1249. «Tal vez una de las razones por las que nos
fascinan los gatos sea porque son animales tan pequeños que nos parece
imposible puedan albergar tanta independencia, dignidad y libertad de espíritu.
A diferencia de los perros, ellos no se someten a la personalidad del humano.
Los gatos exigen tu aceptación en sus propios términos. » (Cita de Lloyd
Alexander en su libro de consulta “Time Cat”)

1248. La imagen del gato atraviesa el poemario
“Las flores del mal”. Esta imagen crea una asociación insólita que pide que
miremos el oficio poético de una manera diferente. El gato implica lo
voluntarioso, lo caprichoso, lo que no se controla, pero también la gracia y la
sensualidad. A través de él Baudelaire nos habla de una visión del arte
asociada a la magia y lo divino que nos recuerda el gato como dios egipcio, y,
como tal, remite a la perfección, la armonía y la proporción. También habla de
la necesidad de la poesía como un bálsamo para la vida del poeta: « I . En mi
cabeza se pasea, / como en su propio aposento, / un bello gato fuerte, suave y
encantador. / Cuando maúlla apenas se le oye, / de tan tierno y discreto que es
su timbre; / pero su voz, ya se apacigüe o gruña, / es siempre rica y profunda.
/ Ahí está su atractivo y su secreto. / Esta voz que gotea y se filtra / en mi
interior más tenebroso, / me invade como un verso cadencioso /y me refocila como un bebedizo. / Ella adormece
los dolores más crueles / y contiene todos los éxtasis; / para decir las frases más largas / no necesita
palabras. / No, no hay arco que rasque / mi corazón, instrumento perfecto, / y
que haga con más majestad / cantar su cuerda más vibrante, / que tu voz, gato
misterioso, / gato seráfico, gato extraño, / en quien todo, como en un ángel, /
es tan sutil como armonioso… II . De su pelaje rubio y moreno / sale un perfume
tan suave que una noche / me impregné de él / cuando una vez lo acaricié, solo una.
/ Es el espíritu familiar de la casa; / él juzga, él preside, él inspira /
cualquier cosa en sus dominios; / ¿es quizá un hada, es un dios? / Cuando mis
ojos, hacia ese gato que amo /atraídos como por un imán, /se vuelven dócilmente
/ y miro entonces en mí mismo, / veo con sorpresa / el fuego de sus pupilas
pálidas, / claros fanales, vivientes ópalos, / que me contemplan fijamente.»
(Sobre los poemas de Baudelaire al gato, por Claudia Gómez Molina, graduada en
Literatura y Humanidades, traductora, publicado en https://www.culturagenial.com/

1247. “Borges vive en la calle Maipú, en pleno
centro de Buenos Aires. Ocupa un modesto departamento de tres ambientes, de los
construidos en la década del 30, con muebles coetáneos. Lo atiende Fanny, una
sólida mucama‑cocinera paraguaya enérgica y poco sensible a las cosas del mundo
literario del patrón de casa. Por la casa merodea “Beppo”, un gato blanco,
gordo y poco espiritual…” así comenzaba un artículo de Abel Posse sobre Borges
publicado en La Gaceta del 26 de agosto de 1979.

