le dije
que no era mi mejor día, pero no le importó en absoluto, se acomodó para dormir
sobre mi falda con total confianza y naturalidad. Por momentos giraba la cabeza
y me miraba fijamente, y pude entender todo lo que me decía, luego se estiraba
y nuevamente se dormía, mientras yo experimentaba una gran placidez, otra vez
se despertaba y apoyaba su patita justo en mi corazón, que latía en sincronía
con el suyo...” (Fragmento de Encuentro con El Ángel Lito, publicado por
Adriana Alba en su blog descubriendonuestrointerior.blogspot.com.ar e
ilustrado con una pintura naif de la artista canadiense Tascha.
253. Bella es una gata ciega a la que Howard Stern y su mujer Beth
Ostrosky no pudieron encontrarle un hogar a través de la fundación protectora de
gatos que ellos patrocinan, por lo que Howard decidió adoptarla como su “gata
personal”, un status levemente superior por sobre la docena de gatos que el matrimonio
Stern tiene en su casa.
252. Beth Ostrosky hizo de su esposo, Howard Stern, un militante de la
causa por la protección de los gatos y juntos crearon una Fundación con una
amplia red de voluntarios y subscriptores en Estados Unidos y Canadá, con la
que se ocupan de darles albergue, entregarlos en adopción, curarlos o lo que
sea que necesiten para vivir una vida digna como merecen.
251. “El hombre me metió en la jaula. Se estaba bien pese al olor a
desinfectante. Me paseé alrededor con cautela. Mi madre me había enseñado que lo
primero era investigar cualquier lugar
extraño antes de acomodarme. Había una rama de árbol, así es que saqué mis uñas
para demostrar que ya me sentía como en casa. Al encaramarme por la rama pude
ver más allá sobre un pequeño cerco. Árboles y arbustos colmaban el terreno. Un
magnífico gato siamés apareció. Era fantástico, largo y delgado, y tenía la más
negra de las colas. Mientras atravesaba lentamente el terreno iba entonando una
melodía romántica. Lo escuché extasiada. Mi corazón latía fuertemente y tuve
una sensación de lo más extraña. Se me escapó un suspiro mientras lo veía
alejarse. Me quedé sentada en lo más alto de la rama por un rato. Mi cola se
movía espasmódicamente y las piernas me temblaban tanto de la emoción que
apenas podían sostenerme. ¡Qué gato más formidable! Podía imaginarlo llenando
de gracia un templo del lejano Siam, rodeado de sacerdotes de túnicas amarillas
reverenciándolo mientras dormitaba al sol. Mi cabeza era un torbellino.
Despacio, temblando, bajé por la rama y me eché a añorarlo. Esa noche me dormí
inquieta. Su bello rostro negro y su larga cola se apoderaron de mi sueño…'
(Fragmento de “Mi Vida con El Lama" de Lobsang Rampa)