El-Soo era una india Whitefish
Tribu que creció a orillas
del río Whitefish
Allí donde todos alguna vez habían
nacido
Y donde todos algún día querían
morir
Allí donde todos, efectivamente
Un día murieron
Todos
El-Soo vivió los buenos tiempos
Cuando las aguas desbordaban
de peces
Y el bosque hervía de sangre
y de vida
Cuando los perros de la
tribu eran los lobos
Y los atardeceres refulgían
dorados
Sobre las montañas y las tolderías
Cuando los niños jugaban con
los ancianos
Y las lágrimas eran sólo de
alegría
El-Soo vivió los buenos
tiempos
Hasta que un día llegaron
los malos
El-Soo tenía la mirada de una
impala
Sus ojos, delineados por un
brillo de nieve, eran dos lunas mojadas
Su sonrisa hacía que de
pronto, en medio de la noche, amaneciera
Su piel, cetrina como el
viento que viene a llevarse el verano
Rimaba con las alas de
alondra y los pétalos de alcea
Sus piernas eran raudas,
inasibles como el aire
Como la libertad, andaban
sueltas, como su cabellera
El-Soo parecía que siempre se
estaba yendo
Igual que las horas o la
primavera
El-Soo dormía donde fuere
que brotara la calma
Un manto de estrellas que la
resguarde era todo lo que necesitaba
Veía en las sombras,
encontraba cualquier sendero en la noche
No había lince o alimaña que
para ella fuera amenaza
Ni los buscadores de oro del
río Whitefish la alcanzaban
Fue entonces cuando los
buenos tiempos se hicieron malos
El-Soo no había nacido para
ser esclava
Tal vez el hombre blanco sí pudiera
Pero ella no tenía precio
Era una india Whitefish
El-Soo sabía en su corazón
que nada era más preciado que su dignidad
De qué le servían las piernas
si no podía correr en libertad
Más aún, de qué le servía su
dignidad
Sin libertad
El-Soo vivió los buenos tiempos
Los últimos de la estirpe
Whitefish
Tiempos en los que el hombre blanco perdió el rumbo
Para no volverlo a encontrar
Cuenta Jack London
Mientras que El-Soo no lo perdió jamás