Aquello que aúna
Voz y mirada
Palabras, imágenes
Instantáneas
Voces que delinean
Miradas que declaman
1280. «Les he observado mucho y he también comprobado el increíble dandismo del gato, que sólo quiere estar limpio, componer buenas
figuras y que le dejen en paz. El gato no quiere a nadie y me apasiona [...] El
gato parece todo menos un analfabeto. Tiene aspecto de estar de vuelta, de
habérselo leído todo hace mucho tiempo [...] Escribir en la intimidad, con la
noche fuera, furiosa, y unos gatos cerca. No creo que ni en Ámsterdam ni en el
universo haya mayores fórmulas de felicidad.» (Pasajes de “Diario de un escritor
burgués” de Francisco Umbral, en la foto con su gato Ramón, por ‘Gómez de la
Serna’, claro)
1279. Para el Budismo el gato representa la
dimensión espiritual, por lo cual se promovía en antiguos ritos que los
difuntos fuesen enterrados junto a un gato vivo pero con un ingrediente extra:
a la tumba se le añadía un agujero para que pudiesen escapar; así, cuando el
felino emergía del sepulcro, se consideraba que el alma del muerto ya estaba
fusionada con la del gato. No obstante, en el mismo mundo budista se considera
al gato como un ser insolente, pues junto a la serpiente, fueron los únicos del
reino animal que no se conmovieron ante la muerte de Buddha. Todo esto nos
conecta con una de las novelas más celebradas y magistrales de Yukio Mishima,
“El Pabellón de oro”, la cual narra el desenlace trágico de un templo quemado
por un monje budista, libro que de forma muy poética y visceral discurre sobre
el significado de la fealdad y la belleza. La novela reproduce un famoso Koan
(forma breve similar a la parábola que sintetiza una paradoja y una moraleja)
el cual es considerado en el mundo búdico como una de los más complejos y que alude
a Nansen matando a un gato, además de ser tan breve que podemos citarlo
completamente: «Un día un gato entró a un templo. Provocó tal interés entre los
monjes que, de inmediato, comenzaron a disputárselo. El maestro Nansen decidió
arreglar la cuestión, separó a los monjes, tomó al gato y le acercó una hoz.
«Si alguno de ustedes da una buena respuesta, pueden salvar al gato» —les
dijo. Como ninguno de los monjes habló,
Nansen mató al gato. Más tarde Joshu —el primer discípulo— volvió y Nansen le
contó lo que había pasado. Joshu se quitó las sandalias, las puso sobre su cabeza
y se fue. Nansen se quedó pensando que, de haber estado ahí en el momento del
juicio, Joshu hubiera salvado al gato. » (Artículo encontrado en https://ellectorestepario.blogspot.com/-
En la foto, un Yukio muy joven, siempre con gatos)
1278. Gabriela Mistral amó tanto a sus gatos que
una vez en pleno frenesí gatuno confesó
su íntimo sentimiento: “Tener gatos debiera ser una obligación en esta
sociedad”. El más popular de sus michis fue su siamés Jazmín, al que apodaba
«generalito». En una esquela escrita el 29 de julio de 1954, desbordada de
ternura, podemos dimensionar el estado que exteriorizaba por su siamés,
tratándolo como a su hijo: «¡Ah! Hijo mío, acabo de tirar la última caja de
cartón con la que juegas y estoy comenzando a pensar que soy humana.»
1277. Room 8 fue un gato de la zona de Echo Park, California, que una vez entró deambulando como si nada en un aula en 1952 en la Escuela Primaria Elysian Heights de dicho vecindario y allí se quedó. La historia cuenta que a partir de entonces vivía en la escuela durante el año escolar y desaparecía durante los veranos para regresar al reanudarse las clases. Esta rutina continuó sin interrupción hasta mediados de la década del 60 y se hizo famosa, al punto que los canales de noticias enviaban sus cámaras a principios de año esperando el regreso del gato. Tan querido era Room 8 que llegó a recibir regalos y cartas de los estudiantes y vecinos, y hasta apareció en un documental titulado “Big Cat, Little Cat” y en el libro infantil “A Cat Called Room 8”. La revista Look publicó sobre él un artículo de tres páginas, “Room 8: The School Cat”, firmado por el fotógrafo Richard Hewett en noviembre de 1962, y Leo Kottke le compuso una canción instrumental titulada “Room 8” que incluyó en “Mudlark”, su álbum de 1971. Finalmente, cuando Room 8 falleció se había hecho tan querido que su obituario se publicó en los más importantes periódicos y los estudiantes recaudaron fondos para su lápida. Hoy está enterrado en el Parque Conmemorativo de Mascotas de Los Ángeles en Calabasas, California.
