130. El compositor francés Henri Sauguet tuvo gatos toda su vida, pero
hubo uno en especial, uno de angora blanco y gris, el inolvidable Cody, que no podía disimular el placer que le causaba la música. “Le gustaban particularmente las obras para piano de Debussy como « Cortège
» de la Petite Suite. Ya las primeras dulces notas causaban en él un efecto
extraordinario. Se enrollaba sobre la alfombra gimiendo de placer, saltaba
sobre el piano, pasaba luego a mis rodillas, me lamía las manos, se restregaba
en mí mientras desgranaba las encantadoras terceras. Mi amado Cody, su recuerdo
vive en mí a cada instante y no interpreto ni escucho jamás sus partituras
predilectas sin sentir que su leve y tierno espíritu vuelve a ronronear a mi lado”.
129. Chris Marker o Christian François Bouche-Villeneuve (1921-2012), escritor,
fotógrafo y director de cine francés al que se le atribuye la invención del
documental subjetivo, dijo en uno de sus últimos reportajes: “De haber vivido
un tiempo más pacífico me hubiera dedicado a filmar lo que más amo: las
mujeres y los gatos”.
128. “Separada de su marido, María Zambrano agarró sus gatos y se fue
al París de posguerra, en donde se reencontró con su hermana ya medio loca
luego de ser torturada por los nazis. Al poco tiempo conoció a Albert Camus,
también amante de los gatos y quien llevaría a la editorial Gallimard ‘El
Hombre y lo divino’, una de sus obras de cabecera y de la cual llevaba una copia
en la guantera de su coche cuando se mató en 1960. Años después se trasladaría
a Roma, siempre con sus gatos, y más tarde a Suiza, en donde debieron
socorrerla económicamente sus amigos, entre ellos Julio Cortázar, otro
enamorado de los gatos…” comenta en su blog el escritor y crítico literario
David López.
127. Samuel Beckett con su gato Murphy y su perro Watt, nombres de dos
de sus novelas, escritas respectivamente en 1938 y 1945. Su amigo James Joyce
alguna vez declaró que había leído “Murphy” con deleite, como acariciando a su gato. Por eso Beckett decidió llamar así al suyo en tanto que el nombre “Watt”
provino de su novela cómica, escrita mientras permaneció en la clandestinidad
perseguido por los nazis, experiencia que le resultó muy graciosa y divertida.
126. Aubrey Beardsley era loco también por los gatos. Una de sus
obras más reconocidas (protagonizadas por gatos) es “El Gato Negro de Edgar
Allan Poe”.
125. El 12 de marzo pasado, en el entierro del escritor británico de
ciencia ficción Terry Pratchett, su editor, Larry Finlay, lo despidió sin
grandilocuencias: “Terry murió como quería, en su hogar, en su cama junto a sus
gatos y rodeado de su familia”.
124. “Para mí siempre fue importante elegir los nombres de mis gatos.
Por mencionar algunos: Louise era mi nombre en ‘Pocketful of Miracles’, mi
primer trabajo actoral en cine. Ariel se llamó mi personaje en ‘Grumpy Old
Men’, a uno le puse Harley por mi pasión por las motos de gran cilindrada, en
la remake de ‘A Streetcar Named Desire’ hice de Blanche, mi dulce amigo Dean
Martin me llamaba Sweet Thing, Bobbie fue mi personaje en ‘Carnal Knowledge’,
Kit fue por 'Kitten with a Whip', Jezebel por mi papel en ‘The Cheap
Detective’, a Rusty lo bauticé así luego de 'Viva Las Vegas', Birdie fue por
‘Bye, Bye, Birdie’ y Tommy, obvio, por la película de Ken Russell”, recuerda
Ann-Margret, actriz que siempre se asumió como “una loca enamorada de los
gatos”.
123. Freyja, la diosa del amor, la fertilidad y la belleza en la mitología
nórdica, en su carruaje tirado por gatos (los skogkatt de los bosques noruegos)
recorriendo el cielo escoltada por sus querubines. (Obra de Nils Johan Olsson
Blommér, 1816–1853)
122. T.S. Eliot tuvo muchos gatos, pero a algunos, para darles nombre, necesitó
semanas. Noilly Prat, Tantomile, Wiscus, Pattipaws o George Pushdragon fueron
algunos de ellos. Como escribió en un poema: “Un gato necesita que su nombre
sea suyo / un nombre definitivamente peculiar y conspicuo / o cómo podría si no
alzar su rabo oblicuo / y atusar sus bigotes y contemplarte con orgullo?” (En
la foto, mirando algún punto invisible del aire, bella y orgullosa de su nombre
y sus bigotes, Oops, la gata de Ning Jie, autora de
meponedelosnervios.blogspot.com.ar)
121. En la primera nota aparecida en un diario sobre Elvis Presley, por
ese entonces apodado ‘El Gato Hillbilly', el reportero señaló: “El Bon Air Club
de Memphis ardió esa noche como un fuego que se propagaría por todos
los estados del sur. Elvis tiene un ritmo frenético, se mueve como un gato y su
actitud es lasciva y arisca como la de un gato. Una voz surgió en un momento
entre el público ‘parece un gato montés’, otra acotó ‘y uno bien negro’ y una
tercera gruñó ‘sí, un negrata blanco’. La excitación era descomunal, Elvis se
contoneaba en el escenario y las chicas en la pista lloriqueaban histéricas y
chillaban como gatos…”