1246. “Observar a un gato terriblemente absorto y
atento en su presa. O al apresarla. Quizá sea una mariposa, una hoja, un trozo
de papel, un insecto. Cuando ha alcanzado el objetivo, de repente el gato se
distrae. Los etólogos llaman a este movimiento Übersprung. Se produce poco
antes del golpe mortal. Vemos al gato moverse y desplazar la presa como si
fuera una pluma. Los últimos movimientos. La mariposa baila en su agonía. Vibra
imperceptiblemente, lo bastante como para despertar aún el interés del gato. Y
él parece que se distrae. Se aleja. Con calma muta el rumbo. Muta el rumbo
mental. Es como un momento muerto. La estasis. Parece que nada le interesa.
Parece haber olvidado las alas temblorosas que sólo unos instantes antes habían
reclamado su total dedicación. Lo que antes le había poseído, como si hubiera
sido una idea, un pensamiento. Ahora él mira a otro lado. Con la patita se
frota el morro. Con la patita se rasca detrás de la oreja, inclinando la
cabeza. Tiene muchas cosas que hacer. Ninguna de ellas tiene nada que ver con
la anterior. Con la acción. El gato mira a otra parte. Está en otra parte. Es
un movimiento estratégico. Forma parte de un mecanismo de precisión. En todo
ello hay algo que recuerda las marionetas del cuento de Kleist. En la precisión
del asalto, en la ligereza y agilidad. En el desapego, en la distancia. Tal vez
también la mariposa y la hoja tengan a su vez el mismo momento de Übersprung.
Como el gato. Se distraen de la agonía, se apartan de su muerte. De la idea de
la muerte. Eso es lo que hace el gato. Se aparta él también de la agonía. Que
ha inferido. No sabemos por qué ocurre, el hecho de que el gato mire para otro
lado. Él lo sabe. Quizás, tal vez sea delectatio morosa ese Übersprung. El
melancólico hecho de desprenderse de un vínculo con la víctima. Es volverse
hacia otra parte, pasar a otra cosa, manifestar el gesto del desapego, como un
adiós. La divagación del tema, la evasión de una palabra, y a la vez la caza de
las palabras, el deshacerse de ellas: son otras tantas maneras mentales como el
hecho de escribir. Hay quien escribe gracias a la delectatio morosa. Thomas de
Quincey, por ejemplo, una vez señaló el «dark frenzy of horror», el oscuro
frenesí del horror.” (Fragmento de “Gato” de la escritora suiza que escribe en
italiano Fleur Jaeggy)

1245. Gato negro de Shunsō Hishida. El gato
negro, un modelo muy común en el arte japonés, a menudo simboliza lo misterioso
o la protección contra el mal. Shuisō Hishida (1874-1911) fue una figura
destacada del movimiento Nihonga (estilo japonés) durante el último período Meiji.
La pintura Nihonga buscaba preservar lo tradicional incorporando elementos del
arte occidental para modernizar su estética y esta obra en particular, creada
en 1910, ejemplifica el enfoque de Hishida, su delicada técnica de misturas,
conocida como Mōrōtai, confiriéndole una sensación de profundidad y misterio a
la silueta del gato y contrastándola con los frutos definidos arriba. Los
caquis en sí son un símbolo del otoño y, a menudo, se asocian con la sabiduría
y la longevidad también aplicables al gato en la cultura japonesa.

1244. “Me encantan, porque los gatos son ellos,
no bromeo, son independientes, no escuchan, no vienen cuando los llamás,
excepto si tienen hambre, les gusta pasarla afuera toda la noche y cuando se
quedan en casa quieren estar solos, que no los cargoseen, y dormir todo el día.
Me pregunto si todos estos defectos que las mujeres odian en los hombres no son
acaso atributos que no les molestan de los gatos”, dijo alguna vez Jay Leno,
presentador de televisión y humorista estadounidense.