1276. "Miss Mary", óleo y témpera sobre
cartón y madera terciada, realizado en 1926 y expuesto en el Museo Leopold. La
"Miss Mary" desnuda contempla satisfecha su propio reflejo en un
pequeño espejo de mano. La observa una figura masculina, con los rasgos del
artista autorretratándose, y también un gato siamés en el borde inferior de la
representación. El felino no sólo sirve como firma de Hanns Ludwig Katz
["Katz" significa "gato" en alemán] sino que simboliza
además la vanidad del deseo femenino, con ciertas connotaciones libertinas.
Dado que el encuentro entre artista y modelo sigue una tradición
histórico-estilística, Katz incluyó deliberadamente referencias a la época en
el moderno corte de pelo que nos muestra a una Miss Mary encarnando el tipo de
‘nueva mujer’ surgido en la década de 1920, aparte de la mirada claramente
lasciva del artista, amante de los gatos, téngase incluso en cuenta. Katz, de
ascendencia judía, se enfrentó a la prohibición de trabajar tras la llegada al
poder de los nacionalsocialistas y fue sometido a vigilancia adicional debido a
su interés en las políticas de izquierdas. Sus obras fueron consideradas
ejemplos de "arte degenerado" y una de ellas se presentó en la
exposición homónima de 1937. Katz finalmente emigró a Johannesburgo, Sudáfrica,
en donde falleció en 1940.
1275. Natalia Oreiro cumplió 48 años el pasado
lunes 19 de mayo y lo celebró de una manera distinta y muy emotiva. Como ella
mismo contó a través de las redes sociales, adoptó a Milonga, una gata callejera
que “los eligió”, según sus propias palabras. Tras la polémica que generó en
las redes hace una semana por un clip que la tenía como protagonista en donde
le rechazaba una foto a un fan, la actriz vivió un cumple en familia, con mucha
alegría y un regalo muy especial. “Cumplí años y el regalo más lindo es esta
gatita callejera. Le pusimos Milonga y no puede más de mimosa”. El nombre
Milonga puede referirse al género musical folclórico de ritmo vivo, como así también
al lugar donde se reúnen las personas para bailar tango, vals y milonga. Luego
de compartir varias fotos y videos a modo de presentación, Natalia contó la historia
de Milonga: “Después de un mes de preguntarnos si tendría familia, de
alimentarla y cuidarla, hoy entendí que nos eligió. Bienvenida Milonga”.
Natalia disfrutará ahora de una compañía especial junto a su marido Ricardo
Mollo y su hijo Merlín Atahualpa. Milonga ya es parte de su familia.
1274. 1. Gato andino (Leopardus jacobita) fue descubierto en 1865 por Emil Lichtenstein. Vive entre los 3000 y 5000 metros de altura tud. Puede alcanzar hasta 60 cm el cuerpo y 45 cm la cola. 2. Gato herrumbroso (Prionailurus rubiginosus), quien primero lo registró fue Edward Turner Bennett en 1831. Vive en bosques húmedos y zonas rocosas de India y Sri Lanka. Es uno de los felinos más pequeños del planeta, con apenas 35 a 48 cm de largo. 3. Caracal (Caracal caracal) fue clasificado en 1776 por el naturalista alemán Johann von Schreber. Vive en África, Medio Oriente y Asia Central. Puede medir hasta 1 metro su cuerpo sin la cola y pesar hasta 20 kg. 4. Yaguarundí (Herpailurus yagouaroundi) fue descripto en 1803 por el naturalista francés Étienne Geoffroy Saint-Hilaire. Vive entre México y el norte de Argentina. Tiene cuerpo alargado y pelaje uniforme, alcanzando un tamaño de 65 a 85 cm más una cola de 30 a 50 cm. 5. Gato de cabeza plana (Prionailurus planiceps) fue visto por primera vez en 1827 por Nicholas Aylward Vigors y Thomas Horsfield. Vive en el sudeste asiático, puntualmente en Tailandia, Borneo y Sumatra. Es un felino semiacuático que puede medir hasta 50 cm, con una cabeza inusualmente aplanada y hocico corto. 