jueves, 1 de diciembre de 2022

Bolsa de Gatos 951/960

 




960. Luna Miguel es una periodista española, editora y escritora de narrativa, ensayo y literatura infantil, mina gatera si las hay, y gran poeta, vean si no… “Pensemos en un hospital lleno de gatos / pensemos, los huesos se comen a los huesos / las uñas son un gesto / el esqueleto felino / su olor / pensemos en gaviotas y en carroña /en ese color que maúlla / en ese color / como aquel momento sólo como aquel momento / en que las ratas se esconden / miau / miau / se esconden porque el cielo habla de tormentas / o ese momento exacto en que hasta el sol se marcha / y el cielo suena vacío revolviendo la mañana / para que caigan sucios sus copos / ese aquel ese aquel miau ese / pensemos quimioterapias y pulmones / pensemos en derramar nata sobre ciruelas muertas / pensemos en ese y en aquel / el gato está en la silla y se ha portado mal como se portan los mundos / cuando maduran / y aquí el mundo ya no crece porque hay vacas que nos guiñan el ojo / y aves defendiéndose del cuchillo / pensemos como ciudades como mujeres / como mujeres que olvidan / pensemos en el nombre de Joan-Marc / pensemos la lectura en la cocina / ahora que con las flores me mudo a Marruecos / pensemos en el ruido, en el premio / en la siesta de los sábados / pensemos que el hospital está lleno de gatos y no hay manera / no, no hay manera de sacarlos.” Léanla, por ejemplo, en su blog http://www.lunamonelle.com/





959. William Burroughs junto a su amado Rusty y en compañía de Allen Ginsberg en Lawrence, Kansas City, el 18 de marzo de 1992, en una foto lograda por James Grauerholz. A la ciudad de Lawrence el autor de “El almuerzo desnudo” se había retirado a morir junto a sus gatos y allí era visitado por todos en peregrinación: desde Kurt Covain a Frank Zappa pasando por Patti Smith o James Holden. Sus últimas palabras encontradas en su diario íntimo y escritas tres días antes de fallecer fueron: “No hay suficiente sabiduría, experiencia, ninguna maldita cosa. Ni Santo Grial, ni Satori Final, ni solución. Sólo conflicto. Lo único que puede resolver el conflicto es el amor, como el amor que sentí por Fletch y Ruski, Spooner y Calico. Amor puro por mis gatos. Lo que siento por mis gatos pasados y presentes. Amor. ¿Qué es? El analgésico más natural que hay. AMOR."





958. “Los gatos son siempre tan impredecibles. De Coca, mi gata, adoro su forma totalmente descarada y sensual de demandar afecto...” asegura la actriz argentina Érica Rivas)





957. “Observar un gato terriblemente absorto y atento apuntando a su presa. O al apresarla. Quizá sea una mariposa, una hoja, un trozo de papel, un insecto. Cuando ha alcanzado el objetivo de pronto el gato se distrae. Los etólogos llaman a este movimiento Übersprung. Se produce poco antes del golpe mortal. Vemos al gato moverse y desplazar a su presa como si fuera una pluma. Los últimos movimientos. La mariposa baila en su agonía. Vibra imperceptiblemente, lo bastante como para aún despertar el interés del gato. Y él se distrae. Se aleja. Con calma muta el rumbo. Muta el rumbo mental. Es como un momento muerto. Es la estasis. Parece que nada le interesa. Parece haber olvidado las temblorosas alas que apenas unos instantes antes habían reclamado su total atención. Lo que antes le había poseído, como si hubiera sido una idea o un pensamiento. Ahora él se distrae. Mira para otro lado. Pero...' (Fragmento de “El último de la estirpe” de la escritora suiza en lengua italiana Fleur Jaeggy)





956. Edgar Allan Poe tuvo dos gatos llamados Cattarina y Plutón. Ellos quedaron inmortalizados en “El gato negro” donde Poe sostiene que eran “brujas disimuladas”. También participaron en otros cuentos como “El escarabajo de oro”, “Los crímenes de la calle Morgue”, “La carta robada” y “La barrica de amontillado”. (Reseña de Omar López Mato en https://historiahoy.com.ar/)





955. Irène Nemirovsky fue una escritora rusa que escribía en francés. Había nacido en Kiev el 11 de febrero de 1903 y murió el 19 de agosto de 1942 en el campo de exterminio nazi en Auschwitz. Había sido muy exitosa en la Francia de los años treinta, pero cayó en el olvido durante la II Guerra Mundial. Fue capturada meses antes que su marido, Michel Epstein, quien también moriría en la cámara de gas de dicho campo en noviembre. Ambos fueron apátridas puesto que nunca lograron que Francia les concediera la nacionalidad, pese a que llevaban viviendo por más de 20 años en ese país. Irène amaba a los gatos, había convivido con ellos toda su vida. En esta fotografía se la ve con su gato Kissou en 1928. Eran tiempos en los que nada hacía siquiera sospechar su trágico final.





954. “Este gato se está poniendo viejo / Hacen algunos meses / Hasta su propia sombra / Le parecía algo sobrenatural. / Sus mostachos eléctricos lo detectaban todo: / Escarabajo, mosca, matapiojo. / Todo tenía para él un valor específico. / Ahora se lo pasa / Acurrucado cerca del brasero. / Que el perro lo olfatee / O que las ratas le muerdan la cola / Son hechos que para él no tienen ninguna importancia. / El mundo pasa sin pena ni gloria / A través de sus ojos entornados. / ¿Sabiduría? ¿Misticismo? ¿Nirvana? / Seguramente las tres cosas juntas / Y sobre todo tiempo transcurrido. / El espinazo blanco de ceniza / Nos indica que él es un gato / Que se sitúa más allá del bien y del mal.” (‘PussyKatten’, poema de Nicanor Parra, ilustrado por Daniel González Muníz)





953. Desde los días de la cuarentena por la pandemia de COVID-19, Anthony Hopkins bien subiendo a Instagram unos videos con imperdibles momentos junto a su amado gato Niblo (“siempre en nuestros corazones”, epigrafió) con quien decidió pasar mucho de su tiempo, tocando el piano para él, jugando o hasta “conversando” sobre la vida y el mundo...