1243. “Si hay algo que me gusta de la Premio
Nobel Doris Lessing es su versatilidad a la hora de escribir. Hace unos meses
leí ‘El quinto hijo’ que no tiene nada que ver con este libro adorable. Y como
soy una loca de los gatos, pues no podía dejar pasar la ocasión de leerlo. En
este libro breve Doris Lessing rinde tributo a los michis que han pasado por su
vida. Es toda una lección de literatura y un canto de amor a estos animales en
particular. Lo que hace la autora es contar su vida a través de los gatos que
ha habido en ella. Partimos de África, a principios del siglo XX, donde vivió
de niña, y de los gatos salvajes que pululaban por la granja. Esos gatos que
eran domésticos, pero que en un momento dado, abandonaban la vida cómoda y
seguían sus instintos más primarios. Su abuela era la encargada de acabar con
ellos cuando se convertían en fieras peligrosas, por lo que desde pequeña,
Lessing aprendió ese difícil equilibrio que hay entre la vida y la muerte,
entre lo conocido y lo salvaje. Ya en Londres, en los años 60, la autora nos
cuenta la vida de dos gatas que tuvo: una gris y otra negra. La gris estaba
castrada y la negra no. De hecho, algo que llama la atención del libro es que
los animales entran y salen y tienen un montón de celos, y por ende, una gran
cantidad de crías. Prefieren regalar a esas crías o quedarse con algunas antes
que esterilizar. Pero tal vez en los sesenta no estábamos tan concienciados
como ahora. Por supuesto, hay muerte,
hay sufrimiento, hay gatas con partos difíciles. Pero también hay elegancia,
finura, cariño, amor y cualquier cosa que nos pueden ofrecer los mininos. El
libro ‘Gatos Ilustres’ (Editorial Lumen) posee unas ilustraciones maravillosas
de Joana Santamans, lo que puede llamar a engaño, puesto que en ningún caso es
un libro para niños. La traducción de Helena Valenti nos acerca a ese estilo
tan propio de la autora, capaz de transmitir sentimientos con imágenes
poderosas en lugar de palabras. Un libro donde muestra todo su amor hacia los
gatos y donde nosotros lo recibimos agradecidos.“ (Impecable reseña de
"Gatos ilustres" de Doris Lessing por la escritora, traductora,
licenciada en periodismo y amante incondicional de los gatos, Rocío Tizón, en
la fotografía junto a su gata Selina, publicada en https://rociotizon.blogspot.com/)

1242. Noti gatuno: Gaturro publicó este
recordatorio en su cuenta de Instagram tras la aplastante derrota que la semana
pasada le propinó Argentina a Brasil por 4 a 1. Cabe enfatizar que aquel
maltrato del que fuera objeto el gato durante una conferencia de prensa en el
Mundial de Qatar 2022 había derivado en que el seleccionado de Brasil decidiera
adoptar al minino y bautizarlo como Hexa, nombre que intentaba aludir al sexto
título que el equipo verde amarelo pretendía obtener en tierras qataríes. La controversia había
estallado luego de que el jefe de prensa de la "Canarinha", Vinicius
Rodrigues, arrojara de manera demencialmente agresiva al gato que estaba
retozando tranquilo y cómodamente instalado sobre el escritorio en el que iba a
brindarse la conferencia de prensa. El hecho generó tensión y estupor puesto
que los gatos son considerados sagrados por la religión del Islam, ya que era
el animal preferido del profeta Mahoma, y maltratarlos es juzgado lisa y
llanamente como un pecado que merece castigo. El revuelo posterior obligó a la
delegación brasileña a disculparse y a pagar la abultada multa que las autoridades
del Mundial de Qatar le impusieron al jefe de prensa Rodrigues. Lo que también
no debiéramos soslayar aquí es que pese a reconocer su flagrante ofensa,
adoptar a Hexa y pagar la multa, Brasil no ganó ese Mundial 2022 y continúa
barranca abajo como nunca antes en toda su historia.

1241. La fotografía de Winifred Cazneaux leyendo
con su gato encima de la mesa, tomada alrededor de 1906 por su marido Harold
Cazneaux, captura un momento de la vida cotidiana en la Australia de principios
del siglo XX. Harold Cazneaux, uno de los fotógrafos más famosos de Australia,
era conocido por su trabajo pionero tanto en fotografía de retrato como en
fotografía documental. Sus fotografías de principios del siglo XX a menudo
representaban escenas domésticas íntimas, mostrando el estilo de vida y la
cultura de la época. Su estilo estuvo profundamente influenciado por el
movimiento pictorialista que enfatizaba la expresión artística y las cualidades
estéticas de la fotografía, en lugar de centrarse simplemente en el realismo documental.
La imagen de Winifred con su gato también refleja la creciente popularidad de
las mascotas, particularmente los gatos, en los hogares australianos a
principios del siglo XX. Los gatos fueron asociados durante mucho tiempo con el
confort doméstico y fueron compañeros muy queridos por muchas familias,
especialmente en entornos urbanos porque se ocupaban de roedores e insectos en
los hogares. Existen muchas fotografías de Winifred con sus gatos. Harold
adoraba fotografiar a su esposa con ellos.