6. Gato dorado asiático (Catopuma temminckii) Fue anotado en 1827 por el zoólogo Nicholas Aylward Vigors, en honor al naturalista holandés Coenraad Temminck. Vive en el sudeste asiático, desde Nepal hasta Sumatra. Puede llegar a medir hasta 1 metro de largo. 7. Tigrillo o margay (Leopardus wiedii) fue avistado en 1821 por Heinrich Rudolf Schinz. Vive en las selvas tropicales de América Central y Sudamérica. Mide entre 45 y 80 cm y su cola es larga. 8. Manul o gato de Pallas (Otocolobus manul), quien lo clasificó en 1776 fue Peter Simon Pallas, quien lo estudió en sus expediciones por Asia Central. Vive en las estepas frías y montañosas de Mongolia, Rusia y el Himalaya. Mide unos 50-65 cm con una cola gruesa de hasta 30 cm. 9. Gato serval (Leptailurus serval) fue registrado por Von Schreber en 1758. Se mueve por el África subsahariana, Puede medir hasta 100 cm de largo y es famoso por sus largas patas y saltos singulares. (Gatos Salvajes)
1273. “El día de ayer te despedimos y fue uno de
los más difíciles y tristes de mi vida. Fuiste mi primer gato, nuestra
inspiración para dar pie a nuestro
emprendimiento, fuiste la llave para rescatar a muchos gatitos de la
calle y la alegría en mi familia. Estoy segura de que por tí yo jamás volví a
ser la misma. Gracias por todas las risas que me diste, por cada ronroneo, por
enseñarme a quererte, por todo tu amor, tu lealtad y la serenidad con que
tomabas la vida. No sé cuántas vidas me faltan, pero en cada una de ellas
espero encontrarme contigo. Pispita 2010-2025 - PD. A Pispita la adoptamos
cuando tenía año y medio de edad, la recogimos de la calle y venía preñada sin
nosotros saberlo, éramos ignorantes en el mundo felino. Tristemente, por eso no
tenemos fotos de cuando era bebé.” (Encontrarlo en la cuenta Pispita Shop de
Facebook fue para mí pura emoción)
1272. “The Private Life of a Cat” (La vida
privada de una gata) es un documental mudo que incluso ni música tiene, una
pequeña obra de arte con tiernos momentos y otros muy cómicos. Los
protagonistas son: Él, un gato blanco, y Ella, una gata atigrada que debió
tener algún antepasado persa. El documental dura exactamente 22 minutos en los
que vemos la relación entre Él y Ella, el nacimiento de cinco gatitos (4
blancos y un atigrado) en primerísimos planos, cómo los cuida Ella y la
curiosidad de Él. En un momento dado, Ella decide transportar a los gatitos
desde la caja donde nacieron hasta una chimenea que no se usa y sólo sirve de
decoración. Durante el traslado, Él observa todo desde el sofá, intrigadísimo,
pero sin ayudar. Poco después en las acciones, aunque debieron pasar ya unos
días, Él enseña a los gatitos a trepar, y como siempre pasa en cualquier camada
se ve que hay uno o dos más listos que los demás. Ella contempla las lecciones
de Él a una cierta distancia, casi podría decirse que con orgullo. El
documental aparece dirigido por Alexander «Sasha» Hamid, que efectivamente la
rodó y se ocupó del montaje final, pero quien lo planificó y produjo fue su
mujer, Maya Deren, una obsesa amante de los gatos, poeta, ensayista y cineasta
vanguardista. Se rodó en 1944 en Nueva York, en el piso donde vivían Maya y Alexander
rodeados de gatos, tal cual el sueño que toda la vida tuvo Maya. En los 22
minutos del documental hay poquísimos carteles, aparte de los títulos
identificatorios para Él y Ella, en los que podemos leer «Al cabo de dos
meses», «Ella empieza a buscar un lugar para la familia», «¡Cinco! Ahora la
familia necesita comida y descanso», «Al cabo de dos semanas» y finalmente «Un
sitio mejor para aprender a andar», más el The End del documental.