952. “Siempre que surge el tema y puede decirse, hablando con moderación, que surge como cuarenta veces por día, invariablemente alguien declara: «No, no me gustan los gatos, me gustan los perros». El comentario dicotómico afín, que es igualmente popular, predominante y banal, sería «No, no me gusta Dickens, me gusta Thackeray ». Como convenientemente ha señalado para la posteridad James Branch Cabel: «Para la mente filosófica parecería igualmente sensato negarse a participar en un juego de billar sobre la base de que uno es aficionado al arenque». Sin embargo, ambas controversias persisten y aún los pensadores continúan obligando a Dickens y a los gatos a clasificarse en categorías. Los amantes de los perros en el sentido opuesto (puesto que es posible cuidar tanto a los perros como a los gatos, del mismo modo que es posible leer ‘Pendennis’ y ‘Bleak House’ con igual deleite), dicen del suave pompón que es astuto y malicioso, ladrón e ingrato, distante y cruel, y amigo del hogar, su territorio, y no del hombre de casa. De esta opinión desconsiderada e irreflexiva ha derivado el despectivo cataléptico adjetivo ‘catty’, el cual, cuando es usado en su sentido comúnmente aceptado, me parece particularmente abominable, lo mismo que calificar como maliciosa a una mujer por el sólo hecho de ser divertida y agraciada. Los amantes de los gatos, por su parte, tan apasionados que de hecho en París se han ganado el mote de ‘félinophiles enragés’ no han sido ingenuos. Cariñoso, sensible, inteligente, fiel y sincero son algunos de los epítetos que indistintamente les prodigan a sus adorados mininos…” (Así comienza el tratado, bastante más que un libro es “The tiger in the house” del escritor, fotógrafo y devoto amante de gatos Carl Van Vechten)




951. “Cuando escuchaba a ciertas personas ignorantes del carácter del gato decir que ellos no son tan cariñosos como los perros, o que son fríos y egoístas, solía luego reflexionar que eso se debía a que no habían convivido como él muchos años con un gato, por lo que era razonable que no entendieran el encanto y la amabilidad de los gatos, criaturas sensibles que suelen no mostrar ni buscar afecto por parte de sus dueños en presencia de terceras personas, además de aparecer como distantes para no entorpecer ni atosigar, como una prueba de respeto.' (Fragmento de 'La gata, Shozo y sus dos mujeres' del escritor japonés Junichiro Tanizaki)


8 comentarios:

  1. Splendidi felini, che amo tantissimo. Un sorriso, Carlos,silvia

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  2. Curiosa, como siempre, tu Bolsa de gatos. Sacas al excéntrico William Burroughs, visionario o pasado de revoluciones según lo quieras ver. Parece que su admiración por los gatos le provocó esa fascinante apología del amor.

    Besos

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  3. Creativa, amena, divertida y entrañable tu bolsa de gatos, Carlos...Cada cual con sus gatos es feliz y nos muestra lo mejor de si mismo .Muy bueno e inspirador.
    Feliz noche y feliz diciembre, amigo.

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  4. Otra muy amena bolsa de gatos.
    Cada "Gaterío" me encanta. No podría ser de otra manera tratándose de los y las michis.
    Por cierto, "Coca" es muy bella.
    Abrazo va....moooo vamoooo Argentina!! ¡Ups! se me coló el espíritu del mundial. jajaja

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  5. Me ha gustado este gaterio, encontré por ahí vidas humanas muy cruentas y de gran aporte , como de asombro ...el caso del numero 955, me dejó perpleja, de como decisiones fallan estrepitosamente y determinan la existencia de un ser humano...la crueldad nunca deja de estar presente hasta este hoy.

    Un abrazo.

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  6. Algunos me sorprenden como Érica Rivas, no la tenía gatera.
    Otros ya los había visto en tu barra lateral (caso Anthony), y por último me interesa mucho el el tratado “The tiger in the house” de Carl Van Vechten, pinta bien.

    Abrazazos, gran bolsa

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  7. Me fascinó el poema de Nicanor Parra, y también la idea de la concentración gatuna, más que la de su distracción; porque ese estado absoluto de quietud apuntado a su presa es admirable; cuánto querría para mí esa concentración.
    Los que dicen que los gatos son huraños no los conocen. ¿Por qué elegir entre gatos y perros si puedes amarlos a los dos?
    Y por último, esta frase grandiosa:
    "El analgésico más natural que hay. AMOR."
    Ay que disfrute reflexivo... !
    Por cierto, tu palabra "sensomental" (sensibilidad-mente interpreto) me impactó y entusiasmó.
    Un sonrisa para ti de gato feliz :))

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  8. Leía el texto de Fleur Jaeggy y sonreía, pues ayer estuve observando al gato Poe, que hacía lo mismo en el seto del jardín. No había mariposa, pero sí otro insecto que no alcancé a ver.
    Esta Bolsa de Gatos me gustó especialmente, por lo ya dicho, por Poe y su magnífico relato El gato negro (mi preferido), por traer a la memoria a la gran Irene Nemirovsky, y por no dejar que se olvide a Niblo.

    Abrazo, Carlos.

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