1271. Maya Deren, su verdadero nombre fue
Eleanora Derenkowsky, nació en Kiev, Ucrania, el 29 de abril de 1917, hija
única de Marie Fiedler y Solomon David Derenkowsky, quien le enseñaría desde
muy niña la pasión por los gatos. En la foto vemos a Maya a los 9 años con un
gato en brazos. La familia emigraría pronto a los Estados Unidos, en 1922, y a
poco de llegar, el padre acortó el apellido a Deren y se afincaron en el estado
de Nueva York, más precisamente en Siracusa, en cuya Universidad Maya
estudiaría, a la par de comenzar a escribir sus primeros ensayos y poemas,
hasta descubrir el cine y convertirse en una cineasta vanguardista creando,
ante la falta de canales de distribución para sus películas experimentales,
Creative Film Foundation, en Greenwich Village, donde vivió siempre junto a su
marido Alexander «Sasha» Hamid, rodeados de gatos, en un ambiente frecuentado
por artistas, bohemios e intelectuales.
“Un poema empieza en realidad cuando termina” me salió decir intentando aludir a lo que sucede con un poema cuando, tras la lectura, sus versos continúan en uno, o en quien de inmediato los evoca o interpreta, haciendo de hecho una traducción de lo que acaba de leer.
Se sabe, leer es traducir. La simple lectura cambia, mejora, redimensiona o desvirtúa en todo o en parte el propósito original del Poeta, y no está mal que así sea, ya que apenas un verso, una metáfora siquiera, puede servir como disparador de infinidad de significados y sentidos, incluso inextricables o hasta impensados.
Suele suceder que uno pasa la página o cierra un ejemplar de un libro y empieza a paladear y a revisitar de memoria los ecos de los versos, oye resonar sus metáforas, las ve corporizarse y chisporrotear y hacerse nuevamente imagen, otra diferente probablemente, confirmando una vez más, como tantas veces antes, que vuelve a reanudarse ese proceso personal que tiene mucho de íntimo ritual en el que cada lector interviene con su mirada realizando su propia versión de lo que acaba de leer que no es sino una traducción de lo que quiso significar el poeta o escritor.
Toda lectura es inédita, además, ya que extrae de las palabras lo que aún tienen para decir, lo que se les quedó en la punta de la lengua sin poder expresar, como símbolos vivientes que son, efectivamente, las que inevitablemente serán traducidas por quienes eventualmente las lean, que ojalá sean muchos y exponencialmente las versionen de infinidad de maneras, en lo posible de las más diversas, lo que probará que cualquiera de ellas, de las palabras estoy hablando, son caleidoscópicas, casi origamis que desenvolviéndose generan otros puntos de vista, conceptos o propuestas a ser reformateadas o a transformarse, ya que lo escrito tras cada relectura tiende a resignificarse en el lector, haciendo que la obra vuelva a empezar, puesto que corresponde al lector abrirle la jaula al libro o al poema y hacer una suelta de imágenes e ideas.
Porque el poeta es uno y el lector multitudinario, un poema
está destinado a quitarle el sueño a quien lo lee para más tarde devolvérselo
en una vigilia de atemporales irrefrenables versos y visiones en la que le dará
forma en voz alta a todo lo que de ellos en su imaginacion o retina aún perdure,
haciendo de este modo realidad el
precepto: “Un poema empieza en realidad cuando termina”, lo cual lo define de
hecho como algo inconcluso, teniendo en cuenta que restan conocer las traducciones
y/o versiones que de dicho poema seguirá componiendo cada Poeta Lector…
1270. Abandonada en el helado silencio del Ártico
durante dos años, su único calor y consuelo fue su pequeño amigo felino. Esta
es la conmovedora historia de cómo una joven inuit logró superar lo imposible.
Ada Blackjack, ante la falta de trabajo y de toda idea de futuro para ella y su
pequeño hijo enfermo, al que urgente necesitaba hacer tratar, se embarcó en una
misión exploradora en 1921 sirviendo como costurera y en tareas de cocina y
limpieza, como única mujer de la tripulación. Ada no era ni aventurera ni
cazadora experta, sino apenas una mujer impulsada por su sueño de una vida
mejor y un profundo amor maternal. La histórica misión, encabezada por
Vilhjalmur Stefansson, tenía el ambicioso objetivo de sentar las bases para
reclamar la isla Wrangel para Canadá. Pero cuando pasados los meses de peligros
y vicisitudes las provisiones comenzaron a disminuir, los hombres en
desesperada búsqueda de sustento se aventuraron a salir a los frágiles
icebergs… para no volver jamás. Ada quedó sola junto al gato de abordo llamado
Vic, un amoroso minimo que muy pronto se convertiría en su pequeño rayo de
calor en esa vasta helada soledad a cientos de kilómetros de toda civilización.
Con determinación y coraje, Ada se las rebuscó para manejar rifles y arpones
para protegerse de los peligros que la rodeaban. Con bravura repelió la amenaza
de los osos polares, persiguió y dio caza a los zorros con que se alimentaron
ella y su gato en tan inhóspita inmensidad. Comió también focas junto al mar
helado, siempre junto a Vic, guareciéndose en un rincón del barco, hasta que
después de dos años ocurrió lo anhelado: la llegada del equipo de rescate que
encontró a la joven mujer inuit que tuvo el coraje de desafiar a una muerte
segura junto a su gato. El mundo ya casi ha olvidado esta increíble historia
que afortunadamente aparece citada en varios libros en internet. Pero hoy aquí,
con admiración y respeto queremos recordar a Ada Blackjack y su gato Vic,
personajes de leyenda y testimonio de resistencia inquebrantable ante la
adversidad.
1269. “En mi vida tuve toda clase de animales,
pero amo a los gatos en especial, y más si son negros. Igual debo admitir que
no me dan respiro, concentran toda mi atención con sus demandas constantes,
para que les dé su alimento, para jugar o para echarnos toda una tarde en un
sillón a retorzar y ronronear. Me hipnotizan y siento que la realidad pasa a mi
alrededor sin que pueda yo reaccionar. No es que tenga cara de estúpido, es que
me tienen estúpido, ¿entiendes lo que digo? Son absolutamente fascinantes”,
aseguró en una entrevista Ron Pearlman cuando le preguntaron si le gustaban los
gatos.
1268. Instantáneas gatunas - En medio de la
destrucción en Gaza alguien alimenta a los gatos que también mueren y sufren
entre los escombros y bombardeos de un inhumano demencial conflicto de nunca
acabar.
1267. Henriëtte Ronner-Knip (1821-1909) fue una
pintora holandesa reconocida por su excepcional capacidad para capturar la
gracia y el encanto de los animales, especialmente los gatos. Nacida en
Ámsterdam, comenzó su formación artística a una edad temprana, estudiando con
su madre, la consumada pintora y miniaturista Sophia Schelling. La precoz exposición
de Henriëtte con el mundo del arte sentó las bases de lo que se convertiría en
una carrera prolífica, especialmente en el género de la pintura de gatos. Las
obras de Ronner-Knip a menudo los representaban en entornos íntimos y
entrañables, mostrando no sólo su destreza técnica sino también su profunda
entrañable pasión por las criaturas que pintaba. Su amor por los gatos, en
particular, se convirtió en un sello distintivo de su trabajo, y se hizo
ampliamente famosa por decenas de tiernas y realistas representaciones de
ellos. Una de sus pinturas más famosas, "Un interludio musical",
captura la naturaleza juguetona de los gatitos mientras exploran con curiosidad
un arpa antigua. Esta escena, aunque caprichosa, demuestra la aguda observación
de la artista y su capacidad para infundir personalidad, calidez y expresividad
a sus modelos gatunos.
1266. Salvador Dalí amaba a los gatos, aunque
eligió como compañero peludo a un ocelote muchas veces confundido con un jaguar
enano, al que llamó Babou, y era de llevarlo con una cadena de oro a todos
lados que lo invitaran, eventos y recepciones, restaurantes importantes,
cruceros exclusivos o grandes hoteles, lugares de los que se recabaron decenas
de anécdotas sobre el felino desgarrando juguetón muebles y cortinas, asustando
a bellas modelos, huéspedes y pasajeros o correteando por pasillos siendo
perseguido por el genial surrealista español mientras se desgañitaba
explicando: “es un gato doméstico común con aspecto de leopardo; yo mismo le he
pintado su pelaje para resaltar su imponente personalidad. Sabrán disculpar,
damas y caballeros.”
1265. Los gatos fueron sagrados en el antiguo
Egipto. Este sarcófago lo demuestra, y no se trata del sarcógafo del gato de un
faraón sino de uno de los muchos que fueron encontrados momificados en
recámaras de pirámides y tumbas dedicadas a ellos, como por ejemplo las de
Saqqara, lugar de culto histórico. A través de los rayos X se puede ver la
momia del gato venerado en la cultura y religión egipcia como representante de
la diosa Bastet protectora del hogar, la felicidad y la fertilidad.
1264. Leo Forest, nacido en 1985, es un artista parisino, famoso por sus vibrantes diseños de animales, creados principalmente con dibujos a lápiz y carboncillo. Especializado en representaciones de gatos y otros felinos, Leo captura hábilmente la esencia de sus personajes, particularmente las garras extendidas, generando una ilusión de frenética armonía en movimiento en sus dibujos estáticos. Su maestría va más allá de una mera representación visual; sus expresiones y composiciones evocan experiencias sensoriales, trascendiendo las limitaciones de la imagen detenida.
1263. “Una vez rodé una película donde aparecía
un gato. Al parecer mi compañera de reparto les tenía tirria a los gatos y para
sacárselo de encima lo tiró al suelo de un manotazo. No vuelvas a tratar al
gato con ese desprecio, le grité. ¡No tienes vergüenza! Es que no tolero a la
gente que maltrata a los gatos, a ningún animal. Y además, soy muy gatunera”,
declaró Karla Sofía Gascón, actriz española antes conocida como Juan Carlos
Gascón Ruíz, en la antesala de los Premios Globos de Oro 2025 a los que estuvo
nominada junto a Demi Moore, Zendaya y Amy Adams, entre otras renombradas actrices. (https://www.lavanguardia.com/)
1262. «Por la mañana temprano se despertó aún hecho una bola, con una pata agarrada al hocico que le daba calorcito y refugio.» “En todo lo que escribe May Sarton puede oírse su corazón latiendo” reseña sobre ‘El señor peludo’ el Washington Post Book World. Esta encantadora historia, un clásico de la literatura gatuna, está basada en las aventuras reales de Tom Jones, el adorado gato de la escritora.. Antes de conocer a su dueña, Tom Jones era un gato callejero, salvaje e independiente que no tenía ni nombre. Pero un día, ya cansado de la vida de vagabundo, decidió renunciar a su libertad para probar de vivir en una casa. Luego de cierta búsqueda finalmente daría con una que le pareció aceptable, ya que le gustaban además las voces que provenían de allí. Entonces comenzó su transformación en un auténtico “señor peludo”. Este libro de May Sarton es una de las historias más tiernas que se han escrito acerca de las alegrías, emociones y situaciones de toda clase que implica compartir nuestra vida con un gato.
1261. «Como otros muchos escritores, desde Borges
a Bradbury, pasando por Bukowski, Twain o las hermanas Brönte, May Sarton amaba
a los gatos y escribió “El señor peludo” como homenaje a uno de ellos. ‘Es un
clásico de la literatura de gatos, la historia se cuenta desde el punto de
vista de este gato que no es otro que su amado gato’ dice la editora italiana
Donatella Ianuzzi, afincada en España desde hace más de 20 años y al frente de
su pequeña editorial Gallo Nero, quien se topó con la autora
belga-estadounidense, compró tres de sus títulos para editarla y en definitiva
para terminar agradeciéndole que la hiciera jugar en las grandes ligas en
cuanto a ventas…» (Extractado de la nota de Paula Corroto para www.elconfidencial.com/)
1260. Banjo fue un siamés amigo del gran actor Anthony Perkins quien, en una entrevista, descarto de plano: “No soy insociable. La presión que vivo en mi trabajo no me deja mucho tiempo para sociabilizar o hacer otras amistades”, aunque enseguida admitió “tampoco considero que sean definitivamente necesarias ya que vivo muy bien rodeado de verdaderos confiables amigos, mis gatos.”
1259. “Por dentro las montañas se estremecen / Cualquier roca o pensamiento / Una flor, una luz, un gato, una estrella / Un cuenco de arroz o una flecha / Déjalos fluir / Nada nunca deja de estremecerse” (Poema de Lenore Kandel (1932-2009), poeta de la beat generation y la contracultura hippie)
1258. Lo ames o lo odies al polémico Howard Stern
debes saber que junto con su esposa Beth son amantes y protectores de los gatos
en serio. Han criado ya a más de 1200 gatitos con necesidades especiales y les
han dedicado un ala entera de su confortable residencia. En un día cualquiera
promedio reciben como si nada a 20 gatos
que les lleva la gente, encontrados en las calles o en los parques o debajo de
los puentes. Howard ya sabemos es una existosísima personalidad por sus shows
en la radio y televisión estadounidense. De modo que está siempre muy ocupado
pero por celular supervisa las actividades de Beth, quien es la portavoz de
“North Shore Animal League”, además de utilizar sus plataformas para abogar
ante sus oyentes y espectadores por el rescate y la adopción de gatos,
particularmente los gatos con discapacidades que desafortunadamente no son
adoptados tan asiduamente y son en cambio sacrificados con demasiada
frecuencia. Para adoptar (y esto es muy real) envíenles un correo electrónico a
Howard Stern y a Beth a bethsternfosters@gmail.com y verán.
1257. "Me increpó un gato mientras comía un
pedazo de pastel. Su pequeño hocico apareció repentinamente entre los arbustos
y parecíamos los dos sorprendidos, por un momento. Era un gato robusto, de un
color anaranjado descolorido, con las orejas masticadas y la mirada dura de
viejo guerrero que sobrevivió a incontables batallas. Me miró de cerca y sin
dudarlo empezó a lamerme la cara. No caigo aún de ese afecto repentino. Todavía
tenía rebanadas de pastel de amapola en mis mejillas y mentón, pegoteadas entre
mis lágrimas. Claramente estaba en eso, pero no me importaba. La sensación de
esa cálida y áspera lengua en mi cara me trajo una sonrisa inesperada. Cerré
los ojos y me di el gusto. En ese momento no me importó lo que había detrás de
esos gestos. Lo que importaba era que una cara amistosa y una lengua cautelosa
daban allí todas las apariencias de ternura y compasión. No necesitaba más para
ser feliz. Cuando terminó de limpiarme me sentí mejor, como si el mundo de
repente me volviera a ofrecer posibilidades y amistades que no podía ignorar.
El gato me frotó ronroneando y traté de imitar su ronroneo. Ambos compartimos
ese sonido reconfortante y él parecía entender. Saqué las sobras del pastel que
tenía en mi bolsillo y se lo ofrecí. El gato olfateó interesado, puso su nariz
en la mía y su cola rígida señaló su aprobación. Así me arrancó un poco de
oreja con un mordiscón y fue en ese momento que me di cuenta: valía la pena
vivir de nuevo. Unos minutos después, salí de mi choza, con las manos en los
bolsillos silbando, con el gato siguiéndome fielmente. Siempre he pensado que
si quieres ser amado verdaderamente mejor te guardes unas sobras de pastel
entre tus cosas.” (Romain Gary, autor de la novela “Promesa al Amanecer” en la
que se basó la película homónima dirigida por Jules Dassin y protagonizada por
Charlotte Gainsbourg y Pierre Niney)
1256. Jim Davis es el creador de la historieta
del gato perezoso amante de la lasagna que con el nombre de Garfield adquirió
fama en 1978 y desde su aguda perspectiva felina discurrió de forma burlesca
respecto de las más acuciantes problemáticas mundanas, diríamos, como la
existencia de los días lunes o de las dietas, por ejemplo. Desde la tira de
historieta Garfield luego eclosionaría en la televisión en 1982 con su programa
“Aquí viene Garfield”, el que que se convertiría en 1988 en “Garfield y sus
amigos”, instalándose definitivamente como personaje animado independientemente
de las modas y tendencias del negocio televisivo.
1255. “La anécdota que más me impresionó de James
Dean fue aquella en la que relató cómo se preparaba para sus respectivos
papeles, cómo se mentalizaba tanto para subir a un escenario como para estar
frente a la cámara. Fue cuando dijo que estudiar a los gatos lo ayudaba a
relajarse y concentrarse. Para él, los gatos eran los animales más relajados.
Exteriormente tranquilos pero, en su interior, pura energía, tensión, introspección, nervios y contemplación. De ahí que se proponía imitar los movimientos de
los gatos, su parpadeo, por ejemplo. Los seres humanos parpadeamos rápidamente,
los gatos lo hacen muy lentamente. Traté de poner algo de todo eso en mi
Garfield”, dijo Jim Davis, creador del exitoso gato de historieta. (En la imagen
vemos a James Dean con Louis XIV, el siamés del fotógrafo Sanford H. Roth, gato
adorado por el actor)
1254. “No voy a dejar que la tristeza me venza. Anoto la frase con mi mejor caligrafía llena de arabescos en una tarjeta color hueso, poniendo especial atención a la letra Z, una criatura peligrosa. Dejo la nota sobre la mesa, apoyada contra el frutero frente al que desayuno cada día. Ahí descansa durante dos semanas. La miro cada día, y cada día asiento al leerla como si cada día leyese algo nuevo en ella. Luego, una mañana, la sostengo a contraluz, la hago danzar entre mis dedos y la rompo en cuatro pedazos, antes de salir a la calle a buscar respuestas en la brutalidad sin concesiones de la ciudad. No hay que inventar nada, comprendo, todo ha sido escrito en sus adoquines, no queda ningún camino que no haya sido recorrido ya mil veces, ninguna historia que no haya sido ya contada hasta la extenuación. ¿En qué punto de esas historias me perdí?, ya no importa, nunca ha importado: la vida necesita de nuestra sumisión, no de nuestra comprensión. Cierro la puerta de casa como el condenado que sabe que no podrá regresar y allí, en la escalera que desciende a la plaza, me encuentro con el gato negro. Me observa lleno de curiosidad, una criatura imperturbable, sin miedo y convencida de su lugar en el mundo. Nos quedamos quietos, desafiándonos con la mirada. No estoy seguro de si quiere bloquear mi camino, o si pretende que lo siga para mostrarme el mapa del laberinto en el que se enredan mis días y cuya salida no encuentro porque camino con los ojos pegados al suelo. Se trata de un gato, concluyo, pueden ser las dos cosas al mismo tiempo… o ninguna de las dos.” (“El gato negro”, prosa y fotografía publicadas el pasado 2 de abril de 2025 por Beauséant en su impecable muy recomendable blog https://www.elartistadelalambre.net/)
1253. Cuenta el escritor y periodista Antonio Dal
Masetto: “Una noche estábamos en un bar del Bajo y el gordo Soriano se puso
serio de golpe. ‘Antonio, te tengo que decir algo’. ‘¿Qué pasa, Osvaldo?’ ‘A
vos no te va a ir bien con los libros’. Y yo me quedé mirándolo: es lo peor que
se le puede decir a alguien que pretende escribir. ‘¿Por qué me decís eso,
Osvaldo?’ ‘Porque en tus libros siempre hay un gato maltratado’. Lo miré
alarmado. ‘¿Y ahora qué hago? Porque ya está todo publicado’. Bueno –me dice–,
mirá, vos sos un tipo al que le gusta andar por los bares, volvés tarde a tu
casa, y de noche siempre hay gatos por ahí que andan deambulando. Cuando veas
uno, trata de hacerte amigo. ‘¿Y cómo?’, le digo. ‘Acercate despacio, hablale,
tratá de acariciarlo’. Lo que me estaba diciendo era que si yo lograba captarme
la simpatía de un gato o dos en la comunidad internacional de los gatos se iba
a correr la bola de que finalmente yo no era un tipo tan terrible sino que era
una buena persona y por lo tanto por ahí me daban piedra libre para que los
libros funcionaran. Al principio me costó aceptar la idea de ponerme a hablar
con los gatos vagabundos de mi barrio. Pero esa misma madrugada, regresando al
departamento, apenas me crucé con un gato me detuve y ensayé el primer
acercamiento. Y seguí probando en las noches siguientes. Y en los meses
siguientes. Y todavía lo hago. Seguramente ya no para hacerme perdonar mi falta
sino para intentar con los gatos un diálogo que nos devuelva durante un rato la
querida imagen de Osvaldo Soriano.”
1252. El pasado 31 de Marzo un incendio arrasó el refugio Happy Cat Sanctuary que Christopher Arsenault había construido con tanto esfuerzo y pasión. Chris, en otro acto más de coraje y amor incondicional, se adentró entre las llamas para salvar a los seres que más amaba: sus gatos... El refugio albergaba a más de 300 gatos de los cuales aproximadamente lograron salvarse 200. Lamentablemente Chris también perdió la vida adentrándose en el fuego. Él no sólo fue un rescatista sino también un ejemplo de entrega y compromiso con sus sentimientos y convicciones. Esta historia nos duele muy profundamente, pero también nos inspira a seguir luchando. Su legado vive en cada vida de cada gato que protegió y en cada corazón que hoy lo recuerda con respeto y admiración. Desde aquí nos unimos al dolor de todos los que lo conocieron y supieron valorarlo. Descansa en paz, Christopher Arsenault. Tu vida fue un gran acto de amor. (Texto replicado por todos los grupos y asociaciones protectoras de gatos de Facebook)
1251. Con profundo dolor y nuestra admiración de
siempre queremos rendir homenaje a Christopher Arsenault, fundador del Happy
Cat Sanctuary de Long Island, Nueva York, quien fervientemente dedicó los
últimos 15 años de su vida a una misión noble y conmovedora: dar hogar, amor y
dignidad a todos sus gatos rescatados de las calles. (Homenaje replicado por
todas las asociaciones protectoras de gatos en Facebook)